Patricia Hermidol | Ferrol www.elcorreogallego.es 14/05/2009

Cónclave de bodas celtas en el agosto de Cedeira, con ritos prerrománicos e igualdad de género. El druida Manuel Aneiros recupera el espíritu de los ancestros atlánticos, «con pocións máxicas». Parejas de todo el mundo reafirmarán aquí su amor.

¿Hasta que la Muerte nos separe? ¡Jamás! Los celtas nunca lo consintieron. Su espíritu libre imperaba incluso en las uniones amorosas. Adelantados a todos los tiempos, «estaban educados para cambiar e non estancarse, adaptándose á evolución igual que a natureza». Así habla Manuel Aneiros Loureiro, druida y promotor del mayor cónclave de bodas celtas. Porque sobre Cedeira brillará la luna de Lugnasad, el 29 de agosto y en la noche de los amantes.

Donde antes se reunían los clanes de comerciantes marcando ganado, antecesores del curro de A Capelada, ahora se casarán sus descendientes por el rito celta. Como altar: la cedeiresa playa de A Magdalena, con aguas purificadoras. Y en lugar del sacerdote: un druida-filósofo que sólo preguntará «se queren estar xuntos, porque home e muller teñen os mesmos dereitos». Diez parejas de todo el mundo ya se apuntaron al nuevo verano del amor, y la cifra se multiplicará antes de las fechas más calurosas. Durante los últimos 15 años, los casamientos se organizaron por toda España. Pero ahora regresan a la tradición de los celtas atlánticos, a la Galicia mágica.

Leyendas artúricas y rúnicas batallan en este pasado costero, «incluso con documentos históricos de Lanzarote de Lago, como cabaleiro da Bretaña francesa». Si los ritos interiores se ocultan entre los robles, los atlánticos buscan el mar desesperadamente. Y los lunáticos festejos de Lugnasad contarán con todos sus elementos esotéricos: «Xabaríns, cabalos, sardiñas… e preto das portas que levan ó Máis Alá celta, en San Andrés de Teixido, onde vas de morto se non vas de vivo».

¿Por qué arrasan estas bodas más cercanas a Breogán que a escritos romanos católicos? «Porque son as máis igualitarias, os noivos acuden pola súa propia vontade e celebran a súa cerimonia ante o pobo». La pareja no beberá del Cáliz Sagrado, «senón que tomará a poción máxica en forma de queimada, co espíritu do conxuro». Toda una copa del Santo Grial, en la estela de aquella Pócima-Viagra del poblado de Astérix. Y sobre los contrayentes no caerá una lluvia de arroz, sino que correrán los caballos y sonarán las gaitas.

Y lo mejor de lo mejor: las ataduras matrimoniales no se eternizarán. Y aunque en la pareja se desate una Guerra de los Rose, no se necesitará el divorcio exprés. «O compromiso celta só dura un ano ata a celebración dos seguintes Maios, a unión só se prolongará durante o inverno», explica el druida Manuel Aneiros. Auténtico manifiesto vital de una cultura sin ataduras. «Os celtas non deixaban nada escrito, a nós nos educaron para non desfacernos de nada, pero eles eran máis modernos», argumenta Aneiros.

En las parejas de antaño jamás reinó el lema trasnochado de Contigo pan y cebolla. «Eles tiñan máis liberdade, e por iso os romanos se puxeron tan en contra dos celtas: porque o seu imperio era moito máis machista e clasista». Nada de mujeres fregando el castro, aguardando el regreso del marido. «As mulleres tamén ían a loitar, collían as armas, e tiñan os mesmos dereitos que os homes», relata Manuel Aneiros sobre aquel pasado tan sumido en la leyenda. Devotos del amor puro, enemigos del matrimonio como contrato y embrujados de la naturaleza beberán sus copas en la Lugnasad.