Padilla (Valladolid) | EUROPA PRESS 12/01/2009

Los trabajos de arada realizados durante los últimos días del mes de diciembre de 2008 en la parcela 59 del polígono 502 de Padilla de Duero, lugar donde se ubica una parte de la necrópolis vacceo-romana de Pintia, provocaron un «efecto devastador» para el yacimiento.

Según destacó el director del Centro de Estudios Federico Wattenberg de la Universidad de Valladolid y profesor de Arqueología, Carlos Sanz Mínguez, si no se frena esta dinámica de laboreo agrícola un tercio de este «cementerio único» declarado bien de interés cultural «desaparecerá por completo en unos pocos años».

En un comunicado recogido por Europa Press, Sanz señaló que después de unos años de barbecho «sin sobresaltos», la parcela ha sido arrendada a un nuevo aparcero, quien ha procedido a ararla y ha alcanzado la remoción del terreno en numerosos puntos entre 50 y 70 centímetros de profundidad, lo que se ha podido comprobar hundiendo en diferentes localizaciones una vara de tetracero.

«Las consecuencias de esta medida en la superficie afectada, en torno a una hectárea, tiene un efecto tan silencioso como devastador sobre el sustrato arqueológico, al reventar los depósitos funerarios de incineración como consecuencia del desplazamiento interno de las numerosas estelas de piedra caliza que subyacen en el lugar», destacó el director del Instituto antes de explicar que precisamente una decena de estas han sido en esta ocasión arrastradas a la superficie y apartadas a los bordes de la finca.

Por ello, el pasado día 2 de enero se cursó una denuncia ante el Seprona de la Comandancia de la Guardia Civil de Valladolid por los hechos expuestos, de los que también han sido informados el director general de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, Enrique Sáiz, y el alcalde de Peñafiel, Félix Martín.

Desde el Centro de Estudios Federico Wattenberg de la Universidad de Valladolid se solicitó el auxilio del Procurador del Común así como la inclusión de la Zona Arqueológica en la Lista Roja de Hispania Nostra, a lo que se suma la labor de los encargados de la gestión del yacimiento para recabar apoyos en la Real Academia de la Historia y entre los profesores de los Departamentos de Prehistoria y Arqueología de las Universidades españolas.

Aunque las investigaciones en este lugar por parte de la Universidad de Valladolid comenzaron en 1979, fecha en que se confirmó el carácter funerario de este pago de Las Ruedas vinculado a la ciudad de Pintia, no fue hasta 1985 cuando se iniciaron los trabajos sistemáticos que se mantienen hasta la actualidad y que «tan buenos resultados científicos proporcionan».

Un año antes, en 1984, se realizó la concentración parcelaria y esta zona «tan sensible» de la ciudad pintiana «se puso en cultivo», algo «realmente lamentable» porque hasta entonces «el paupérrimo terreno de gravas y arenas donde se asienta apenas si había servido para viñedo con sistemas de arada de tracción animal».

El de Pintia es un «yacimiento único en su género» que conserva en el subsuelo decenas de miles de ricos enterramientos de incineración con multitud de ajuares y ofrendas de acompañamiento por lo que la destrucción entonces de una parte «muy sustancial» del cementerio como consecuencia de los trabajos de arada con vertedera y tracción mecánica, muy particularmente en las tumbas más antiguas y superficiales de la zona sur del mismo, se sustanció «visiblemente» en el arranque de más de un centenar y medio de grandes lajas de señalización de las tumbas.

En el año 1987 la Junta de Castilla y León abrió un expediente para su declaración como Zona Arqueológica, resuelto en 1993 y también a principios de los años 90 adquirió un tercio de la extensión del cementerio y otra parcela en los alfares de Carralaceña, en el término de Pesquera de Duero, y situó sobre el yacimiento tres grandes cartelones de señalización.

Con todo, el laboreo al que seguía sometido el resto del cementerio hizo que el número de estelas se fuera incrementando año tras año por lo que en la década de los 90 se alcanzó la cifra de 400, «lo que fue denunciado reiteradamente sin que se pusiera freno a la situación».

«En consecuencia, lo que comenzó como una política de cierto calado y con perspectivas de futuro, se ha quedado a la postre en lo que cabría calificar como una política alejada de la realidad cotidiana de la conservación del yacimiento», señaló Sanz antes de referirse a zanjas de canalización ilegales, plantación de viñedo con subsolación profunda, apertura de graveras ilegales, desmonte de relieves antropogénicos para facilitar las labores de cultivo.

«Resulta inexplicable además que mientras algunos procuramos conservar, investigar y difundir el conocimiento, con métodos costosos y lentos que exigen altas dosis de esfuerzo y paciencia, y que además se nos regula la actividad con un nivel de detalle escrupuloso, el labrador hinque la reja del arado y aparte las estelas-memoria de nuestros muertos sin ningún pudor, lo que nos priva de la oportunidad de recuperar nuestro pasado», concluyó el profesor.