Rosana Torres | Mérida www.elpais.com 05/07/2008

Unanimidad entre el público a la hora de elogiar el montaje y el reparto encabezado por una inmensa Gloria Muñoz.

Mérida ha iniciado la 54 edición de su festival de teatro grecolatino a lo grande con una puesta en escena de Las Troyanas que, tal y como comentaban muchos de sus espectadores la noche de su estreno el pasado jueves, hará historia. El montaje, dirigido por Mario Gas, puso al público en pie tras estar durante 100 minutos en un sobrecogedor silencio, digno de la plaza de toros de la Maestranza. Él único punto negro de la noche quizá fue que no hubo esos llenos totales que a veces muestra el magnífico teatro romano emeritense. Claro, que al estar ante un aforo de tres mil personas, el que sólo hubiera unas mil daba la sensación de que aquello no había enganchado a los posibles espectadores. Pero los organizadores de la muestra se mostraban tranquilos en ese aspecto, ya que esta es «una plaza» en la que tradicionalmente siempre ha funcionado el boca a boca y lo que salía por los labios de los que estuvieron eran sólo elogios y verdaderamente rotundos.

Las Troyanas de Gas, cuenta con la versión, bastante retocada, que Ramón Yrigoyen ha hecho del texto de Eurípides, autor del que el director del montaje sostiene que fue el inventor del drama «porque despoja a los dioses de sacralidad y les confiere aspectos que están en cualquier humano». Gas dice que los autores clásicos, y sobre todo lo que el llama irónicamente «los tres tenores» por ser lo más importantes poetas griegos (Esquilo, Sófocles y Eurípides), no es que sean modernos sino que se han inspirado en ellos todos los grandes que han venido detrás: «Lo que pasa es que lo que nosotros llamamos grandes del siglo XVI en adelante han cogido esas mismas fórmulas y las han metido en sus obras», dice al tiempo que recuerda que el montaje lo ha puesto en pie con gente cómplice, con la que tiene un código común ante la vida y ante el teatro, «de ahí que funcionemos como un tribu aportando cada uno su sabiduría», señala de su equipo formado por más de treinta actores, aunque el cuerpo central del mismo está encabezado por Gloria Muñoz, junto a Antonio Valero, Carles Canut, Ángel Pavlovsky, Ricardo Moya, el niño Luis Jiménez, Mía Esteve y Clara Sanchis, sin olvidar su vestuarista de cabecera Antonio Belart y todo un coro, al más puro estilo griego y un buen puñado de soldados, que ayudan con sus ropajes contemporáneos al aggiornamento que Gas ha buscado en este montaje. «Son elementos de nuestro entorno para que todo salga más nítido, que no esquemático, son signos que producen sensación de verosímil, es el desiderátum de cualquier puesta en escena», afirma Gas, quien deja claro que él, su figurinista y Silvia de Marta, su ayudante de escenografía, no sólo pretenden vehicular visualmente el texto sino caminar en la profundización del mismo a través de la libertad, «para que sea limpio, no obstruya y nos remita a tiempos pasados y tiempos presentes, de manera que todo eso tenga una coherencia que posibilite el desarrollo de la obra; lo que hemos buscado es una escenografía y un vestuario necesarios, sin elementos superfluos y que sea una reflexión sobre lo que es la obra», dice en referencia a este texto que narra el día después de la guerra, pero centrado en las mujeres, las eternas perdedoras de cada batalla y las que después de perder esposos e hijos se convierten, las más de las veces, en botín de guerra.

Eurípides, que analiza la guerra con ojos de mujer, sitúa la acción en el último día de la guerra de Troya. Lo más fascinante es que el desarrollo de la pieza es en tiempo real y que el autor muestra como los vencedores, no lo son tanto, lo que invita a una profunda reflexión de gran calado con tintes antibelicistas.

El director recordó que ya se había enfrentado a estas piedras del teatro romano, a las que nunca falta el respeto: en el 85 con Salomé, en el 93 con Golfus de Roma, hace tres años con Orestiada. Obras en las que ha comprobado el poder de los grecolatinos: «Los clásicos siempre te sorprenden, es fascinante ver cómo nos siguen hablando con contundencia de aspectos oscuros de nuestro mundo actual; porque al margen de aspectos museológicos o filológicos, y de que el teatro es otra cosa, el asombro y el pasmo es que están hablando de cosas que no hemos resuelto aquí y ahora», señala el director a la hora de hablar de esa historia a la que se ha enfrentado «llena de oprimidos, dominantes, dominados, donde queda claro que cualquier persona puede cambiar de bando en cualquier momento». De hecho los personajes, sobre todo los femeninos, en esta lectura que él ha hecho ofrecen una vuelta de tuerca. «Hécuba es una perdedora, pero no una víctima, es una vengativa», dice Muñoz de su personaje; mientras Sanchis afirma: «Helena no es la mala de la película, ella tiene sus razones, es sólo una superviviente», mientras Ycobalzeta defiende a su Casandra: «No es una loca, hay un gran lucidez dentro de ella y la hemos encontrado en nuestra lectura».

