4. HISTORIOGRAFÍA

4.1 Heródoto

Introducción

La Historia de Heródoto inicia un nuevo género literario en Grecia, la Historiografía. Es la primera obra extensa en prosa y la principal fuente que expone sistemáticamente la época anterior a las Guerras Médicas y el desarrollo de la confrontación bélica entre griegos y persas. La aparición de la prosa escrita requiere la existencia de una escritura relativamente extendida, de un público y materiales escriptóricos, por lo que en Grecia su aparición es tardía, tras el florecimiento poético. La inscripción más antigua en prosa data del s.VI a.C. encontrada en Egipto y escrita por mercenarios griegos.

Como antecedentes de este nuevo género literario podemos citar:

  • los wroi, anales o crónicas en los que se anotaban los acontecimientos más sobresalientes del año, usados por los eruditos de los siglos V y IV a.C. para realizar crónicas más elaboradas al combinarlos con las leyendas locales.

  • la novelística popular, surgida en Jonia en el s.VI a.C.  en boca de narradores ambulantes del tipo de los rapsodas; novelas que aparecen en las historias de Heródoto y en las fábulas de Esopo.

  • la epopeya, ya que Heródoto se educó en medio de la tradición épica, y además la Ilíada contenía el mismo tema que él utilizó en su Historia, la lucha de griegos y persas.

  • la lírica y la tragedia, en menor medida, influyeron en la interpretación religiosa del acontecer humano que da Heródoto a su Historia.

  • la logografía jonia es el precedente más directo ya que constituye un movimiento científico de interés general, pues abarca tres campos de actuación: filosófico, médico e historiográfico. La prosa se convierte en un instrumento de la razón frente al carácter más emocional de la poesía. Abarca una serie de relatos (logoi) sobre ciudades o pueblos, compuestos por viajeros griegos que recorrían Oriente y Occidente llevados por sus deseos de aprender e investigar. Exponen los hechos deducidos de la propia observación o indagación.

4.1 HERÓDOTO.

a.- La vida de Heródoto.

Heródoto nació en Halicarnaso, ciudad doria situada sobre Caria, en la costa sudoccidental de Asia Menor, hacia el 484 a.C. en vísperas de la campaña de Jerjes contra Grecia. Halicarnaso estaba dominada en esa época por una dinastía de tiranos al servicio del rey de Persia. Solo la victoria de los griegos sobre los persas motivó a sus habitantes para rechazar el dominio extranjero. El primer intento de derrocar a Ligdamis, tirano de la ciudad, costó la vida al tío de Heródoto, por lo que su familia salió exiliada hacia la isla de Samos, donde pasó diez años y tomó contacto con el espíritu jonio. Tras la caída de Ligdamis regresó a su patria.

Los años anteriores al 447 a.C., fecha en que llega a Atenas, los pasó en continuos viajes por Babilonia, Cólquida, Siria, Macedonia, Libia, Cirene y Egipto, siguiendo la tradición de los logógrafos jonios, con el objetivo de contemplar e investigar. Su estancia en Atenas fue esencial para su formación como historiador, pues vivió el despertar a la razón de la sofística. Pero más que esta corriente filosófica influyó en el sentido histórico de su obra el pensamiento tradicional y conservador de las tragedias de Esquilo y  Sófocles.

En 443 a.C. participa en la fundación de Turios, colonia panhelénica en Italia meridional. Su vinculación a esta colonia fue tan grande que se dejó llamar “natural de Turios”. Su muerte debió ocurrir hacia el 425 a.C.en dicha colonia, aunque algunas fuentes creen probable que se encontrara en Atenas al inicio de la Guerra del Peloponeso, y tal vez le sorprendiera allí la muerte antes del regreso a Turios.

b.- Naturaleza y génesis de la obra de Heródoto.

Sus Historias  fueron divididas arbitrariamente por un gramático posterior en nueve libros, con los nombres de las nueve musas. No son un todo homogéneo, sino un mosaico de cosas yuxtapuestas: descripciones geográficas, novelística procedente de la tradición oral, resultados de su investigación personal sobre los acontecimientos, etc. Su propósito inicial es contar la historia de Persia, siguiendo la sucesión de sus reyes desde Ciro hasta Jerjes, y narrar al mismo tiempo las características de los pueblos que se anexiona Persia durante sus conquistas, hasta llegar a las Guerras Médicas, entre griegos y persas, como punto final. Pero tras su estancia en Atenas y su conocimiento del ambiente espiritual respirado en dicha ciudad, profundizó en el análisis de las características de ambos mundos, griego y persa, y obtuvo como resultado la idea de un pueblo griego que buscaba la libertad, organizado en poleiV  y reconociendo los límites humanos frente a la omnipotencia divina, frente al pueblo persa que, obcecado por la tiranía de sus gobernantes y deseo de poder, no logró someterlo. Se plantean estas Guerras Médicas como un conflicto entre Asia y Europa.

