TEATRO
ROMANO
1.-
INTRODUCCIÓN
El
teatro era el único género literario que en la época de la helenización de
la cultura latina se había enriquecido ya en Roma con una rica tradición
popular. Efectivamente, el carácter itálico se distinguía por una tendencia
a la chanza, a lo grotesco y a lo mordaz (el italum acetum a que se refirió
Horacio) que desde antiguo se plasmaba en representaciones improvisadas de
gran raigambre popular. Entre estas manifestaciones preliterarias relacionadas
con la escena destacan las "farsas atelanas" y el "mimo".
Las
farsas atelanas surgen entre los oscos y son pequeñas representaciones bufas
basadas en la vida cotidiana y en la que aparecen tipos fijos representados
por actores no profesionales cubiertos por máscaras: el viejo estúpido
(Puppus), el jorobado (Dosenus), el glotón (Buccus), y el joven atolondrado
(Maccus). Cuando por influencia de la helenización de la escena romana
comienzan a representarse tragedias, las atelanas pasan de ser un género dramático
menor a representarse a continuación de las mismas como exodium.
El
mimo era representaciones en que las tanto hombres como mujeres sin máscaras
daban vida a escenas de la vida diaria partiendo de un texto en prosa. En la
evolución del teatro romano va adquiriendo cada vez mayor popularidad,
desplazando a las atelanas en el exodium de las tragedias.
El
origen del teatro y de las representaciones dramáticas regladas debe
vincularse a la helenización general de la cultura romana tras la primera
guerra púnica; la presencia de tropas romanas en el sur de Italia y en
Sicilia no es ajena a este helenización. El teatro es el más claro ejemplo,
aunque no el único, de esta habilidad de la civilización romana para
apropiarse de manifestaciones artísticas de otros pueblos impregnándolas de
su propio espíritu. Según la tradición las primeras representaciones dramáticas
se deben a Livio Andrónico (c.284/204 a. de C.), a quien se le encargó, al
parecer en el 240, la puesta en escena de un tragedia y una comedia traducidas
del griego para celebrar los "ludi Romani" con motivo del fin de la
primera guerra Púnica.
En
la denominación que la literatura latina utiliza para las obras dramáticas
no se habla de tragedias y comedias; el término habitualmente utilizado para
cualquier tipo de representación es "fabula". La distinción entre
unas formas dramáticas y otras se basa más bien en el origen del asunto
tratado y en la caracterización de los personajes en escena. Distinguían así
los siguientes tipos de dramas:
TRAGEDIA
-
Fábula
crepidata o coturnata: Tragedia de asunto griego; se caracterizaba
porque los actores usaban el "coturno" o bota alta característica
de los actores trágicos griegos.
-
Fábula
praetexta: tragedia cuyo tema se basa en la leyenda o en la historia
romana. Toma el nombre de la toga orlada que llevaban los hombres ilustres
en Roma.
COMEDIA
-
Fabula
palliata: comedia latina de asunto griego. Recibía este nombre porque
los actores se cubrían con el "pallium" o manto griego.
-
Fabula
togata: comedia sobre temas y personajes romanos. Los actores vestían
la toga.
Tampoco
existió en Roma en los primeros tiempos una especialización de los
dramaturgos en trágicos y cómicos. Los iniciadores del género, Livio Andrónico
y Nevio, escribieron indistintamente obras de argumento trágico y cómico, sólo
a partir de Plauto se observa una tendencia a ceñirse a uno de los géneros.
Los distintos tipos dramáticos tuvieron desigual suerte en su desarrollo y,
de la misma forma, su conservación y transmisión también ha sido desigual.