Por su parte el director incide en que han concebido Las Troyanas en común con todos los componentes de su equipo, en donde no faltan caras casi desconocidas en el teatro, «me gusta estar atento a gentes nuevas y observar a actores de otras compañías», y otras que son auténticos puntales de la escena española «son profesionales con los que quería trabajar hace tiempo o con los que ya he coincidido otras veces y que persigo hasta que les cazo». Y es que Gas tiene claro que «la virtud o desvirtud del reparto es esa, la de trabajar con gente brillante y potente conjuntamente, de manera que cuando salgan a estrenar ya se hayan convertido en una tribu que tratará de explicar este doloroso y bellísimo poema del que estoy muy orgulloso», dice este hombre que está convencido de que el teatro hay que entenderlo como algo colectivo: «Un actor que trabaja solo, no es un actor, es un ególatra que habla, y si no trabajas con los demás no estás haciendo nada», sostiene. En ese sentido, implica también a ese coro de troyanas que tanta presencia tiene en el montaje: «Un coro que parte de dos conceptos, por un lado la recuperación del coro histórico, sin que por ello se haya tratado de hacer una reposición histórica, sino algo que aporta la doble dualidad de colectivo e individualidad, pero también se trata de una tribu que tiene una gran formación ya que estas troyanas tienen experiencia en géneros escénicos muy distintos como teatro, música y danza…», apunta Gas quien a la hora de trabajar recuerda a todos sus actores que estamos en una sociedad en la que la gente cada vez tiene más prisa, «el público llega al teatro y a los dos minutos quiere irse, nuestro objetivo es engancharle».

Y lo hace con un brillante reparto. Pavlovsky, convertida en Palas Atenea con aires de gran dama francesa, juega con un humanizado Poseidón interpretado por Canut al que arrastra a la verdadera tragedia, ya que aunque se diga que la guerra de Troya es una consecuencia de que Paris haya secuestrado a la bella Helena y su marido quiere vengarse, está claro que se trata de una guerra por intereses económicos y territoriales, como todas. La confederación griega quería cargarse esa ciudad situada estratégicamente en una embocadura. En este sentido incide Clara Sanchis, quien defiende a su Helena: «Ella es humana, ni mala ni buena, pero está claro que es una excusa, las guerras es un asunto masculino y aquí hay un montón de mujeres víctimas de esa situación».

Claro que Gloria Muñoz, la gran triunfadora de la noche, piensa que las verdaderas víctimas son las otras mujeres y sobre todo los niños y no la Hécuba que interpreta: «Es una derrotada, pero ella sería brutal si su marido hubiera ganado la guerra, otra cosa es que sea una madre que sufre mucho con la pérdida de sus hijos y de su marido, pero es una mujer déspota y es una simplicidad pensar que son los hombres los que destruyen todo, ella y muchas mujeres en la historia no son personajes inocentes, no hay más que ver como Condolenza Rice es tan bestia como sus amigos», dice esta mujer que está viviendo un momento dulce en su carrera con trabajos en los que se la reconoce su gran valía como actriz.

Por su parte Ricardo Moya es Taltibio, un militarote griego que demuestra sentimientos cuando tiene que matar al nieto de Hécuba, interpretado por el niño, muy niño, Luis Jiménez, quien preguntado por los periodistas, al terminar la función, sobre si sabía dónde estaba Troya respondió sin titubear: «En el sureste de Turquía», lo que arrancó los aplausos de la prensa. Su personaje es el hijo de Andrómaca, la viuda de Héctor, hijo de Hécuba y que interpreta una sobrecogedora Mía Esteve, cuya interpretación llena de fuerza sorprendió, al igual que la de Anna Ycobalzeta quien aborda el personaje de Casandra, hija trastornada de Hécuba y a la que ha dado un punto de lúcida cordura. Tanto lío familiar y engaño amoroso es el que ha llevado al actor Antonio Valero, (Agamenón, el marido engañado de Helena), a afirmar que estas historias griegas tienen algo de culebrón folletinesco: «Parecen telenovelas pero de otra época, donde todos están entrelazados por parentescos, camas y batallas», señaló en actor, buen conocedor del género, sobre todo tras pasar una larga temporada dentro de la telenovela Amar en tiempos revueltos, de la sobremesa de TVE1.

Gas, que reconoce con humor que en los ensayos es «muy desagradable» y por lo tanto su gente es «muy estoica» parafraseó a Samuel Fuller y afirmó que él también cuando era joven quería cambiar el mundo, luego, a medida que se echaba años quería cambiar el teatro y concluyó: «Ahora, a mis 61 años, sólo pretendo que el mundo y el teatro no me cambien a mí», comentó este hombre que no sólo se ha enfrentado al teatro grecolatino en Mérida, sino también en el Teatro Romano de Siracusa donde ha puesto en escena Orestiada y también Las Troyanas, aunque con actores italianos y una puesta en escena muy distinta a esta. Pero aún quiere más y sueña con hacer un Edipo en Colona o Tiestes, de Séneca.

Como va a suceder en todas las noches de estreno de esta edición del festival, el grupo extremeño Samarkanda, que ya ha cosechado otros éxitos en Mérida, realizó una especie de pasacalles, acompañando al público hasta la puerta del teatro, en el que aportaba una mirada personal y provocadora sobre el mundo de Las Troyanas.

ENLACES:
Video: Ensayo general de Las Troyanas
http://www.hoy.es/multimedia/videos/338960.html

Miguel Ángel Villena, ‘De lanzas a metralletas’
http://www.elpais.com/articulo/cultura/lanzas/metralletas/elpepucul/20080705elpepicul_3/Tes