NOVELA
ROMANA
1.-
CONCEPTO Y DELIMITACIÓN DEL GÉNERO
El
problema fundamental que nos encontramos al tratar la Novela en la Antigüedad
clásica es el de su indefinición. Los griegos habían fijado un nombre y
unas características para cada género literario y esta clasificación había
quedado definitivamente establecida. Pero las primeras novelas surgen en época
muy tardía y no encuentran acomodo en los géneros tradicionales.
Ante
la necesidad de definir de alguna manera este nuevo tipo de literatura se la
relaciona por su carácter narrativo con la historia y por los argumentos
narrados con la comedia. A principios del siglo V p.C. un escritor latino,
llamado Macrobio define la novela como narraciones ficticias de tema amoroso
cuya finalidad es la pura diversión. Es un producto de un mundo en
decadencia; tanto la sociedad helenística de la que es reflejo la novela
griega, como la romana de la época imperial, en la que se sitúa la novela
romana, son mundos en crisis política, social y religiosa. Típico producto
de este mundo sin fronteras es la novela, género abierto en el que se mezclan
historia y ficción, prosa y poesía, amores y aventuras. Todas las novelas de
la Antigüedad clásica, sean griegas o latinas, tienen algunos rasgos comunes
por encima de las diferencias que más tarde señalaremos. Quizá el elemento
común por excelencia sea la presencia del tema amoroso como núcleo de la
trama; este contenido erótico sitúa la novela en la esfera de la vida
privada, individual: su intención es la pura diversión y es ajena a los
acontecimientos políticos y sociales. Es rasgo también general el continuo
viajar de los protagonistas, que posibilita la complicación de la trama
inicial con múltiples aventuras.
A
pesar de esas características comunes que acabamos de señalar, en el
conjunto de novelas de la antigüedad se pueden distinguir con claridad dos
grupos con notables diferencias entre sí. Tenemos, en primer lugar, las
novelas románticas, idealistas, escritas en griego y vinculadas al mundo
helenístico: son obras de evasión en las que se mezcla la trama amorosa con
relatos de viajes y aventuras azarosas. Por otra parte, encontramos una novela
cómica, originada en el mundo romano, con unas características específicas
en su técnica literaria y en su intención. A este tipo de relato cómico,
que no se da en el mundo griego, pertenecen las dos únicas novelas latinas:
El Satiricón de Petronio y El Asno de Oro de Apuleyo. Estas dos obras, de las
que más tarde nos ocuparemos por separado, tienen rasgos afines que nos
permiten de alguna manera caracterizar el género de la novela en Roma.
El
primer elemento característico de la novela latina es su tono satírico. Como
ya hemos tenido ocasión de señalar en numerosas ocasiones, el componente satírico
es propio del carácter itálico e impregna gran parte de sus manifestaciones
literarias. Las novelas romanas incluyen parodias de todo tipo sobre
cuestiones religiosas, literarias y sociales. A través de las aventuras de
los protagonistas se traza un cuadro caricaturesco de una sociedad decadente,
pero su intención no es moralizante: el protagonista de la novela latina no
intenta cambiar el mundo que le es hostil, sólo intenta sobrevivir en él.
En
el aspecto formal las dos novelas latinas se caracterizan por su perfección:
los autores desean mostrar su ingenio y su manejo de la lengua; en este
aspecto son deudores de las escuelas de Retórica, que contaban con ejercicios
para desarrollar la narración de una acción completa. A pesar de su carácter
popular, la novela cómica por su fina ironía no puede ser entendida en
profundidad sino por un público que tenga una educación literaria. Tanto
Petronio como Apuleyo complican la trama con gran cantidad de aventuras,
insertando en medio de la obra relatos novelescos, independientes con entidad
y valor artístico propios, y todo ello sin que se deteriore el sentido del
conjunto. La novela latina es, pues, un género literario con características
propias en el que confluyen las influencias de los cuentos milesios, la sátira
y el mimo.