La tragedia de argumento griego (fabula crepidata) y, en bastante menor
medida, la de asunto romano se cultivó con cierta asiduidad entre el 240 y el
90 a. de C., fecha en que muere Accio, el último trágico de la época de la
República. Sin embargo conocemos poco de esta actividad dramática: los
nombres de varios autores -Ennio, Pacuvio y Accio-, además de algunos títulos
y fragmentos. A partir de este momento la tragedia decayó y no se tiene
noticia de ninguna tragedia en el último siglo de la República. En la época
del imperio el gusto del pueblo por los espectáculos circenses y por el mimo
relegó la producción dramática, y más concretamente la de asunto trágico,
a los círculos intelectuales donde era recitada; se cargan así las tragedias
de ese tono retórico característico de la mayor parte de la literatura de la
época de Claudio y Nerón. De este período conservamos las tragedias
escritas por Séneca el Filósofo, únicas que nos han llegado completas y
entre las que se incluye una praetexta, que no debe considerarse obra suya.
La
fabula palliata está en cambio magníficamente documentada en las obras de
los dos grandes cómicos de los primeros siglos de la República: Plauto y
Terencio. La comedia dejó prácticamente de escribirse y representarse en el
siglo I a. de C., ante la competencia del mimo que había ido evolucionando
hacia un tipo de farsa licenciosa, con gran número de personajes y que llegó
a ser extraordinariamente popular.
Aunque
la mayor parte de las obras dramáticas que nos han llegado están basadas en
originales griegos, sin embargo la libertad en el trabajo de adaptación es
total. Los autores latinos no sólo introducen situaciones nuevas y
referencias a su momento histórico, sino que también utilizan en una misma
obra argumentos de distintos originales griegos e incluso escenas de autores
distintos. Este procedimiento se conoce con el nombre de contaminatio y es
particularmente visible en las comedias de Plauto y Terencio.
2.-
LA COMEDIA
2.1.-
Características generales
El
desarrollo de la comedia literaria basada en originales griegos (fabula
palliata) se vio mediatizado por la existencia desde antiguo, según hemos señalado
más arriba, de formas escénicas muy elementales (atelanas, carmina
fescennina, mimo), pero profundamente arraigadas en el gusto popular. Nevio
consiguió, sin apartarse de los modelos griegos, introducir en sus comedias
algunas notas de color itálico que acercó la palliata al público; en esta línea
continuó Plauto que consiguió para la palliata un nivel general de aceptación.
Sin embargo la competencia con las formas dramáticas autóctonas fue una
constante en la evolución de la comedia en Roma, y en la preferencia del público
por ellas está la clave de la corta vida de la comedia en comparación con
otros géneros también tomados de Grecia.
La
fabula palliata se inspira directamente en la Comedia Nueva ateniense; se
denomina así a la última fase de la comedia ateniense que se desarrolla
aproximadamente entre el 325 y el 263 a. de C. Los máximos representantes de
esta Comedia Nueva son Dífilo, Filemón y Menandro. Era una comedia de
costumbres que reflejaba la vida privada de las clases acomodadas. En esta
comedia burguesa la acción gira en torno a la vida y costumbres de una serie
de tipos fijos: el esclavo avispado, el viejo avaro, el joven enamoradizo,
soldados fanfarrones, cortesanas desenvueltas, doncellas honestas, etc. Las
situaciones de la comedia nueva eran atemporales y se podían fácilmente
adaptar a otro tiempo y a otro lugar.
Como
ya se ha dicho, a partir de Nevio fue práctica habitual la contaminatio:
utilizar más de un original e incluso en ocasiones más de un autor como
modelo. Los autores romanos utilizaron la forma griega para acentuar lo que en
la comedia más se aproximaba al gusto de los espectadores romanos: las
situaciones equívocas, los dobles sentidos, la parodia, etc. Se produjo en
cierto sentido una latinización de la comedia que culmina cuando se ponen en
escena tipos y costumbres de la vida cotidiana de Roma, surgiendo así la
fabula togata.
La
fabula palliata tenía una estructura formal tomada de sus modelos griegos y,
aunque no siempre encontramos la misma estructura, podemos distinguir en ella
las siguientes partes:
*Didascalias:
son obras de los gramáticos posteriores. en ellas se consignan el nombre del
autor, titulo de la obra, datos sobre la fecha y circunstancias de su estreno.
Igualmente se recoge el nombre de la obra griega utilizada como modelo y el de
su autor. No siempre han existido o se han conservado; todas las obras de
Terencio se nos han transmitido con su didascalia correspondiente, sin embargo
la mayor parte de las comedias de Plauto carecen de ellas.
