Victor Davis Hanson www.libertaddigital.com 30/03/2007

Algunos críticos piensan que la película tiene demasiada violencia gratuita. Pero la batalla de las Termópilas no fue precisamente un picnic.

Victor Davis Hanson www.libertaddigital.com 30/03/2007

Algunos críticos piensan que la película tiene demasiada violencia gratuita. Pero la batalla de las Termópilas no fue precisamente un picnic.

Largas colas frente a los cines esperan para ver la película 300, cuyo guión se inspira en la última batalla de los espartanos en el paso de las Termópilas contra el ejército persa invasor. Pero muchos de los críticos que han puesto verde a la película han afirmado que es imprecisa históricamente. ¿Están en lo cierto?

He aquí algunas respuestas. Pero primero dos aclaraciones. Yo escribí una introducción al libro sobre el rodaje de 300 después de que se me enseñase un primer corte de la película en octubre. También recuerdo que 300 no afirma seguir exactamente los relatos históricos de la batalla de las Termópilas en el 480 a.C. Es una interpretación impresionista tomada a partir de la novela gráfica de Frank Miller, concebida para entretener e impactar al espectador en primer lugar, y en enseñarle algo sólo después.

De hecho, en la batalla real, no hubo rinocerontes ni elefantes en el ejército persa. Su rey, Jerjes, tenía barba y se sentaba en un trono por encima del campo de batalla; no era calvo y sexualmente ambiguo como se le muestra en la película, ni se pavoneaba en el mismo campo de batalla. Y ni el traidor Efialtes ni los magistrados espartanos, los éforos, eran grotescamente deformes. Además, cuando los griegos se vieron rodeados el último día de la batalla, había 700 tespios y otros 400 tebanos se lucharon junto a los 300 espartanos a las órdenes del rey Leónidas. Estos guerreros que no eran espartanos apenas aparecen en la película.

Aún así, el guión de la película comunica la esencia de lo que sucedió en las Termópilas. En ese lugar, un pequeño contingente de griegos impidió al enorme ejército persa avanzar durante tres días antes de ser traicionados. Los defensores afirmaron que la razón de su lucha era la supervivencia de un pueblo libre frente a la subyugación del Imperio Persa.

Muchas de las frases más melodramáticas de la película –como el desafío espartano («Ven a por ellas») al recibir órdenes de los persas de entregar sus armas, o la respuesta de los espartanos («Entonces lucharemos a la sombra») al ser advertidos de que las flechas persas eclipsarán el sol– proceden realmente de los relatos antiguos de Heródoto y Plutarco.

Los guerreros de 300 tienen el aspecto de héroes del cómic porque se basan en los dibujos de Frank Miller, que destacaban los torsos desnudos, las espadas futuristas y las escenas de lucha teatrales. En otras palabras, el director Zack Snyder no cuenta el relato de una manera realista, como en la mayor parte de las tentativas fallidas por recoger el mundo antiguo de películas recientes como Troya o Alejandro Magno, sino al estilo surrealista de un cómic o un videojuego.

Los mismos griegos hicieron con frecuencia adaptaciones impresionistas de este tipo. Los pintores de cerámicas griegas no retrataron con precisión a los soldados con su inestable armadura. En su lugar, utilizaban «la desnudez heroica» con el fin de plasmar el contorno del cuerpo humano. De igual manera, las tragedias atenienses que representaban historias de guerra emplearon artificios tan imaginativos como los de 300. Los actores llevaban máscaras. Los hombres interpretaban el papel de mujeres. Cantaban en ritmos fijos, rotos mediante himnos corales. La audiencia comprendía que los dramaturgos reelaboraban los mitos comunes para complacer los gustos de la época y ofrecer reflexiones sobre la experiencia humana.

Algunos críticos piensan que la película tiene demasiada violencia gratuita. Pero la batalla de las Termópilas no fue precisamente un picnic. Casi todos los espartanos y los tespios acabaron muertos, junto con cientos procedentes de otros contingentes griegos. Algunas de las muertes más gráficas del film, como la de los persas empujados al mar desde el acantilado, proceden del texto de Heródoto. Y los cineastas omitieron la mutilación del rey Leónidas, cuya cabeza Jerjes ordenó empalar en una estaca.

Finalmente, algunos han sugerido que 300 es de una simpleza juvenil en su retrato y glorificación en blanco y negro de griegos libres contra persas autoritarios. La película ha sido de hecho prohibida en Irán como ofensiva propaganda norteamericana, al tiempo que la teocracia celebra de repente su antiguo pasado «infiel». Pero el contraste entre buenos y malos no procede del director ni de Frank Miller, sino que se basa en los relatos de los propios griegos, que vieron su sociedad como diametralmente opuesta a la monarquía de la Persia imperial.

Cierto, hace 2.500 años casi todas las sociedades del Mediterráneo tenían esclavos. Y todas relegaban a la mujer a un puesto relativamente inferior. Esparta convirtió toda la región de Mesenia en un estado de siervos. Pero sólo en las polis griegas había gobiernos elegidos democráticamente, que variaban de la oligarquía constitucional de Esparta hasta los comicios mucho más amplios de estados como Atenas o Tespia. Lo que es más importante, sólo en Grecia hubo una tradición constante de autocrítica y libertad de expresión sin cortapisas. Aristófanes, Sófocles o Platón cuestionaron la posición subordinada de la mujer. Alcidamante lamentaba la noción de la esclavitud.

Tal apertura no se encuentra en ninguna parte más del mundo mediterráneo antiguo. Esa libertad de expresión explica la razón por la que consideramos correctamente a los antiguos griegos como los fundadores de nuestra civilización occidental actual. Como millones de aficionados al cine parecen intuir, fueron un pueblo mucho más parecido a nosotros que ese enemigo que en última instancia no logró conquistarlos.

© Benador Associates
Victor Davis Hanson es un prestigioso historiador militar, escritor y columnista sindicado de Estados Unidos. Actualmente es especialista investigador de la Hoover Institution.