2.-
EL SATIRICÓN
2.1.-
El autor: PETRONIO
El
Satiricón es una de las obras antiguas cuya transmisión ha sufrido mayor número
de vicisitudes; no sólo nos ha llegado en estado fraccionario sino que ha ido
apareciendo en épocas distintas y en diferentes manuscritos. La obra presenta
a sus estudiosos gran cantidad de cuestiones entre las que se sitúan la fecha
de su composición y la identificación de su autor; cuestiones ambas, como
veremos a continuación, estrechamente relacionadas entre sí. La fecha en que
se escribió el Satiricón es una cuestión abierta para la que no existe
solución definitiva. Se han propuesto diversas fechas que van desde la
segunda mitad del siglo I de nuestra era como fecha más temprana, hasta
cualquier fecha del siglo II; algunos incluso han propuesto una cronología más
tardía, retrasando su composición hasta el siglo III. En la actualidad la
mayor parte de los estudiosos de esta obra, apoyándose en la situación económica
y social que se refleja en la misma y, muy especialmente, en sus referencias
literarias y culturales, se inclinan a favor de la composición en los últimos
años del reinado de Nerón.
En
algunos de los manuscritos figura el nombre del autor como Petronius Arbiter.
Los estudiosos que proponen los años finales del reinado de Nerón como fecha
para el Satiricón, identifican este Petronius Arbiter de los manuscritos con
un consular del mismo nombre, al que el historiador Tácito se refiere en los
Anales (libro XVI, 18-19). Este personaje de la corte neroniana es descrito de
forma inusualmente minuciosa como un aristócrata de gustos refinados, con una
capacidad inagotable para procurarse nuevos e inusitados placeres pero también,
como demostró siendo procónsul de Bitinia, con una considerable capacidad e
inteligencia cuando desempeñaba cargo de responsabilidad. Este noble
perteneció al grupo de íntimos de Nerón, fue su favorito y, en palabras del
propio Tácito, era considerado por el propio emperador su "arbiter
elegantiae"; la coincidencia de este apelativo atribuido al Petronio de
la corte neroniana con el "cognomen", ciertamente raro, del autor
del Satiricón ha propiciado que ambos se identifiquen.
Tácito
nos informa también sobre la fecha y la circunstancias de la muerte de
Petronio. A causa de la envidia y la intriga de otros personajes de la corte,
fue acusado de tener amistad con uno de los participantes en la conjura de Pisón.
Sin esperar a ser condenado se dio muerte serenamente en el año 66,
manteniendo en la muerte la misma postura epicúrea que había mantenido en
vida. Tácito contrapone el comportamiento sencillo y elegante de Petronio en
estos últimos momentos con la actitud solemne y engolada de los estoicos, Catón
y Séneca por ejemplo, en las mismas circunstancias.
2.2.-
Contenido y estructura de la obra
Como
ya hemos señalado. El Satiricón nos ha llegado extraordinariamente
fragmentada; parece que debía tener al menos dieciséis libros, porque se nos
han transmitido parte del XIV, XV y del XVI. Los fragmentos que tenemos sólo
abarcan algunos pequeños episodios, si exceptuamos un episodio que nos ha
llegado completo y que se conoce como La cena de Trimalción.
La
obra, una de las más bellas y originales de la época imperial, es
extraordinariamente compleja, no sólo por su trama sino también por la gran
cantidad de géneros que, como tendremos ocasión de ver más adelante,
confluyen en ella. Si aceptamos, como venimos haciendo, la fecha de segunda
mitad del siglo I para su composición, se trataría de la más antigua de las
novelas conservadas, aunque sea de forma incompleta.
En
relato principal está en primera persona y se centra en las vergonzosas
aventuras del propio narrador, Encolpio, y de su amante Gitón, joven hermoso
y carente de escrúpulos. Queriendo hacer una parodia de la Odisea de Homero,
Petronio nos muestra a Encolpio zarandeado de un lado a otro a causa de la ira
de Príapo, obsceno dios de la fertilidad, como Ulises lo era a causa de la
ira de Poseidón. Pero en esta obra, que toma como base una humanidad
degenerada y grotesca, no hay nada heroico.