-
Argumento:
es un resumen de la obra realizado también por los gramáticos posteriores.
-
Prólogo:
exposición del argumento a cargo de un actor o de un personaje simbólico.
Los prólogos de las comedias latinas son una magnífica fuente de información
sobre el teatro de siglo II a. de C. Los prólogos de Plauto son joviales,
pretenden divertir y, además de su carácter expositivo, incluyen chistes y
advertencias jocosas a los espectadores. Los prólogos de las comedias de
Terencio tienen una mayor profundidad y contienen la réplica del autor a
los ataques de que era objeto; dada la importancia de los prólogos en las
obras de Terencio, volveremos sobre ellos al ocuparnos de su autor.
-
Diálogo
o diverbia: partes dialogadas en verso.
-
Cantica:
parte del texto de las comedias que se cantaba con acompañamiento de
flauta. En el teatro de Plauto, como veremos más tarde, estas partes
cantadas tienen un amplísimo desarrollo.
2.2.-
Autores de palliatae
Aunque
Livio Andrónico y Ennio cuentan entre sus obras dramáticas con algunas
comedias, con anterioridad a Plauto sólo Nevio mostró mayor inclinación
hacia este género. Ya hemos aludido a su tendencia a introducir en sus
comedias tópicos itálicos para acercarlas al público. Poco sabemos sobre el
carácter y estilo de sus comedias porque sólo tenemos escasos fragmentos,
pero los títulos -Los carboneros, El alfarero, El adivino...- sugieren temas
de la vida común. Sin duda alguna podemos conocer de forma bastante exacta el
desarrollo de la comedia latina gracias a la obra de dos grandes comediógrafos
de la época republicana: Plauto y Terencio.
2.2.1.-
PLAUTO (c 255 a.C.- 189 a. C.)
Fue
el más popular de los autores de comedias y dominó absolutamente la escena
romana desde el 215 a. de C., fecha de su primer éxito escénico, hasta el
184 a. de C., año de su muerte o, al menos, de su última representación.
Plauto nació en Sarsina, ciudad de Umbria, hacia el 255 a. de C. y abandonó
pronto esta ciudad. La mayor parte de las informaciones que poseemos sobre la
vida y obra de Plauto proceden de Varrón, erudito del siglo I a. C., que
dedicó grandes esfuerzos a llevar alguna claridad sobre las circunstancias de
la vida del poeta umbro. Se sabe que en su juventud trabajó en el entorno de
compañías dramáticas (Varrón utiliza la fórmula in operis artificum
scaenicorum), donde pudo adquirir su conocimiento poco común de los aspectos
técnicos y del repertorio tanto griego como romano. Al parecer posteriormente
se dedicó al comercio y fracasó; como consecuencia del endeudamiento
provocado por su actividad comercial se vio forzado a trabajar como esclavo en
un molino. En esta situación escribe tres comedias que obtienen un rápido éxito
y que lo convierten, ya hasta su muerte, en el ídolo de los espectadores.
Desde el 215 y durante un trentenio aproximadamente produce para la escena un
abundantísimo número de comedias.
Plauto
es el primer poeta romano que se especializa en un sólo género literario;
sus contemporáneos Nevio y Ennio no sólo conjugan dentro de la actividad
dramática comedia y tragedia, sino que, probablemente llevados por el
ambiente heroico de estos primeros años de expansión de Roma, componen también
poemas épicos. En Plauto no encontramos alusión alguna al momento político,
ni utilización satírica de cosas o personas relacionadas con el Estado: su
elección es el género cómico que se acomoda a su talante jovial e inclinado
a la risa fácil sin segundas intenciones. En este sentido Plauto es una
personalidad excepcional en la literatura latina; sus obras están llenas de
la gran alegría de vivir y del espíritu burlón de su autor.
De
la enorme popularidad de Plauto da fe el hecho de que ya en el momento de su
muerte circularan como suyas unas ciento treinta comedias. Varrón, en su
estudio sistemático de la obra plautina, estableció como auténticas sin
ningún género de dudas veintiuna comedias de esas ciento treinta atribuidas.
