www.diariodeibiza.es 23/02/2010

Su indiscutible belleza se ha conservado desde sus orígenes.

Puede que su nombre nos resulte familiar, pero hasta hace bien poco, la mayoría de nosotros no eramos capaces ni de situarla en el mapamundi. Y es que, Petra ha sido una ciudad prácticamente desconocida hasta el 2007, año en el que fue confirmada como nueva Maravilla del Mundo.

Razones no faltan, ya que la indiscutible belleza de esta ciudad jordana -labrada en piedra por los nabateos- ha sido conservada desde sus orígenes con impactantes mausoleos, altares y templos. Sin embargo, Petra ya venía siendo denominada desde mucho antes como la octava maravilla del mundo antiguo.

Los árabes nabateos fueron un pueblo de origen nomada, que habitó esa zona de Jordania antes de la llegada del Islam, sentando los principios de un imperio comercial que llegaba hasta Siria. Allí, los nabateos controlaban el tráfico de caravanas que subía desde Egipto o bajaba desde Asiria, por lo que fue un enclave estrátegico y una ciudad de paso, que unía las rutas de la seda, la de las especias y otras muchas que conectaban con China, India y el sur de Arabia con Egipto, Siria, Grecia y Roma.

‘El Tesoro’ en Indiana Jones
La entrada a la ciudad se realiza a través del Siq, un estrecho cañón, de un kilómetro de longitud y que alcanza en algunos puntos los ochenta metros de altura. Al final del camino encontramos la fachada de El Tesoro (Al-Khazneh). Concretamente, esta ruta fue inmortalizada en la saga de Indiana Jones, en la película «La última cruzada».

Esta inmensa fachada tiene treinta metros de ancho y cuarenta y tres de alto. Fue excavada en el siglo I en una roca que cambia de color a lo largo del día. Su finalidad era servir de tumba de un importante rey nabateo, y todavía hoy representa el talento para la ingeniería de este antiguo pueblo.

Pero además de este mausoleo, en Petra existen cientos de tumbas de gran belleza excavadas en la roca, todas de impresionante arquitectura. El teatro romano, por el que no es extraño encontrar las cabras de los beduinos; las tumbas de la Urna, Corintia y del Palacio, las tres más importantes, ubicadas en la Jébel Kubtha; o el Jardín de Qasr el Bint, Castillo de la hija del Faraón, único edificio no excavado en la roca en Petra, son algunos de los más admirables rincones de la ciudad. Conocer a fondo esta ciudad requiere al menos cuatro o cinco días.

Los visitantes pueden visitar dos museos, el Museo arqueológico de Petra y el Museo nabateo de Petra, que ofrecen una visión histórica del conjunto de Petra gracias a su gran fondo de piezas de la región. Cabe destacar también un santuario del siglo XIII, construido en la cumbre del monte Aarón, en la zona del Sharah, por el sultán mameluco Al Nasir Mohammad para conmemorar la muerte de Aarón, hermano de Moisés.