En
la primera parte de sus aventuras están acompañados por Ascilto. Los tres
personajes carecen completamente de moral, pero demuestran gran inteligencia
en sus aventuras por las ciudades helenizadas de Italia del Sur. En la segunda
serie de aventuras acompaña a Encolpio y a Gitón un nuevo personaje:
Eumolpo; se trata de un viejo poeta sentimental y sin escrúpulos con quien
viajan a Crotona. En el relato principal se insertan numerosos episodios
menores con entidad y valor literario propio, novelas dentro de la novela. El
conjunto forma una serie de aventuras extravagantes, eróticas la mayor parte
de las veces, en las que se reúnen personajes de todo tipo: ladrones,
fanfarrones, pervertidos, retores, doncellas y matronas dominadas por la
lujuria, etc... Es, quizás (entre otras cosas), la primera novela de pícaros,
que, moviéndose en un mundo en descomposición, intentan sobrevivir en él.
El
episodio más extenso y de mayor entidad de los conservados es el llamado La
cena de Trimalción. Este episodio ha aparecido aparte y en un manuscrito
distinto al resto de los fragmentos. Narra un banquete ofrecido por Trimalción,
liberto recientemente enriquecido, y al que son admitidos el joven Encolpio y
sus acompañantes. El anfitrión y su esposa Fortunata hacen ostentación de
su riqueza tanto en la decoración de la casa como en la profusión de
suntuosos platos para sus invitados. El tema le sirve a Petronio para trazar
una viva caricatura de la vulgaridad de esta clase de nuevos ricos que
proliferaban en la época imperial. Durante la comida se suceden incidentes
grotescos y conversaciones ridículas; se incluyen también relatos cortos
como el hombre-lobo y el de las brujas malvadas. Toda la escena está narrada
con una vivacidad y un realismo verdaderamente brillante y asombroso; el ridículo
personaje de Trimalción con sus rasgos caricaturescos es una figura compleja:
engreído y pagado de sí mismo por un lado, amable y de buen corazón por
otro; preocupado por su salud y su muerte, pero deseoso de disfrutar de todo
lo que su buena situación pueda ofrecerle. Petronio traza en esta imagen del
nuevo rico una de las figuras más lograda de la literatura romana. Mención
aparte merece dentro del estudio de la estructura de la obra las narraciones
cortas, que se pueden considerar, como ya hemos dicho anteriormente,
verdaderas novelas dentro de la novela. De entre ellas se pueden destacar la
del hombre-lobo y la de las brujas maléficas, incluidas ambas en La cena de
Trimalción, así como la de la Matrona de Éfeso y el Muchacho de Pérgamo,
puestas ambas en boca del poeta Eumolpo, compañero de Encolpio y Gitón en la
segunda serie de aventuras. Los cuentos del muchacho de Pérgamo y de la viuda
de Éfeso, relacionados con los cuentos milesios, tienen mayor interés
literario. El primero aborda el tema de la homosexualidad: el segundo cuenta
con tono picante la seducción de una viuda por parte de un soldado en la
propia cámara sepulcral de su marido. El cuento de la viuda de Éfeso
pertenecía a la tradición popular y tiene un antecedente claro, aunque muy
esquemático, en una fábula de Fedro.
Por
último encontramos en El Satiricón, además de gran número de pequeñas
poesías, dos poemas extensos, que merecen ser tenidos en cuenta en un
comentario de la estructura de la obra petroniana. El primero de ellos canta
la destrucción de Troya, y se encuentran en él no sólo ecos del libro II de
la Eneida sino también de otras versiones griegas. El segundo, bastante más
interesante desde el punto de vista de la teoría literaria, es un largo poema
sobre la guerra civil; algunos quieren ver en él una crítica o parodia de La
Farsalia de Lucano. Este tipo de poemas apoya la tesis de los que piensan que
Petronio escribía para un público entendido, capaz de reconocer y valorar
las alusiones a autores y obras dispersas por la novela.
2.3.-
Valor literario del Satiricón
Con
El Satiricón Petronio consigue una obra totalmente nueva y original, que se
adaptaba bien al gusto de la época y representaba a la perfección el espíritu
escéptico y epicúreo de su autor. En su conjunto es una obra difícilmente
clasificable, en la que se reconocen rasgos de distintos géneros, sin que
ninguno de ellos la expliquen en su totalidad. La mayor parte de los
estudiosos de Petronio han puesto en relación su obra con la sátira menipea,
con los cuentos milesios, con la novela helenística y con los libros de crítica
literaria.