Todas sus obras son palliatae, basadas en originales griegos de la
"Comedia Nueva"; su relación según el orden en que aparecen en los
manuscritos es la siguiente: Amphitruo, Asinaria, Aulularia, Captivi,
Curculio, Casina, Cistellaria, Epidicus, Bacchides, Mostellaria, Menaechmi,
Miles Gloriosus, Mercator, Pseudolus, Poenulus, Persa, Rudens, Stichus,
Trinummus, Truculentus y Vidularia, ésta última está en estado
fragmentario.
En
estas comedias se repiten con escasas variaciones tipos y situaciones, de
forma que resulta difícil, por no decir imposible, establecer un criterio de
clasificación; el único título que conviene a todas es el genérico de
"comedia de enredo" con múltiples complicaciones y situaciones cómicas.
Sin embargo, con algunas reservas y para facilitar su aprendizaje, se pueden
agrupar las comedias plautinas bajo los siguientes epígrafes:
-
Comedias
basadas en el equívoco o cambio de personas: Bacchides, Amphitruo,
Menaechmi.
-
Comedias
basadas en el "reconocimiento", es decir en el descubrimiento del
verdadero origen y condición de determinadas personas y que da lugar a un súbito
cambio de fortuna: Cistellaria, Curculio, Epidicus, Poenulus.
-
Farsas
cómicas. Asinaria, Persa, Casina.
-
Comedias
de caracteres: Pseudolus, Truculentus.
-
Comedias
en las que confluyen motivos y situaciones: Aulularia, Captivi, Trinummus,
Miles Gloriosus.
Plauto
no oculta en ningún momento que sus obras están basadas en otras griegas;
utiliza para referirse a su trabajo el término "vertere" (traducir)
y, en ocasiones, cita el autor y la obra que utiliza como modelo. Sin embargo,
como hizo Nevio con anterioridad, maneja los modelos griegos con una absoluta
libertad; no sólo mezcla fragmentos de distintas obras y de distintos autores
griegos (la ya comentada contaminatio, de la que Plauto hace un amplio uso),
sino que además modifica el original cortando o añadiendo, insertando
recursos cómicos típicamente itálicos, recreando situaciones con mayor
fuerza cómica y, en definitiva, dando lugar a una comedia totalmente
diferente, profundamente romana. La finalidad última del teatro plautino es
divertir: pretende conseguir un efecto cómico en cada escena, aunque para
ello tenga que sacrificar la lógica interna de la acción. Para lograr el
efecto cómico deseado no le importa al autor caer en contradicciones,
anacronismos e incongruencias; la caracterización de los personajes es a
veces extravagante y las situaciones se alargan frecuentemente más allá de
lo verosímil, Todo ello contribuye a dar a las comedias de Plauto un carácter
fantasioso que es su principal virtud y que las convierte en intemporales.
También
en el campo de la estructura formal se distancia Plauto de sus modelos
griegos, creando una forma nueva de comedia con entidad propia. Como ya se ha
comentado, desde Livio Andrónico el teatro romano concede mayor importancia a
las partes cantadas que el teatro griego; Plauto acentúa esta tendencia,
creando una comedia en la que la parte dialogada o recitada (diverbia) ocupa
en la mayor parte de las obras sólo un tercio del total. Los cantica se
enriquecen en su estructura y en su métrica; no sólo incluyen parlamentos y
recitados al son de flauta, también se encuentran fragmentos melodramáticos
(arias, solos, duos) interpretados con acompañamiento instrumental. Este carácter
melodramático de las comedias de Plauto, unido a su lenguaje cotidiano y
popular de gran fuerza cómica, les confiere un carácter propio e
inconfundible.
