Cartagena (Murcia) www.terra.es 01/09/2006

‘¿Que viene el elefante!’, gritaban unos. ‘¿Dónde, dónde?’, contestaban los más pequeños. ‘Por allí’, decían los mayores, apuntando a un indeterminado lugar de la lejanía. ‘¿Por allí!’, insistían cuando veían que el niño miraba justo en la dirección contraria a la que señalaban. Y entonces lo veían. Eso sí, en medio de la caravana publicitaria que, cada año de fiestas, es mayor.

Cartagena (Murcia) www.terra.es 01/09/2006

‘¿Que viene el elefante!’, gritaban unos. ‘¿Dónde, dónde?’, contestaban los más pequeños. ‘Por allí’, decían los mayores, apuntando a un indeterminado lugar de la lejanía. ‘¿Por allí!’, insistían cuando veían que el niño miraba justo en la dirección contraria a la que señalaban. Y entonces lo veían. Eso sí, en medio de la caravana publicitaria que, cada año de fiestas, es mayor.
Por allí estaban Amstel -con un autobús de dos pisos-, Puerto de Culturas -con el bus turístico-, McDonald’s -con el mismísimo payaso Ronald McDonald dándose una vuelta- , Leroy Merlin -con dos vehículos-,… regalando una enorme cantidad de cosas que los espectadores, cómo no, se mataban por recoger: caramelos, cajitas de lápices de colores, globos, camisetas, gorras, abanicos,…
Todos ellos, con el elefante -que de vez en cuando hacía alguna monería- en medio, formaban la avanzadilla de un desfile de Carthagineses y Romanos que repetía esquemas de otras ediciones de las fiestas, pero que incluía, este año, más animales e ingenios mecánicos, lo que lo hacía más atractivo.
Y es que, tras una noche de arduas negociaciones, que tuvieron como escenario principal el campamento festero, tropas y legiones decidieron darse una tregua hasta, al menos, el año que viene por, más o menos, estas mismas fechas. Y lo celebraron por todo lo alto, con un desfile en el que miles de festeros -carthaginés más, romano menos- se lucieron ante toda una ciudad que, durante los últimos diez días, se ha entregado a la cita. Y a los regalos que se daban.
Y porque esa tregua se mantenga durante los próximos meses, brindaron -mejor sería decir invitaron, sobre todo los romanos, más espléndidos- con los espectadores del desfile, a los que sirvieron bebidas de dioses en abundancia, acompañado, en algunos casos, de dulces. Un ejemplo: no es necesario ser muy avispado para adivinar de dónde le salía el vino a la estatua de Baal-Hamon.
Pero había más. Porque, además del elefante, había caballos -incluso un póney- y camellos. En este último caso, seis reales y otro mecánico. Al igual que una araña gigante que servía de presentación en el desfile a las Tropas de Magón. En cualquier caso, no hay que olvidar que, parodiando el dicho, detrás de cada animal había un operario de limpieza de Lhicarsa.
Y entre regalos -una tropa obsequiaba con silbatos-, animales, redobles de tambor y mucho bullicio callejero, sobre todo de los más pequeños, discurrió un desfile que se hizo más premioso de lo habitual. Ya fuera la hora de inicio -las siete y media de la tarde- o la enorme cantidad de metros que había entre algunos grupos, lo cierto es que bien entrada la noche, todavía se oían los pom-pom-pon-porrom del parche de los tambores.
Luis Suárez, el presidente de las fiestas, que veía el desfile junto a la alcaldesa, Pilar Barreiro, y que tenía a su lado a varios concejales ataviados para la ocasión -Carlos Fernández, por ejemplo-, no perdió ripio.
Carthagineses y Romanos, juntos, pero no revueltos, volvieron a sacar sus armas a la calle en una demostración de poderío que se debe confirmar el año que viene, cuando las fiestas de Cartagena cumplan su mayoría de edad.