Los relatos que ocupan la primera mitad de la obra, tras una digresión sobre las causas míticas del conflicto, narran la expansión del imperio persa comenzando por la conquista de Lidia por Ciro el Viejo y la de Babilonia, tras la cual muere Ciro. En el libro II tenemos el reinado de Cambises donde se produce la conquista de Egipto y las campañas contra los etíopes. A Cambises le sucede Dario, y antes de sus campañas contra escitas, libios y tracios, el sometimiento de las ciudades del Helesponto, y su asalto a Grecia continental con derrota en Maratón, introduce Heródoto una reflexión sobre los regímenes políticos ( monarquía, democracia y oligarquía ). Así se completan los seis primeros libros.  En el libro VII tenemos la muerte de Dario y la ascensión de Jerjes al poder. A continuación unas consideraciones sobre ambos pueblos, griego y persa, donde se exaltan los valores del primero frente al segundo, que da paso a la batalla de las Termópilas. El libro VIII lo ocupan la batalla de Artemisio, la toma de Atenas y el desastre naval de los persas en Salamina. El noveno y último libro relata los sucesos hasta los combates de Platea y Micala, donde vencen los griegos tomando la iniciativa.

c.- La ideología de Heródoto. Relación de la ideología de Heródoto con la de otros intelectuales  contemporáneos.

La interpretación herodótea del acontecer histórico es pesimista, trágica. El hombre no es dueño de su destino. Todo cuanto sucede está regulado y dominado por la divinidad y el azar, fuerzas ocultas que no se pueden someter a la razón. De todas formas no es dogmático y, al igual que en las tragedias de Esquilo y Sófocles, se superponen dos componentes en el acontecer histórico, el divino, que le hace admitir sueños, oráculos y consejos como señales de los sucesos dispuestos por la divinidad, y el humano,  por el que se otorga al hombre la responsabilidad de las decisiones que determinan el curso de la historia.

Según su pensamiento el hombre no puede elevarse por encima de los límites de poder y felicidad que tiene asignados, de ahí que la historia de hombres, ciudades y naciones esté gobernada por la ley del ciclo, según la cual nada permanece siempre en su sitio, sino que cambia, desarrollándose y sucumbiendo. La divinidad es la encargada de restablecer el orden cuando se pierde el equilibrio, castigando, tanto por transgredir su voluntad, como por pretender más poder del que se tiene a cada uno asignado.

El hombre aprende con el sufrimiento las directrices que han de guiar su comportamiento en la vida. Su experiencia debe servir de lección a los demás, así la derrota del imperio persa es un aviso contra las ideas imperialistas de la democracia radical ateniense.

Heródoto fue contemporáneo de otros intelectuales entre los que destacan los sofistas, pero los intentos de descubrir en su obra relaciones con determinados representantes de esta tendencia no han dado resultados seguros. El no es contrario a la tradición, sino que más bien se pone de su parte, así en el libro III de su Historia, Dario pregunta a los griegos, que incineran a sus muertos, y a los habitantes de una tribu hindú, que acostumbra devorarlos, a qué precio serian capaces de practicar las costumbres de los otros, y ambos responden con enérgica repulsa.

d.- El método historiográfico de Heródoto.

Utilizando en su obra la observación directa, lo conocido por medio de otros, su opinión y la indagación, su método es crítico, pero mediatizado por las condiciones de una época primitiva en sus conceptos religiosos y en su conocimiento del mundo. No hace una crítica profunda sobre las fuentes orales y escritas, pero tampoco las acepta ciegamente. Al dudar sobre la veracidad de  algunos hechos, demuestra escepticismo, y si bien no racionaliza en exceso los datos, tampoco los acepta sin discusión.

Su mentalidad es sencilla y religiosa: en último término es la voluntad divina la que decide (fatalismo) y es inútil luchar contra el destino. Heródoto, resumiendo, se mueve en un mundo entre el mito y la historia, y su mérito consiste en querer introducir su capacidad de comprensión, su razón.

e.- La lengua y el estilo de Heródoto.

El dialecto utilizado es el jonio, pero en él se pueden encontrar formas épicas, dóricas y áticas que le confieren un colorido especial. El estilo es simple, sencillo, sin buscar artificios retóricos y estilísticos.  Usa construcciones coordinadas en sus periodos oracionales y una sintaxis poco complicada, lo que le otorga la viveza propia de la lengua hablada. Su vocabulario también es simple.

Papel importante lo desempeñan los discursos, donde resalta el comportamiento general de los hombres, trascendiendo lo individual. El diálogo es característico de muchos pasajes. Se acerca a la épica.

 

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5. PLATÓN Y EL DIALOGO PLATÓNICO.
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