Plauto
gozó siempre de una gran acogida entre el público y sus comedias se
siguieron representando con gran éxito mientras existió una tradición
teatral viva en Roma. Durante el clasicismo de los últimos años de la República
y de la época de Augusto la popularidad de Plauto sufre un cierto retroceso
por influencia de los grandes poetas del momento, en particular Horacio, a
quienes disgustaba en general la literatura de la época arcaica. A partir del
Renacimiento Plauto vuelve a ser leído y representado, ejerciendo sus obras
gran influencia en el teatro inglés del siglo XVI. Como muestra de esta
influencia de las comedias plautinas en el teatro europeo de los siglos XVI y
XVII baste decir que La comedia de los errores de Shakespeare utiliza el
argumento de Menaechmi y que El avaro de Moliére recuerda al Euclión de la
Aulularia
2.2.2.-
TERENCIO (185-4? a. C.)
La
vida del segundo de los grandes comediógrafos latinos está marcada por dos
factores determinantes: por un lado, su brevedad, ya que no se extendió más
allá de veinticinco o treinta y cinco años; por otro, su estrechísima
relación con la aristocracia filohelénica que se reunía en torno a los
Escipiones y que es un factor imprescindible para entender las comedias de
Terencio.
Publio
Terencio Afer nació en Cartago, en el norte de África; su fecha de
nacimiento es incierta. Suetonio, biógrafo del siglo I de nuestra Era que
escribió una extensa "vita" del poeta, da como fecha para su
nacimiento el 185/184 a. de C.; sin embargo, algunos estudiosos de la
literatura latina proponen adelantar la fecha hasta el 190. Se sabe con
seguridad que, siendo todavía adolescente, llegó a Roma como esclavo del
senador Terencio Lucano, quien le dio una esmerada educación y le concedió
la libertad. Como era costumbre adoptó el "nomen" de su patrón,
Terencio, y mantuvo en el "cognomen", Afer, la referencia a su
procedencia geográfica.
Probablemente
en casa de su amo y protector conoció y se ganó la benevolencia de los espíritus
cultos y refinados de la ciudad. Roma vivía un momento excepcional, comenzaba
su expansión victoriosa por el Mediterráneo oriental, y parte de la
aristocracia romana había adoptado el ideal cultural griego; en el llamado Círculo
de los Escipiones se reunían filósofos (Panecio), historiadores (Polibio),
retores (Leilo) y poetas (Lucilio), todos movidos por el mismo deseo de
difundir e integrar en la literatura latina las formas literarias griegas. A
este mundo culto y refinado pertenece Terencio y con frecuencia se le ha
considerado como su portavoz. En el año 160 a. C. emprendió un viaje a
Grecia por causa que desconocemos y en el transcurso del mismo, en
circunstancias igualmente oscuras, falleció. Suetonio da como fecha de su
muerte el 159.
La
corta carrera dramática de Terencio se extiende por espacio de seis años;
entre el 166 y el 160 escribió seis comedias palliatas, cuyas fechas de
estreno conocemos perfectamente, ya que todas se nos han transmitido con su
correspondiente didascalia. La mayor parte de sus comedias siguen originales
griegos de Menandro, el más moderado y moral de los autores del Comedia
Nueva. La relación de las comedias de Terencio según el orden de su
representación es el siguiente:
-
Andria
("La mujer de Andros"), estrenada en el 166.
-
Hecyra
("La suegra"). El primer estreno, que fue un sonoro fracaso, tuvo
lugar en el 165.
-
Heautontimoroumenos
("El atormentador de sí mismo), en el 163
-
Eunuchus
("El eunuco"), en el 161
-
Phormio
("Formión"), en el 161
-
Adelphoe
("Los hermanos"), en el 160. En este mismo año tiene lugar el
segundo y tercer intento de estreno de Hecyra, que sólo en el tercer
intento consigue el éxito.
Como
se puede observar, a diferencia de Plauto, el éxito de público no fue para
Terencio algo inmediato, si bien cuando se produjo, en concreto con el
Eunuchus, éste fue rotundo. Pero no sólo tuvo que enfrentarse el poeta con
la indiferencia y frialdad del público en sus primeras obras, sino que
durante toda su corta carrera dramática tuvo que hacer frente a la crítica
de otros poetas dramáticos y literatos. A defenderse de estos ataques consagró
el poeta los prólogos de sus comedias, y en ello es totalmente original. El
prólogo, como ya hemos señalado, era un elemento fundamental en las obras
dramáticas.
