Canal TCM www.elpais.com 23/08/2013

Algo más que una película de romanos, el filme de Stanley Kubrick supo combinar la épica con reflexiones sobre el poder y la libertad.

Espartaco es algo más que una película de romanos. Stanley Kubrick supo combinar en ella el espectáculo épico, propio del género peplum, con profundas reflexiones sobre el poder, la libertad humana y la dominación del hombre por el hombre, convirtiéndolo también en un film de autor.

En Espartaco hay acción y emoción; peleas y luchas seguidas de intimidad y de romance. Todo ello rodeado de un halo de tristeza, como si el destino trágico del protagonista fuera el de todos los hombres y su lucha por la libertad, una imposible quimera.

Fue en 1955 cuando Kirk Douglas comenzó a poner en pie este monumental proyecto. Fundó su propia productora y compró los derechos de la novela escrita por Howard Fast, un autor incluido en la lista negra por su pasado comunista. Tardó más de tres años en tener todo a punto. La Universal financió parte del proyecto y la compañía del actor puso el resto hasta completar la nada despreciable cifra de 12 millones de dólares.

Para escribir el guion Douglas recurrió a otro escritor represaliado por la caza de brujas del senador McCarthy: Dalton Trumbo. En cuanto a la dirección pensó en David Lean y en Joseph L. Mankiewicz pero la Universal impuso a Anthony Mann.

Nada más comenzar el rodaje quedó claro que Mann y Douglas no se entendían y, pasada una semana, cuando solo se habían filmado las secuencias de la cantera, el realizador fue despedido. Fue entonces cuando Stanley Kubrick entró en escena. Después de Senderos de gloria, película que también protagonizó Douglas, Kubrick estaba tratando de poner en pie varios proyectos, uno de ellos un western, El rostro impenetrable, junto a Marlon Brando. Sin embargo, debido a las disputas y desavenencias que tenía con el actor, terminó por desecharlo. Justo en ese momento Kirk Douglas llamó a su puerta y le ofreció dirigir la historia de ese gladiador que puso en jaque a Roma en el siglo I antes de cristo.

El reparto de Espartaco también es grandioso. Además de a Kirk Douglas, vemos a Jean Simmons, Laurence Olivier, Peter Ustinov, Tony Curtis, Charles Laughton y, por supuesto, a cientos de extras. Peter Ustinov ganó por su papel el Oscar a mejor actor secundario y es, curiosamente, el único intérprete que ha recibido un premio de la Academia por una película de Stanley Kubrick. La suya fue una de las cuatro estatuillas que ganó la película junto a las de dirección artística, vestuario y fotografía. La banda sonora que compuso Alex North tuvo que conformarse con la nominación, pero el tema de amor que acompaña los encuentros entre Espartaco y Varinia sigue años más tarde emocionando a los espectadores.

La primera versión que se estrenó de Espartaco duraba unos 160 minutos. En 1991 la película se restauró y se añadió media hora más con secuencias que se habían eliminado en el montaje inicial. Entre ellas una célebre entre Laurence Olivier y Tony Curtis. “¿Consideras que comer ostras es moral y comer caracoles inmoral?», le preguntaba mientras se bañaba Craso al esclavo Antonino. “Mi gusto incluye tanto a los caracoles como a las ostras”, afirmaba el romano en un diálogo con un claro trasfondo homosexual.

Pero además de por lo estrictamente cinematográfico, Espartaco ha pasado a la historia del cine por otro hecho. Kirk Douglas se empeñó en que el nombre del guionista Dalton Trumbo apareciera en los títulos de crédito. Y así fue. Era la primera vez que esto sucedía desde 1945, cuando el escritor fue depurado por negarse a declarar ante el Comité de Actividades Antinorteamericanas. Fue el final de las ignominiosas listas negras. Por todo ello, ¿cómo no gritar una vez más aquello de “yo soy Espartaco” cuando vemos por enésima vez el filme? La película bien que lo merece.

FUENTE: http://cultura.elpais.com/cultura/2013/08/22/actualidad/1377172532_911154.html