José Ángel Montañés | Barcelona 09/02/2014 www.elpais.com 09/02/2014

La construcción romana tendrá un centro de interpretación en la plaza de Traginers.

Es tan grande que, a veces, pasa inadvertida. La muralla romana de Barcelona, la antigua Colonia Iulia Augusta Faventia Paterna Barcino, es el monumento de mayor tamaño de la ciudad y uno de los más emblemáticos. La tercera parte de sus 1.270 metros de longitud y de sus 76 torres, que llevaron a conocer a Barcino como la ciudad coronada, son visibles. El resto, permanece oculto bajo viviendas o han desaparecido a lo largo de los siglos fruto de la renovación urbanística de la ciudad. Pero estos muros de enormes piedras no son los primeros que se construyeron para defender la ciudad. Lo que vemos hoy es el recinto amurallado construido a finales del siglo III, envolviendo la primera defensa levantada en el momento de fundar la colonia en el siglo I, en época del emperador Augusto y muy probablemente bajo el auspicio del magistrado local Gaius Coelius. Eso es pedigrí.

Oculta como si fuera una muñeca rusa, esta primera muralla levantada hace 21 siglos es difícil de ver, aunque no imposible. El edificio situado junto a la torre redonda de la muralla de la plaza de Traginers, donde la muralla giraba para discurrir paralela a la línea del mar, se ha convertido en un lugar privilegiado para hacerlo. En esta pequeña construcción es posible ver el paso de la historia en la ciudad: Conserva restos de la muralla del siglo I y del siglo III; restos de las primeras construcciones medievales del siglo XIII que se levantaron, como en toda la ciudad, adosadas a la muralla; modificaciones góticas del siglo XV, como unas esbeltas arcadas que se levantan en la tercera planta y unos ventanales en la fachada; y elementos del edificio de viviendas que se construyó en el siglo XVIII, momento en que se derribó el cuerpo superior de la torre romana redonda —la número 33, numeradas en sentido horario partiendo desde la plaza de la Catedral—, según han podido determinar los técnicos de Veclus que han realizado la evolución histórica del edificio. “En el siglo XVIII, para ganar espacio en el interior de las viviendas fue cuando se descubrió la muralla fundacional”, explica Carme Miró, directora del Pla Barcino que promueve el Ayuntamiento de Barcelona para visualizar y poner en valor los restos romanos de la ciudad. “Es una maravilla poder ver la conexión de las dos murallas y estar debajo del paso de ronda. Es un sitio único en toda la ciudad”, explica la arqueóloga que es capaz de identificar el tipo de piedra, los pequeños opus vitatum ligadas con mortero de cal y arena del muro fundacional que tuvo unos dos metros de ancho por ocho de alto y las piedras de opus quadratum y el relleno de argamasa de la tardoantigua.

El edificio es propiedad municipal desde la década de 1950, pero siempre ha permanecido cerrado y sin uso. Desde 2012 se ha limpiado de restos de vegetación y escombros, se han asegurado las paredes y protegido con una malla del agua de lluvia y de la acción de las palomas.

La idea, según Miró, es que el edificio acabe siendo un centro de interpretación de toda la muralla. “No se va a construir un edificio nuevo teniendo este que sin duda es el más adecuado para explicar la historia de la muralla”. Sin avanzar más en el proyecto, Miró asegura que la intervención respetará el aspecto de ruina romántica que evoca el paso del tiempo. En la fachada exterior se puede observar la acción del agua del mar que ha erosionado la piedra, que indica que la línea de costa ha cambiado de forma radical.

Seguramente el proyecto se materializará en 2015, un año fundamental para la muralla romana de Barcelona. Aparte de la entrada en funcionamiento del nuevo centro será cuando vea la luz un proyecto ambicioso que está sobre la mesa del Ayuntamiento desde hace años: el paseo de las Murallas. La idea es poder deambular junto a la muralla, desde la avenida de la catedral hasta la plaza de Traginers, junto al sector oriental de la muralla de la ciudad, algo que comportará derribar algunas viviendas que permanecen adosadas a los muros romanos, como son los números 18 y 20 de la calle de Sotstinent Navarro, propiedad de las monjas carmelitas. El arquitecto Josep Llinàs, que reformó y organizó esta plaza, ya trabaja en el proyecto, siempre dentro del Plan Barcino. Su idea es potenciar la visibilidad de esta construcción romana. Por eso, buscará el nivel original de suelo de la muralla, con lo que aparecerán más imponentes y creará una especie de playa por la que el viandante podrá circular junto al monumento. Si se logra se podrán ver una treintena de las 76 torres.

Paralelamente se va a trabajar en la parte más desconocida del monumento: la zona de la calle de Avinyó, en la que la construcción permanece oculta entre los edificios y solo puede observarse, parcialmente, dentro de algunas viviendas y locales.

FUENTE: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/02/08/catalunya/1391883689_063338.html