Quizá
la relación más evidente sea con la sátira menipea popularizada por Varrón:
era éste un subgénero todavía vivo en esta época, como lo evidencia la
difusión de La Apocolocyntosis Divi Claudii de Séneca, y que daba salida al
genio satírico romano. Aunque no se pueda reducir de ninguna manera El
Satiricón a una sátira menipea, hemos de reconocer el influjo de ésta en su
tono paródico y burlesco, en la caracterización de los personajes y, muy
especialmente, en la ya comentada mezcla continua de prosa y verso
(prosimetrum).
Visible
es también su relación con las fabulae milesiae. Estas narraciones cortas,
que incluían relatos de viajes y que tenían alto contenido erótico, surgen
en Asia Menor en el siglo II a. C.; su cultivador principal es Arístides de
Mileto y se difunden rápidamente por el mundo romano desde la época de Sila
(principios del siglo I a. de C.). Es un género menor, de fundamento popular
que se caracteriza por la brevedad, la obscenidad y la agudeza picante. Una
serie de rasgos tanto argumentales como puramente formales acercan la obra de
Petronio a estas narraciones milesias. Pueden tener este origen el tema de la
impotencia viril así como la existencia de aventuras de viajes y
navegaciones. Es sin duda aportación de las fabulae milesiaela concatenación
de distintos episodios, que brotan unos de otros sin que se pierda el hilo
conductor.
Por
último, no se puede soslayar la existencia de pasajes completos, como los dos
poemas ya comentados, con un valor innegable de crítica literaria. Se puede,
pues, concluir que El Satiricónes una obra distinta, original y
extraordinariamente compleja, en la que, partiendo formalmente de la sátira
menipea, el autor introduce rasgos descriptivos tomados de las novelas de
viajes, así como una parodia de las novelas de amor.
También
en el estilo literario Petronio muestra una extraordinaria variedad que se
adecua perfectamente a la complejidad argumental. Desde el punto de vista lingüístico
El Satiricón es un documento de un extraordinario valor. Todos los tonos
literarios están absolutamente mezclados en perfecta consonancia con el tema
narrado y con la caracterización del personaje; los pasajes cómicos se
alternan con los trágicos, y a los puramente burlones suceden otros de gran
patetismo. Básicamente se distinguen en Petronio dos estilos distintos, por
un parte, el del narrador y los personajes educados; por otra, el que se
atribuye a Trimalción y su entorno. De nuevo vemos el contraste, ahora en un
plano lingüístico; junto a las expresiones solemnes y retóricas de los círculos
cultivados se nos presenta el lenguaje popular a veces sencillo, a veces
vulgar y soez.
Como
toda la literatura de la época, El Satiricón tiene en su conjunto aspecto
barroco, destacando el extraordinario realismo en la descripción de la
sociedad de su tiempo, tanto en los aspectos morales y de costumbres como en
los lingüísticos.
Es
difícil hallar pruebas de la influencia de Petronio en la literatura
posterior. A partir del siglo XVI, más bien hacia final del mismo, parece que
empiezan a circular por Europa sucesivas ediciones de los fragmentos, hasta
entonces descubiertos, del Satiricón. Según el erudito del siglo XIX Menéndez
y Pelayo, la influencia de Petronio en la literatura española es prácticamente
nula. El primer escritor español que cita expresamente a Petronio es Quevedo,
que alaba el estilo del escritor latino y lo considera entre los más grandes
escritores de la antigüedad.
3.-
EL ASNO DE ORO
3.1.-
El autor: APULEYO
La
mayor parte de la información sobre la vida de Apuleyo la obtenemos de su
propia obra. Aunque su fama descansa especialmente en su obra de ficción Las
Metamorfosis o El Asno de Oro, la única novela de la literatura latina que
nos ha llegado completa, Apuleyo es un prolífico escritor que escribe de
filosofía y ciencia y que ejerce además la abogacía. Dos de sus obras -
Floridas y La Apología- proporcionan información directa sobre su autor,
mientras que también de la novela El Asno de Oro pueden obtenerse de forma
indirecta algunos datos.
Sabemos
que, al igual que la mayor parte de los escritores del siglo II de nuestra
era, nació en África, concretamente en Madaura, ciudad situada en Numidia.
Desconocemos la fecha exacta de su nacimiento, aunque se fija en torno al 125
d. de C. Conocemos también que su padre, que había llegado de Italia entre
los veteranos que repoblaron Madaura, llegó a tener un puesto importante en
el gobierno municipal y que gozó de una más que desahogada posición económica.
