Luis Otero www.muyinteresante.es diciembre 2008

En las afueras de Trípoli, capital de Libia, se alza uno de los mayores tesoros arqueológicos del norte de África: las ruinas de Leptis Magna, una ciudad romana magníficamente conservada, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1982.

Las arenas de Libia guardan algo más que los depósitos de gas que han hecho rico al país. Su otro gran tesoro se llama Leptis Magna y es una de las ciudades romanas más bellas y mejor conservadas que existen, lo que movió a la Unesco a declararla Patrimonio de la Humanidad en 1982. Fundada por colonos fenicios en el s. XI a. C., Leptis era cartaginesa antes de integrarse en el Imperio Romano a partir de 23 a. C., cuando se convirtió en una de las tres polis que formaron el distrito de Tripolitania y acabaron dando nombre a la actual Trípoli, en cuyas cercanías está situada.

En el año 103, el ascenso al trono imperial de Septimio Severo, que había nacido en Leptis, hizo de ella una de las principales ciudades del África romana, con 100.000 habitantes y gran actividad comercial. Pero en el siglo V cayó en manos de los vándalos y después quedó deshabitada y olvidada hasta que los arqueólogos la descubrieron a inicios del siglo XX.

Hoy quienes tengan la suerte de visitarla se encontrarán al borde mismo del Mediterráneo con unas fantásticas ruinas y algunos edificios espectaculares casi intactos, como el anfiteatro o las Termas de Adriano, las más grandes que existen fuera de Roma. Leptis Magna se articula en torno a dos vías principales, la Decumanus Maximus y la vía Cardo. En la intersección de ambas alza sus 20 m de altura y 2.000 toneladas de mármol el Arco de Septimio Severo, construido para celebrar la visita en 203 de ese emperador que aparece representado junto a su familia en un altorrelieve del friso.

El Nuevo Foro Severino era el centro de la vida civil y política de Leptis. Se construyó según el modelo de los Foros de Roma, con una plaza central de una hectárea pavimentada con distintos mármoles traídos de diversos lugares del Imperio: rosa de Asuán, verde de Argelia, gris de Asia y blanco de Italia. Al norte de la ciudad se sitúan las llamadas Termas de la Caza, por las escenas de combates entre gladiadores y leopardos representadas en los frescos que decoran las paredes. El edificio, conservado casi como era en el s. II, permaneció enterrado bajo la arena hasta que el arqueólogo italiano Guidi lo descubrió en 1930. La otra gran joya de Leptis Magna es el espectacular teatro, construido bajo el patrocinio del magistrado y mecenas local Annobal Tapapius Rufus, que aún muestra casi intactos todos los elementos del frente escénico y un impresionante pórtico de columnas.

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