Generalmente
en Grecia, tanto en la tragedia como en la comedia, se utilizaba el prólogo-exposición,
en el que se presentaba de forma concisa el tema de la pieza teatral. Muy
excepcionalmente, la Comedia Nueva añadía a la exposición de la trama el
elogio de la obra y de su autor (prólogo-elogia). Plauto utiliza todo tipo de
prólogo, aunque prefiere el prólogo-benevolencia. Terencio rechaza los prólogos-exposición
por considerarlos groseros y convierte los suyos en prólogos literarios en
los que intenta dar respuesta a las acusaciones que se le formulaban, razonaba
sobre los modelos utilizados y exponían sus ideas sobre su obra. El conjunto
de los prólogos terencianos son una magnífica fuente para el estudio de su
autor. Las respuestas de Terencio nos permiten conocer qué críticas se le
formulaban. Se le acusaba de aceptar colaboración de sus nobles amigos para
escribir sus comedias, de plagiar trozos y personajes de otros autores
romanos, de "contaminar" los originales griegos y de debilidad de
estilo.
Después
de la muerte de Plauto los gustos habían cambiado y los círculos literarios
no aceptaban de buen grado la latinización de los originales griegos.
Terencio se somete al gusto imperante y mantiene en sus comedias el ambiente
griego. Huye deliberadamente del chiste fácil, de las tramas complicadas, del
recurso a la caricatura, en definitiva de todo aquello que había conferido a
las comedias de Plauto su peculiar estilo. En Terencio toda la comedia gira en
torno a la caracterización de los personajes, las inconsecuencias y el
contraste entre ellos es el medio escogido por el poeta para provocar la
hilaridad, que siempre será moderada, más próxima a la sonrisa que a la
abierta risa de Plauto. Quizá este sea unos de los puntos débiles de la obra
de Terencio: sus obras son de un gran altura desde el punto de vista lingüístico,
la caracterización psicológica de los personajes está lograda, pero el
conjunto carece de fuerza cómica. La nota dominante de sus comedias no es la
burla, sino más bien la piedad, la ternura y la melancolía.
Sus
personajes son amables y no guardan relación alguna con los estereotipos
caricaturescos pintados por Plauto. En las comedias de Terencio los esclavos
son serviciales, los hijos respetuosos, los padres afectuosos y preocupados,
las matronas respetables, etc. En conjunto traza unos cuadros de menor efecto
cómico, pero de gran valor humano.
Terencio
pretende escribir obras de teatro de un elevado nivel artístico. Su lengua es
de gran pureza y elegancia. Desde la época imperial se le proponía como
modelo de "sermo urbanus". En resumen, Terencio por sus
conocimientos literarios, por sus gustos elevados, por su estilo elegante
alejado de toda vulgaridad,es un representante cualificado de lo que en su época
se llamó "humanitas", cualidad que el propio poeta resumió
admirablemente en este conocidísimo verso: Homo sum: humanum nil alieni puto
(Heautontimoroumenos v.25).
3.-
LA TRAGEDIA
3.1.-
La tragedia en la época de la República
Como
ya se ha indicado la tragedia comienza en Roma después de la conquista de
Tarento en el 272 a. de c., que supuso a su vez la "conquista" de
Roma por la cultura griega, según recoge el célebre verso de Horacio:
Graecia capta ferum victorem cepit. Desde esta época hubo poetas que
tradujeron o vertieron al latín dramas griegos, Se piensa generalmente que la
tragedia no alcanzó nunca en Roma la popularidad que lograron la comedia y
otras formas escénicas. Quizá la razón de esta opinión generalizada resida
en que sólo nos quedan escasos fragmentos de las tragedias de la época
republicana y su carácter retórico los hace poco atractivos. Pero lo cierto
es que la tragedia tuvo una larga vida en Roma; se siguió representando por
espacio de más de doscientos años y los romanos de la época clásica conocían
y apreciaban a Ennio, Pacuvio y Accio como grandes trágicos.