Apuleyo
recibió una educación esmerada, como correspondía a la situación social y
económica de su familia. Los primeros estudios los realizó en Cartago, la
ciudad más importante de la provincia y una de las más importantes del
Imperio; el escritor manifestó siempre en sus escritos gran cariño y
gratitud por esta ciudad y por la formación que ella recibió. Al quedar huérfano,
coincidiendo casi con el final de su etapa de formación en Cartago, entra en
posesión de una herencia importante que le permite completar su educación,
viajando por Oriente, Grecia e Italia. Pasa una larga temporada en Atenas que
seguía manteniendo su prestigio y era un centro de atracción intelectual. En
Atenas Apuleyo, espíritu inquieto y deseoso siempre de conocer profundamente
todas las cosas, se interesa fundamentalmente por la filosofía, que pasa a
ser su principal preocupación; conoce el aristotelismo y el platonismo, del
que se declara seguidor y así le gusta referirse a sí mismo como "filósofo
platónico". A su amor por la filosofía añade también su afición por
las religiones orientales y por los cultos mistéricos tan en boga en ese
momento en todo el mundo romano; durante su estancia en Grecia y Oriente se
hace iniciar en varios ritos mistéricos y participa en toda clase de cultos.
Es importante esta faceta de la formación de Apuleyo para comprender en
profundidad algunos aspectos de su novela, El Asno de Oro.
Durante
un cierto tiempo residió también en Roma, donde estudió retórica y ejerció
como abogado. Completada su formación Apuleyo se establece en Cartago, desde
donde difunde tanto en latín como en griego (in utraque lingua) sus
conocimientos filosóficos, religiosos y retóricos. Como los nuevos sofistas
entre los que se cuenta, pronuncia conferencias que han quedado recogidas, al
menos en parte, en Las Floridas.
Episodio
importante en la vida de Apuleyo es su matrimonio que motivó su encausamiento
acusado de magia. En un viaje a Alejandría, cuando era joven, cayo enfermo y
fue atendido por una viuda rica, bastante mayor que nuestro escritor y madre
de un amigo. A pesar de la diferencia de edad Apuleyo contrajo matrimonio con
ella. Los parientes de Pudentia presentaron una demanda contra él, acusándole
de haber utilizado la magia para seducirla. Apuleyo asumió su propia defensa,
que se nos ha conservado en su Apología, cuyo verdadero titulo es De magia o
Pro se de magia. Su defensa constituyó un rotundo éxito y fue absuelto.
En
el último período de su vida, establecido en Cartago, gozó del
reconocimiento de sus conciudadanos; tuvo un puesto destacado en la sociedad,
llegando a ser sacerdote del culto imperial. Las últimas noticias sobre
nuestro autor se sitúan en el año 174, en el que sabemos que pronunció un
discurso ante el procónsul Escipión Orfito; a partir de este momento se
pierde totalmente su rastro. Se piensa que debió morir en África en torno al
180 d. de C.
Aunque
en el presente tema sólo nos vamos a ocupar de la novela El Asno de Oro, una
de las últimas obras de su autor, conviene recordar que Apuleyo fue escritor
con una abundantísima producción que abarca obras de filosofía, discursos y
poesía. Por La Apología o por referencias de los gramáticos conocemos más
de veinte títulos de obras atribuidas a Apuleyo, de las que una gran parte se
han perdido. Hacemos a continuación una breve relación de sus obras
principales, sin incluir El Asno de Oro.
3.2.-
Contenido y estructura de la obra
La
fama de Apuleyo va unida más a su novela El Asno de oro que a sus obras filosóficas
y oratorias. El autor construye en once libros, probablemente en el momento de
su madurez creadora, una novela de aventuras con un fondo místico-religioso.
El episodio central de la obra es la transformación por arte de magia en asno
de Lucio, un joven de Corinto, y las peripecias que sufre hasta recuperar su
forma humana gracias a la intervención milagrosa de Isis. Los estudiosos de
la novela latina han centrado sus discusiones en torno a varias cuestiones
fundamentales: el título de la obra, las fuentes utilizadas por su autor y,
por último, el género al que la obra se adscribe.
