J.R.S. | Valencia www.levante-emv.com 05/03/2007

La pieza habría sido mutilada en el siglo IV siguiendo la orden de ortodoxia religiosa de Teodosio. Los pliegues de la ropa, rizos del pelo y los arranques cambian la hipótesis sobre su identidad

La estatua romana hallada en Valencia esconde un sin fin de interrogantes. No sólo ella, sino también todo aquello que le rodea. Descifrarlos podría permitir a los arqueólogos unir un buen puñado de datos hasta ahora inconexos pero muchos de ellos, seguramente, próximos.

Y el primero parece estar a punto de caer. Las primeras observaciones realizadas por los especialistas ha llegado a determinar que la pieza debió ser mutilada a conciencia. Es decir, su destrucción no fue un hecho casual, así como tampoco lo fue su abandono en el pozo en el que fue hallada.

La estatua tiene los senos golpeados, la cabeza fue arracada de un golpe certero así como los dos brazos. El objetivo: anular cualquier rasgo que pudiera identificarla o pudiera sugerir rango y significado.

Así lo afirmaba a este diario el arqueólogo municipal Vicente Lerma quien sostiene que la pieza habría sido destruida durante el siglo IV coincidiendo con la leyes teodosianas, de clara ortodoxia religiosa, que ordenaron la destrucción de cualquier pieza o elemento de carácter pagano y que ponía fin al decreto de tolerancia religiosa de Constantino.

Lerma recuerda que en el Codex Teodosiano XII se afirma que «si todavía queda en pie alguna estatua en templos y santuarios y ha recibido o recibe algún tipo de culto por parte de los paganos, que se arrancada de su emplazamiento». El arqueólogo encuentra en esta orden la explicación de que únicamente de todo su cuerpo tenga los senos golpeados. Y argumenta que no se trata de un simple golpe durante su abandono porque el resto de la figura- salvo los elementos que faltan- está intacta y de ser así hubiera sufrido desperfectos similares.

La hipótesis es coincidente con la del arqueólogo y experto en arqueología romana José Luis Jiménez quien incluso va más allá y sostiene que la estatua no se trataría de una musa, como hasta ahora se creía, sino de una diosa, la diosa Fortuna. Jiménez, integrado en el equipo que ha de dar con muchas de las soluciones, recuerda que la estatua de mármol tiene tres arranques en su parte izquierda y que sería donde estaría integrado el timón que distingue a esta diosa. En su mano izquierda podría figurar el cuerno de la abundancia. «El tipo de indumentaria, los pliegues de la ropa y sobre todo el peinado que queda en su parte trasera y los tirabuzones de los hombros nos lleva a pensar en la diosa Fortuna», afirmó el experto a Levante-EMV. «Fortuna solía forma parte de los enterramientos como referencia de deseo de suerte. Además, en este caso, el hecho de que aparecieran junto a ella dos inscripciones funerarias de mujer y dedicadas por sus respectivos maridos hace los datos coincidentes», añadió. Jiménez se decanta porque la pieza formó parte de un conjunto monumental que «no debe estar muy lejos» de donde apareció la estatua y es optimista ante el hecho de que aparezca una segunda figura ya que solían ser instaladas en parejas en este tipo de enterramientos.

El taller de esculturas de Viria Acte

«Hay en esta destrucción un claro gesto de inutilizarla para su culto o contemplación. Nuestras hipótesis apuntan a un enterramiento de importancia. Pero habrá que indagar por que Fortuna, el origen del mármol, la vinculación del enterramiento con el entorno. Aún así estamos ante uno de los yacimientos romanos más importantes de Valencia por su extensión y lo que hasta ahora ha aparecido», añadía Jiménez.

Además, la localización del mismo reafirma el hecho de que en ambos lados de la calle San Vicente, a la altura de donde se está excavando, sería una zona utilizada como cementerio romano. San Vicente era una vía principal de acceso a Valentia.

La epigrafía romana localizada en Valencia en anteriores excavaciones puso sobre la mesa la existencia de un taller de escultura de mucha relevancia que estaría dirigida por una mujer, Viria Acte. La realización de la pieza, su acabado, los detalles, el mármol utilizado ha llevado a los especialistas a calificar su factura como de una «altísima calidad». Todos estos elementos podrían acabar uniéndose y al mismo tiempo cerrar no sólo la historia de una pieza, la existencia de un gran cementerio como así se ha demostrado ya gracias a las abundante tumbas descubiertas sino también la riqueza de la propia sociedad de la época.