Barcelona www.elperiodico.com 14/04/2008

Los legionarios romanos de la tarraconense Associació Projecte Phoenix exhibieron ayer sus llamativas piezas de artillería e intendencia en el auditorio del CaixaForum.

Tropas venidas de la capital Tarraco tomaron ayer durante unas horas la ciudad de Barcino, conocida por los modernos como Barcelona. Los legionarios romanos, de la Legión VII Gemina, perfectamente equipados y dotados de piezas de artillería e intendencia, hicieron una demostración de fuerza en el Auditorium del CaixaForum.

Así, más o menos, hubiese glosado un cronista romano la recreación histórica que la Associació Projecte Phoenix llevó a cabo en la sede de la Fundació La Caixa. El acto sirvió de aperitivo al festival Tarraco Viva, unas jornadas de divulgación sobre el mundo romano cuya décima edición se celebrará en Tarragona del 15 al 25 de mayo.

La Associació, como la antigua Roma, esta regida por dos cónsules: Magí y Enric Seritjol que, además, son hermanos, como los Gracos o los Escipiones. Sobre el escenario del CaixaForum, dan instrucciones a la tropa junto a dos tiendas de piel de cabra (un 20% más ligera que la piel de vaca e igualmente aislante). En los camerinos, dos fascios, símbolo del poder romano, reposan al lado de un extintor, ejemplo de previsión contemporánea. Entablamos conversación y les inquiero sobre el gran debate que divide a los grupos de recreación histórica: ¿Los legionarios vestían de color rojo? «Eso creen muchos pero no existe ninguna prueba. Nosotros vamos de lana blanca, sin teñir, que era más barata». La romanidad ya era catalana.

¿Muestran el cine y la televisión una Roma muy distorsionada? «El mundo romano era como una falla valenciana –explica gráficamente Enric–. Lo que definía la vida romana era el color. Incluso las estatuas eran de vivos colores; muy kitsch». ¿Y hay muchas tropas romanas por Europa? «Qué va, entre todas las asociaciones –cuenta Magí– no llegamos ni a una cohorte 500 hombres». Pero si se cuenta a los civiles son muchos más. En Tarraco Viva participan unas 400 personas.

Empieza el acto. Magí Seritjol define al ejército romano: «Eran los japoneses de la antigüedad, lo copiaban todo. La función básica del legionario era marchar durante 20 kilómetros diarios. Era un ejército de caminantes». Bonita metáfora para unos tipos que llegaron hasta Escocia sin calcetines. Mientras explica esto, un contubernio (agrupación de ocho soldados) sale a la palestra. Están mandados por un sargento chusquero (optio en latín) que les pega con un palo cuando se equivocan. Luego sale un centurión, hombre bragado, con su cresta lateral de crin sobre el casco. De tanto en tanto manda formar o reclama la presencia del subalterno.

Cuando Magí Sertijol está explicando la sanidad militar romana, un recluta sufre una afección de nombre griego llamada lipotimia y aterriza sobre la platea. No se trata de la súbita caída del Imperio Romano, tan solo un contratiempo normal en un soldado poco familiarizado con el calor de la luz eléctrica. Una señora, comprensiva, informa: «Es natural, a nosotros en la coral también nos pasa».

Salve pues, la Associació Phoenix y todos quienes pelean (con catapulta incluida) para que no olvidemos quienes somos, y siguen el consejo de Horacio, quien recomendaba de todo espectáculo que «omne tulit punctum, qui miscuit utile dulci», que, en latín libre, viene a decir que consigue su objetivo quien mezcla lo entretenido con lo útil, como fue el caso.