El
título que originariamente llevó el libro y que nos transmite la tradición
manuscrita es el de Metamorfosis, con el que se alude tanto a la transformación
del protagonista en asno, núcleo central de la obra, como a otros cambios y
hechizos de los que el libro está lleno. Ya desde la Antigüedad se popularizó
un segundo título, que hizo mayor fortuna: El Asno de oro. San Agustín
(354-430), buen conocedor de la obra de Apuleyo, se refiere a la novela como
"los libros que con el titulo de Asno de Oro escribió Apuleyo" (La
ciudad de Dios XVIII,18). Una vez admitido el título, se discute si el
adjetivo "aureus" (de oro) hace referencia al carácter excepcional
del asno que piensa y razona como un hombre, o más bien tiene otro
significado dentro de la simbología de los cultos de Isis.
Fuera
de toda duda está que Apuleyo sigue alguna narración griega y así lo
declara él mismo en el prólogo de la obra: "Fabulam graecanicam
incipimus" (iniciamos una fábula de origen griego). Una obra con la
misma anécdota central y escrita en griego, aunque de extensión notablemente
más reducida, nos ha llegado entre los escritos de Luciano, autor contemporáneo
de Apuleyo. La autoría de esta obra no es aceptada por todos los
especialistas y muchos hablan de ella como un Pseudo-Luciano. Posteriormente,
en el siglo IX, Focio, patriarca bizantino y estudioso de la literatura
grecolatina, hace referencia a unas Metamorfosis de un tal Lucio de Patras en
varios libros. Basado en ese testimonio se postula la existencia de un
original griego que estaría en la base tanto de la obra de Apuleyo como del
Pseudo-Luciano. Apuleyo interpreta libremente el modelo precedente: lleva a
cabo numerosas modificaciones, añade episodios nuevos sacados de otras
fuentes literarias; cambia nombres y circunstancias y, sobre todo, impregna la
obra de su espíritu, de su particular afición por la magia y por los
misterios. El resultado es una obra totalmente nueva, con una intención simbólica
y que consigue mejorar notablemente tanto el original griego con el
Pseudo-Luciano.
El
Asno de Oro resulta una obra de difícil clasificación. El propio autor en el
prólogo afirma que va "a tejer en esta charla milesia fábulas de origen
griego"; de esta forma queda establecida la relación de la novela de
Apuleyo con esa tradición narrativa oriental, que ya hemos comentado a propósito
del Satiricón y que tenía como características fundamentales su brevedad y
su tono erótico, casi obsceno. Obtiene también materia e inspiración de la
fabulística sacra, que surgía en torno a los templos y sectas y que difundían
vida y milagros de dioses, hechizos de los magos, apariciones, resurrecciones
y toda clase de portentosas y extrañas aventuras. Con todo este material
construye un relato de una extraordinaria fantasía, al que se añaden algunos
elementos satíricos y burlescos y, por último, una intencionalidad místico-religiosa.
Si comparamos la novela de Apuleyo con la ya comentada de Petronio, dos rasgos
las diferencian fundamentalmente: en un plano formal hay que señalar como
elemento diferenciador la ausencia de versificación en el Asno de Oro; por
otra parte, desde el punto de vista de la intencionalidad se debe insistir en
el tono místico-religioso de la obra de Apuleyo, totalmente alejado de las
pretensiones de Petronio.
La
novela adopta la forma de un relato narrado en primera persona por un joven de
buena familia, llamado Lucio. La obra consta de once libros en los que se
narran múltiples y fantásticas aventuras, cuyo nexo es la persona de Lucio,
transformado en asno. Podemos estructurar la obra en los siguientes bloques:
-
Primer
bloque. Lo forman los hechos narrados entre el libro primero y el
tercero. El joven Lucio, dominado por una malsana curiosidad por los
hechizos y encantamientos, llega a Tesalia, la supuesta patria de la magia.
Allí escucha pavorosas aventuras de encantamientos que no hacen sino
acrecentar su curiosidad. Se hospeda en casa de un viejo usurero llamado Milón,
cuya mujer practica la magia con la colaboración de su criada; Lucio seduce
a Fotis, la criada, e intenta así conocer las artes de hechicerías de su
ama. Por un error en los encantamientos se ve convertido en asno,
conservando su facultad de raciocinio. El libro tercero termina con el
saqueo de la casa de Milón por unos ladrones que se llevan con ellos al
asno junto con todas las caballerías.