3.2.-
La tragedia durante el Imperio: SÉNECA
Durante
los primeros años del principado de Augusto se confirma la tendencia a la
desaparición de la tragedia y de otras formas de drama literario con
pretensiones escénicas. Ya en gran parte del último siglo de la República
se había constatado la ausencia de otras nuevas para su representación. Por
otra parte, el paso del tiempo había dado lugar a cambios tanto en el estilo
como en los gustos literarios, lo que hacía que las obras de los tragediógrafos
republicanos parecieran cada vez más arcaicas y rudas a medida que pasaba el
tiempo. El público romano, menos cultivado que el griego, mostraba
preferencia por los espectáculos circenses y, dentro de los espectáculos escénicos,
el mimo, las atelanas y las pantomimas sustituyeron a las obras dramáticas de
mayor valor literario. De esta forma en el siglo I d. C. la tragedia se
convierte en un ejercicio literario dedicado exclusivamente al recitado y la
lectura en círculo literarios e intelectuales. La última representación de
una tragedia nueva de la que se tenga noticia oficial tuvo lugar en el año 29
a. C; se trata de la puesta en escena del Thiestes de Lucio Varo Rufo
promovida por el propio Augusto para celebrar su victoria en Actium. Algo más
tarde tenemos noticias de una segunda tragedia del poeta Ovidio titulada
Medea. Ambas obras de la época augústea se han perdido completamente y sólo
conocemos los títulos y referencias de los estudiosos de los géneros
literarios como Quintiliano.
Dado
este estado de cosas, resulta sorprendente que precisamente las únicas
tragedias que se nos han conservado completas se sitúen en este período en
el que su representación había caído en desuso. Efectivamente, existe un
"corpus" de diez tragedias, integrado por nueve "fabulae
coturnatae" más una "praetexta", atribuidas a Séneca el Filósofo
(5-65 d. de C). De ese conjunto de obras, ocho son con toda seguridad de Séneca:
Hércules Furens, Troades, Phoenissae, Medea, Phaedra, Oedipus, Agamemnón,
Thyestes; una, Hércules Oateus, es de atribución dudosa y la
"praetexta", titulada Octavia, no puede ser de ninguna manera obra
suya.
No
se sabe exactamente qué lugar ocupan cronológicamente las tragedias en el
conjunto de la extensísima obra de Séneca. Generalmente se ha considerado
que fueron escritas en su primera época, con anterioridad a la redacción de
sus tratados filosóficos, pero lo cierto es que no hay ningún dato objetivo
que corrobore dicha opinión.
En
cuanto a la relación de las tragedias senequianas con sus originales griegos,
hay que decir queSéneca sigue la práctica habitual en el teatro latino y
mezcla distintas obras griegas en una misma tragedia. Utiliza en mayor medida
como modelo las obras de Eurípides que la de los dos trágicos anteriores.
Aunque sigue habitualmente las versiones tradicionales de los mitos, difiere
notablemente en su tratamiento escénico; Séneca demuestra un gusto especial
por los detalles truculentos, por la desmesura en la expresión de los
sentimientos y pasiones que lo alejan de la tragedia clásica griega; sus
personajes, cuyo análisis psicológico es riquísimo, tienen un código de
valores morales radicalmente distinto al de los personajes de Eurípides. Su
estilo es marcadamente retórico, caracterizado por la precisión y el
laconismo que se expresa frecuentemente por medio de aforismos y sentencias.
Las tragedias de Séneca no tuvieron gran influencia en su época, pero en
cambio ejercieron un profundo influjo a partir del siglo XV en el teatro
italiano e inglés.
Los
manuscritos de las obras de Séneca recogen también una tragedia praetexta,
titulada Octavia. Es la única obra de su género que se nos ha conservado,
pudiéndose afirmar hoy con toda certeza que no es el filósofo cordobés y
que debe fecharse en una época ligeramente posterior, durante el reinado de
los primeros Flavios. Utiliza como argumento la desdichada vida de Octavia,
hija de Claudio y Mesalina, obligada a casarse con Nerón y asesinada después
en el exilio.
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