E. I. www.elimparcial.es 19/05/2022
El Museo del Prado propone una nueva propuesta de exhibición de su colección de escultura en la galería jónica del edificio Villanueva en un recorrido que repasa veinte siglos de esta disciplina, desde el Antiguo Egipto al Barroco.
Las 56 obras seleccionadas son piezas que se muestran en una recreación a la manera de las que formaban parte de las galerías de grandes coleccionistas y que abarcan un amplio arco cronológico.
El actual proyecto recupera uno de los espacios que se destinaron a galerías de escultura hasta 1919. En concreto, se trata del situado en el lado norte, recién acondicionado arquitectónicamente, evocando de manera permanente el valor expositivo de esa antigua fórmula que es la “galería”. Las esculturas se muestran en un espacio dotado de luz natural.
La selección abarca una amplia secuencia cronológica, que se inicia con dos cabezas egipcias, una representación de este periodo artístico, muy reducido en la colección,
que se completa, a nivel expositivo, con otras dos obras que el Prado tiene depositadas permanentemente en el Museo Arqueológico Nacional.
«La enorme variedad de modelos nos hablan de la validez del lenguaje clásico y de su reinterpretación. El retrato tiene un protagonismo muy especial, donde conviven al mismo tiempo estereotipos, idealización y el realismo más veraz. La necesidad de conocer los rostros de personajes ilustres se remonta al pasado grecolatino y esto se puede observar en ejemplos muy significativos, desde versiones hechas en Roma, de filósofos y escritores griegos, como Homero, Jenofonte o Sófocles, a retratos de grandes personajes de su historia como la emperatriz Julia Domna, pasando por elaborados retratos de damas o interpretaciones romanas de iconografías egipcias».
Es una idea que se recupera en el Renacimiento, como se puede apreciar en una importante colección de grandes medallones destinados a la decoración arquitectónica e inspirados en la numismática, o relieves de gran formato en mármoles de colores como el de Lucio Vero. «Composiciones de bulto redondo renacentistas nos muestran retratos como los de Julio Cesar o Cicerón, o idealizadas composiciones como la de Hermes-Antinoo, para concluir en el intenso rostro de una Medusa de finales del siglo XVIII. Emperadores, emperatrices, reyes, filósofos, poetas, damas romanas, musas y otros personajes mitológicos, alegorías y hasta detalladas representaciones animalísticas entre otros, dan una precisa idea de una parte de las ricas y variadas colecciones del Museo del Prado».
El conjunto se completa con destacados vasos de pórfido, el material imperial por excelencia, y con una evocación a los viajeros por Italia con una vista de la “Gruta de Posillipo en Nápoles”, lugar de peregrinación relacionado con la tumba de Virgilio. Todas estas esculturas recuerdan que, en su día, pertenecieron a algunos de los personajes más destacados en la historia del coleccionismo internacional, como Cristina de Suecia, Diego Hurtado de Mendoza o José Nicolás de Azara y que fueron adquiridos, en su mayoría, por los monarcas españoles para la decoración de sus palacios y sitios reales, desde donde pasaron en el siglo XIX al Prado.
FUENTE: www.elimparcial.es