M. Ángeles Morcillo | Mérida www.hoy.es
20/10/2009

Las excavaciones que se realizan en el antiguo cuartel Hernán Cortés de Mérida sacan a la luz dos bustos-retratos masculinos que datan del siglo I d.C.

El subsuelo emeritense sigue ofreciendo tesoros con miles de años de historia y de un valor incalculable. En las últimas catas que se han realizado dentro de las excavaciones del antiguo cuartel Hernán Cortés de Mérida se han hecho dos hallazgos que han sorprendido a los entendidos por su buen estado de conservación y su importancia histórica y testimonial. Concretamente se han encontrado dos bustos-retratos de carácter privado y masculinos que podrían ser incluso de la misma familia.

Ya se ha considerado el hallazgo material de mayor relevancia de esta zona, tanto por sus características artísticas como por su significación arqueológica. El impecable estado de conservación de las dos piezas permitirá que, en breve aunque sin fecha determinada, formen parte de la colección de piezas exhibidas en el Museo Nacional de Arte Romano.

Estas dos piezas se encontraban arrojadas en una zanja, antes usada como parterre, del interior de un recinto funerario de grandes dimensiones. Con todos estos datos, junto con otros proporcionados por los constantes hallazgos de carácter funerario de la zona, que incluye estelas y depósitos votivos, se da cuenta de la presencia de un área de enterramientos muy prolija desde época altoimperial en esta zona periurbana de la antigua Emérita.

La particularidad de este hallazgo es que se ha localizado también el recinto donde se ubicaron, una construcción de gran relevancia, un ‘triclinium’ funerario. Las cabezas de mármol han sido halladas juntas, aunque desplazadas de su ubicación original. Y se trata de retratos privados asociados al espacio funerario descrito.

Sobre un pedestal
Una de ellas es un busto retrato masculino que remata en semicírculo por debajo de las clavículas. Esta pieza se encontraría montada sobre un pedestal o herma, que es un pilar escultórico. Según todos los estudios se trata de la representación idealizada de un individuo de edad avanzada, con el rostro surcado por numerosas arrugas, cuya cronología se enmarcaría en el primer tramo del siglo I. d.C.

La segunda representación es otro busto-retrato, también masculino. Este remata en su parte inferior con una peana que se prolonga bajo el cuello. También presenta un bisel o corte en la parte trasera del cráneo, ambos preparados para ser insertados en una hornacina. Este es un hombre maduro, con rostro sobrio surcado por algunas arrugas, y que podría corresponder a la segunda mitad del siglo I. d. C. Presenta una fisonomía aún no estudiada entre los ejemplares de Mérida, siendo el primero mucho más común.

Estos dos bustos se encontrarían, casi con seguridad, en el interior del recinto funerario aunque su ubicación precisa es difícil de averiguar.
La construcción donde se han hallado evoluciona a partir de un primer espacio funerario donde se localizan, al menos, dos cremaciones fechadas en la primera mitad del siglo I. d. C. Luego pasa a convertirse en un gran recinto funerario con muros de gran espesor.

Durante la segunda centuria, se reforma la estructura creando el triclinio funerario en el interior del recinto. Finalmente se documenta el uso del espacio a mediados del siglo III d.C en el interior del triclinio y en el propio lugar del hallazgo de los bustos.

Zona funeraria
El director de las excavaciones, Fernando Sánchez, confirma también que la parte meridional de todo el solar era una zona funeraria de época islámica, que entre los siglos VIII y XIX, estuvo ocupada por entre 400 y 500 enterramientos en fosas simples. Debajo de esos restos se están localizando otros de origen romano. También explica que, en el sector suroeste, se han hallado diversas edificaciones que ocupan hasta la etapa hispano-visigoda, en su época tardía, y que se prolongaría hasta el siglo VII.

La ocupación funeraria estaría articulada por dos vías. Una de ellas, enlosada, procedería de la muralla de la ciudad, por la parte norte, que conectaría con lo que se ha llamado ‘Decumanu Maximo’ y que iría hacia Medellín. Esta vía articularía, en el siglo I y II, todo el área como zona funeraria. Después, en la época romana, se empiezan a construir una serie de edificaciones, probablemente de uso doméstico, hacia el siglo II.

En el III se registran más construcciones que se corresponden con una zona termal. En esta se ha hallado lo que podía ser los restos de una sala con un mosaico adornado con motivos marinos. Esta superposición de etapas se refleja en la parte norte del solar. Aquí también se han hallado construcciones de época tardoimperial tardorromana, del siglo IV y V.

Según Sánchez, todavía queda un mes para proseguir los trabajos de excavaciones. Cree que durante este tiempo sacarán bastantes resultados. «La idea de retirar un área de construcciones superpuestas en el tiempo y físicamente en el mismo sector es inviable. De aquí se puede sacar una auténtica zona visitable para la ciudad, muy similar a Morería. Ahora será el Consorcio quien decida si la zona de enterramientos es un área favorable para construir algún proyecto futuro.