Universidad de Leicester (Reino Unido) | OTR/PRESS 15/01/2009

Hallan las evidencias de la guerra química más antigua, de persas contra romanos.

Un investigador de la Universidad de Leicester (Reino Unido) ha identificado la que parece ser evidencia arqueológica más antigua de guerra química encontrada hasta la fecha. Data nada menos que del siglo III antes de Cristo en lo que hoy es Siria y cuyas víctimas fueron un grupo de soldados romanos a manos de los sasanidas persas.

En una reunión del Archeological Institute of America, el experto británico Simon James presentó argumentos al estilo ‘CSI’ en relación a una veintena de soldados romanos, cuyos restos fueron encontrados en una mina próxima a la ciudad de Dura-Europos, en Siria, según los cuales sus muertes no se produjeron por heridas de espada o lanza, sino por asfixia, motivada por un ataque con gas venenoso.

Dura-Europodos, una ciudad a orillas del Eufrates, fue conquistada por los romanos que instalaron allí una gran guarnición. Alrededor del 256 antes de Cristo, la ciudad fue sometida a un feroz asedio por un ejército enviado por el poderoso Imperio Sasánida. La dramática historia ha sido revelada por restos arqueológicos aunque no está descrita en textos. Las excavaciones durante los años 20 y 30 del siglo XX, relanzadas en los últimos años, han proporcionado descubrimientos truculentos.

Los sasánidas usaron todo el repertorio de antiguas técnicas de asedio para entrar en la ciudad, incluido el minado para reventar las murallas. Los defensores romanos respondieron con contraminas para frustrar estos ataques. En una de esas estrechas galerías se encontraron apilados hace 70 años los restos de un grupo de veinte soldados romanos con sus armas. El profesor James convirtió el lugar en una escena del crimen, en un intento de entender cómo murieron esos soldados.

Betún y azufre
«Es evidente que cuando colocaron contraminas en las minas, los romanos perdieron la lucha. Un cuidadoso análisis de la colocación de los cádaveres muestra que habían sido amontonados en la desembocadura de las contraminas por los persas, creando con sus víctimas una pared de cuerpos y órganos y manteniendo así a raya a los romanos», explica el profesor James. Esto puede explicar la colocación de los cuerpos pero, ¿cómo murieron los romanos? «Para los persas, matar a veinte personas en un espacio de menos de dos metros de alto y ancho, y alrededor de 11 metros de largo, requería poderes de combate sobrehumanos», añade.

Los restos encontrados revelaron que los persas utilizaron betún y cristales de azufre para asfixiar a los romanos en pocos segundos. Y es que cuando se encienden estos materiales, emiten densas nubes de gases de asfixia. «Los persas habrían escuchado a los romanos abriendo un tunel y les prepararon una desagradable sorpresa», explica James. La utilización de estos productos en un asedio con minas ha sido mencionado en textos clásicos. Además, de la evidencia arqueológica se deduce que los persas eran conocedores de esta forma de combate. «Seguramente ellos sabían esta táctica oscura», asegura el investigador.

Irónicamente, esta mina persa no consiguió tirar las murallas pero es evidente que los sasánidas irrumpieron de alguna manera en la ciduad. Las excavaciones recientes de James mostraron un sistema de catapultas listo para ser usado contra el interior de la ciudad. Los defensores y los habitantes fueron masacrados o deportados a Persia, dejando inalterados sus horribles secretos hasta que la investigación arqueológica moderna ha comenzado a revelarlos.