-
Segundo
bloque. En los libros cuarto, quinto y sexto se narran las desventuras
de Lucio mientras está en poder de los ladrones. El episodio más
importante de este bloque y el relato de mayor valor literario de todo El
Asno de Oro lo constituye la fábula de Cupido y Psique, auténtico relato
independiente que comienza hacia la mitad del libro cuarto y se extiende
casi hasta el final del sexto. La narradora es una anciana que pretende
distraer a una joven capturada por los ladrones. Este cuento se remonta a
las tradiciones primitivas de Grecia, pero es Apuleyo el primero que lo fija
por escrito. El hermosísimo cuento narra la historia de Psique una joven de
extraordinaria belleza de la que el dios Cupido se enamora. El dios, que había
prohibido a la joven que lo contemplara, sólo se reunía con ella al caer
la tarde. Una noche, movida por la curiosidad, Psique, mientras Cupido
duerme, acerca una lámpara de aceite para poder verlo; el dios despierta y,
enfadado por su desobediencia, la abandona, Psique inicia la búsqueda de su
amante por toda la tierra, sometida a pruebas inhumanas por parte de los
dioses. Finalmente Júpiter consiente el reencuentro de los amantes y Psique
asciende al cielo. Esta fábula, que ha inspirado a escritores y artistas de
todos los tiempos, por su contenido simbólico ha sido objeto de gran número
de interpretaciones, incluidas algunas de inspiración cristiana; entre las
interpretaciones propuestas, quizá la más acorde con el platonismo de su
autor sea aquella que ve en Psique una alegoría del alma que busca su
perfección en la unión con la divinidad. Terminada la narración, el asno
intenta escapar en compañía de la joven. Es capturado y conducido de nuevo
a la cueva, donde los ladrones deciden matarlo. De esta manera concluye el
libro VI.
-
Bloque
tercero (libros VII, VIII, IX y X). El libro VII se inicia con el
rescate de la joven por su prometido. Ambos jóvenes se llevan con ellos al
asno Lucio. Comienza entonces un peregrinar del asno por distintos amos, que
lo tratan de forma desigual y con los que corre múltiples aventuras.
Finalmente, se descubren sus facultades extraordinarias y lo llevan a
exhibirse en el teatro con una mujer depravada; logra escapar y con el
relato de su evasión termina el libro X.
-
El
libro XI merece ser considerado aparte por cuanto narra la intervención de
Isis, devolviendo su forma humana a Lucio. La mayor parte del libro se
consagra a la ceremonia de iniciación de Lucio en los cultos de Isis.
3.3.-
Valoración literaria
El
estilo del Asno de Oro mereció elogios unánimes desde la antigüedad hasta
casi nuestros días. Su lengua barroca y con gran carga retórica resulta quizá
algo extraña a los gustos contemporáneos. Son características de nuestro
autor, que comparten los otros grandes autores del siglo II, la artificialidad
y la extravagancia verbal tomadas de la segunda sofística. Apuleyo es un
maestro de la llamada elocutio novella, que consigue sorprendentes efectos
expresivos combinando arcaísmos y helenismos, vulgarismos y neologismos. Es
notable en él la influencia de la oratoria asiánica, usando gran variedad de
palabras con finales iguales (homoioteleuton) así como aliteraciones y rimas.
En resumen la novela de Apuleyo constituye una importantísima muestra del
estilo de la época de los Antoninos.
La
influencia de la novela de Apuleyo a partir del Renacimiento ha sido muy
importante. En el Renacimiento italiano hemos de destacar su influjo sobre
Boccaccio, que manifestó su interés por la novela de Apuleyo transcribiendo
él mismo el manuscrito de Monte Casino. Se ha de destacar también la
importancia del Asno de Oro en el desarrollo de la novela picaresca española:
su influjo se observa en el Lazarillo de Tormes, en el Gusmán de Mateo Alemán
y en La pícara Justina. Conviene también citar la influencia que en la
literatura occidental ha tenido la fábula de Cupido y Psique; podemos
encontrar su influencia en Boccaccio, Calderón y La Fontaine. La literatura
moderna alemana prestó especial atención al mito de Cupido y Psique y a sus
representaciones plásticas.
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