José Parrilla | Valencia www.levante-emv.com 22/10/2009

Los arqueólogos que durante dos años han excavado el solar de la calle Ruaya han llegado a la conclusión de que «no hay restos inmuebles dignos de conservar», es decir, que no hay construcciones que permitan pensar que existió un poblado ibérico origen de la ciudad como se especuló al principio.

El equipo de arqueólogos que ha llevado a cabo la excavación de un asentamiento íbero en la calle Ruaya de Valencia no ha encontrado restos inmuebles, es decir, construcciones que hagan pensar en un posible origen de Valencia anterior al que se conoce hasta el momento. La ciudad, por tanto, sigue siendo romana del año 138 antes de Cristo. Las piezas de cerámica, las herramientas o la balsa encontradas sólo permiten confirmar que allí hubo un asentamiento rural de los siglos III y II antes de nuestra era.

El descubrimiento de este yacimiento se produjo en febrero de 2008 durante la construcción de un aparcamiento en la calle Ruaya de Valencia. Por el pozo y la balsa de agua se pensó desde el principio en un asentamiento rural, mientras que la cerámica o las monedas permitieron datarlo en el periodo tardoibérico. No obstante, sobre este descubrimiento siempre planeó la idea de que podría tratarse del poblado que dio origen a la ciudad, cuya fecha de «nacimiento» está históricamente fijada en el año 138 a. d. C. A esta creencia contribuyó de forma determinante el interés de la alcaldesa de Valencia por el hallazgo y la aportación de un millón de euros para realizar la excavación.

La realidad, sin embargo, confirma las primeras sospechas de los expertos. Las conclusiones de los arqueólogos, según Juan Soto, dicen que allí «no hay nada valioso digno de ser conservado», es decir, no hay restos inmuebles que prueben la existencia de un poblado. Eso si, en los casi dos años que han durado los trabajos de investigación se han reunido hasta 500 cajas de material mueble de gran valor para conocer los modos de vida de la época.

Para el concejal socialista estas conclusiones ponen de manifiesto el «fracaso» del proyecto, no por el trabajo de los arqueólogos, que defendió sin duda alguna, sino por la «utilización política» que se hizo del mismo. «Después de las enormes expectativas generadas y el enorme despliegue mediático, la conclusión es que nada merece ser conservado», lamentó Soto, quien no dudó en calificar la excavación como un «bluf».

Por su lado, el concejal de Circulación y Transportes, Alfonso Novo, respondió que los resultados de la investigación no se podían conocer de antemano y que ellos siempre han hecho caso de las recomendaciones de los expertos.

«La irresponsabilidad habría sido no continuar con las excavaciones después de aparecer los primeros hallazgos», dijo Novo, quien añadió que «afortunadamente nosotros no tenemos el don de adivinar lo que se encuentra bajo tierra».