Helena Martínez | Almagro (Ciudad Real) www.elpais.com 12/07/2008

Cheek by Jowl trae a España ‘Troilus y Crésida’ una visión amarga y desencantada de la Guerra de Troya.

«Un cornudo y una puta», así de contundente se muestra Shakespeare al referirse al rey Menelao y a su esposa Helena. Lo hace en Troilo y Crésida, en la que cuenta, con una visión escéptica e irónica, el final de la guerra de Troya. No se sabe con exactitud si se llegó a representar en época del autor o si permaneció oculta durante los siglos. Criticada por muchos, comenzó a revalorizarse a partir de la Primera Guerra Mundial y alcanzó su máxima fama en la década de los sesenta, cuando la visión del dramaturgo iba muy al hilo con el desencanto por la Guerra de Vietnam. Este año ha llegado hasta España de la mano de Cheek by Jowl, la compañía de Declan Donnellan y Nick Ormerod, en uno de sus montajes más arriesgados y trepidantes.

La acción comienza cuando ya se han librado siete años de batalla. Los dos ejércitos empiezan a estar cansados de derramar sangre sobre la arena troyana y la fatiga comienza a hacerse notar. Aquiles se refugia en su tienda, acompañado por su amante Patroclo, mientras que Paris y Helena se mantienen dentro del palacio exhibiéndose ante el pueblo. Y Troilo se enamora perdidamente de Crésida, hija de un desertor griego, a la que conseguirá gracias a la mediación del tío de la joven.

En ese statu quo la felicidad podría ser posible, pero estamos ante una tragedia. Algo atípica, pero tragedia. Crésida es arrebatada de los brazos de su amado para ser devuelta a su padre, en campo heleno, como parte de un intercambio de rehenes, lo que no será sino el principio del fin del amor entre ellos; y griegos y troyanos se enzarzarán en un trágico combate que será el principio del fin de la larga contienda.

El tono oscila desde el primer momento entre la melancolía y la comedia subida de tono; y es que los versos del Bardo aquí se vuelven mordaces y descarados, no sólo en labios de la bella Helena sino también en la desinhibida Crésida o en un Paris que recuerda fácilmente a muchos de los atractivos protagonistas de las portadas de las revistas del corazón, preocupado únicamente por dar satisfacción a su entrepierna. No hay héroes y ni siquiera el noble Héctor o el audaz Ulises son capaces de escapar a las debilidades humanas como la vanidad, el deseo o la intriga.

Una noche maravillosa
La puesta en escena a lo largo del patio de butacas, con los espectadores sentados a ambos lados, ayudaba a tener más cerca la acción, frenética en algunos momentos y suavemente detenida en otros, aunque sin perder nunca el ritmo. A pesar de que los personajes no son blancos o negros, sino que se mueven en un complejo mundo de matices, sí lo era el vestuario, al menos en los momentos de combate en el que el escenario se convertía en un ajedrez en el que los troyanos movían las piezas blancas y los griegos las negras.

La noche en el Corral de comedias de Almagro se alió con la compañía y una fresca brisa hacía la temperatura más agradable para el público que casi llenaba en su totalidad el recinto, en el que también se encontraban los protagonistas del montaje Noche de reyes que Donnellan estrena esta noche con su compañía rusa.

Desde el monólogo inicial de Helena (Marianne Oldham), en el que acaricia juguetona los filos de las espadas de los soldados troyanos, hasta el final que interpreta David Collings (Pándaro), los actores atrapaban la atención en un ritmo frenético que superponía escenas y planos, que llega a su punto máximo en la separación de los amantes. Las actuaciones de Cheek by Jowl siempre destacan por la fuerza del reparto, pero esta vez han conseguido la cuadratura del círculo en un conjunto en el que destacan personajes secundarios como el deslenguado Tersites (Richard Cant), un travesti que se convierte en estrella de cabaret en una de las escenas más hilarantes de la pieza.

A la función aún le queda algo de recorrido por nuestro país. Ya pasó por el Festival del Grec de Barcelona, pero cuando deje Almagro después de la función de esta noche, recalará en las Naves del Español, en el Matadero de Madrid, donde se representará para completar su paso por España.