Verónica Becerril | Roma www.abc.es 23/06/2010

Las catacumbas romanas de Santa Tecla esconden las representaciones más antiguas de Pedro, Pablo, Juan y Andrés, del siglo IV.

El extraordinario descubrimiento, que data las imágenes en el siglo IV, es fruto de dos años de trabajo de restauración en el interior de estas estructuras funerarias cercanas a la Basílica de San Pablo Extramuros, una de las cuatro basílicas mayores de Roma. El pasado año se dio a conocer el descubrimiento de la representación de San Pablo, pero nada hacía pensar que junto al apóstol iban a aparecer otras tres iconografías. San Pablo aparecía representado siguiendo la iconografía tradicional de la época paleocristiana, con un rostro delgado, barba oscura a punta y calvo. El descubrimiento ha sido posible gracias a la aplicación de las últimas tecnologías. Según explicó ayer en rueda de prensa la responsable de la restauración, Barbara Mazzei, «gracias a un láser de gran potencia, pudimos ver que detrás de la gruesa capa de yeso se escondían otras imágenes que caracterizaban perfectamente a otros tres apóstoles».

Y así apareció el busto de San Pedro, reconocible gracias a la barba blanca del Apóstol Pescador representado como un hombre anciano. Junto a él se encuentra Andrés, caracterizado por la fuerza de su rostro, que contrasta con la delicadeza de aspecto del rostro juvenil de Juan. Con este descubrimiento se completa la decoración de esta cámara funeraria construida por una «nobildonna» romana, es decir, por una mujer perteneciente a una familia noble pero sin título nobiliario. Según la explicación de los expertos, la mujer conocía perfectamente las escrituras. Por eso, cuando en el siglo IV se daba inicio al culto de los apóstoles, esta mujer eligió a Pablo, Pedro, Andrés y Juan como sus protectores, de ahí la representación iconográfica. «El descubrimiento demuestra la introducción y la difusión del culto de los apóstoles en los orígenes del cristianismo», comentó Mazzei. En el caso de Andrés y Juan, se trata de las representaciones más antiguas que existen sobre ellos, mientras que de Pedro «existen ya imágenes de mediados del siglo IV, pero nunca solo en un icono, siempre en medio de otros apóstoles o en escenas colectivas», explicó por su parte Fabrizio Bisconti, responsable arqueológico de las catacumbas de Santa Tecla.

En buen estado
El buen estado de las pinturas sorprendió a los expertos, debido a que buena parte de la estructura de las catacumbas se encuentra cubierta por un edificio construido en los años 50. «Por suerte su construcción no ha dañado esta magnífica obra de arte», comentó Bisconti. Para el presidente de la Comisión Pontificia de Arqueología Sacra, monseñor Gianfranco Ravasi, este descubrimiento es un signo más de la «necesidad de hacer hablar a todos los monumentos de este tipo. Hay que hacer que su voz suene en la plenitud de sus valores y belleza», sentenció. La Comisión Pontificia, que preside monseñor Ravasi, fue fundada por Pío IX en 1852 con el fin de «custodiar los cementerios sacros antiguos, para cuidar su conservación, proseguir con su investigación y estudio, y para tutelar la memoria de los primeros cristianos», escribió por aquel entonces el Pontífice. Gracias a esta premisa, se ha podido llevar a cabo la exhaustiva investigación en las catacumbas de Santa Tecla, que ha dado como fruto el descubrimiento de las primeras representaciones iconográficas de los apóstoles.

La ciudad de Roma alberga en su interior más de medio centenar de catacumbas que se remontan a los siglos II y III. La mayoría de estas construcciones se realizaba en toba, una piedra caliza y muy porosa que se encuentra sobre todo en el centro de Italia. Para acceder a las catacumbas se desciende por una vertiginosa escalera que conduce a las galerías donde están situados los «lóculos», las sepulturas de los cristianos más humildes. La visita a estas estructuras se suele realizar junto a un guía debido a la estructura laberíntica de las catacumbas que en el pasado ha dejado a algún turista con más de un susto, como explicaba a este periódico uno de estos guías.

Pero también en las catacumbas se enterraban a los primeros mártires asesinados por las violentas persecuciones cometidas por los emperadores Decio, Valeriano y Diocleciano. En torno a las tumbas de estos mártires se desarrolló una forma de culto por parte de los peregrinos que dejaban sus oraciones escritas en estos sepulcros, intentando colocar a sus seres queridos lo más cerca posible de estos mártires. Se espera que estos descubrimientos animen a los visitantes de la Ciudad Eterna a descubrir también bajo sus pies el patrimonio de las catacumbas de Roma.