Carlos Álvarez Roldán | Berlín www.elmundo.es 28/02/2008

Wilfried Stroh, profesor de latín desde hace 36 años y actor, está considerado el hombre que mejor habla esta lengua muerta.

“El latín es algo demasiado importante como para dejarlo sólo en manos del Vaticano”, el único Estado del mundo donde esta lengua aún es teóricamente el idioma oficial. La máxima pertenece a Wilfried Stroh, también conocido como Valahfridus y uno de los máximos responsables del renacido interés en Alemania por la cultura y el idioma que más seres humanos hablaron al mismo tiempo durante el período más largo de la Historia. Hasta hace 2.000 años.

Este profesor emérito de Filología Clásica de la Universidad de Munich, con 36 años de experiencia en la enseñanza del latín y considerado “el hombre que mejor habla esta lengua en el mundo”, pensó un día en cómo podía un día motivar a sus ruidosos estudiantes, hartos del rosa rosae declinado en tono de letanía, La guerra de las Galias, de Julio César, aprendida de memoria y que compartían la filosofía de aquella frase que pobló las paredes de tantos lavabos escolares: Latinum ad latrinam (el latín a las letrinas).

En esta tesitura decidió enseñar el idioma latino como cualquier otra lengua moderna viva, centrada en la conversación y salpicada de actividades de teatro, danza y lectura comentada de los grandes autores, entre ellos sus amados Horacio, Petrarca, Ovidio y Séneca.

“El latín debe enseñarse de manera divertida y un poco menos formal. Hablado murió hace casi dos milenios, pero lo que pase ahora depende de nosotros”, asegura este hombre que un día convirtió el latín en una forma de vida. Su contestador telefónico saluda con un mensaje en esta lengua y no es difícil verle rodeado de una cohorte de 20 estudiantes por los pasillos de la universidad, entre ellos una monja católica hablando la lengua de Horacio como si fuera la suya propia.

De hecho, cuando Stroh lee al poeta delante de sus alumnos, con su perfecta métrica y fonética alejadas del sopor que recuerda cualquiera que haya topado con esta lengua en sus años escolares, pocos dirían que se trata de una clase de latín. Es más, según sus tesis, esa lengua debería haber ocupado el puesto que hoy desempeña el inglés como lengua vehicular planetaria.

Stroh insiste en que el aprendizaje del latín es clave para entender la tradición democrática europea. Pero Stroh es algo más que el puntal de una generación de estudiantes de Filología Clásica que ha conseguido que existan nuevas generaciones de estudiantes alemanes de latín que hablen también esta lengua. Decidido a sacarla a la calle y revitalizarla, es impulsor de representaciones de teatro en las que él mismo es actor, ha participado en programas de televisión y está a punto de cumplir uno de sus sueños, rodar una película sobre Horacio. En latín, obvia decirlo. Y adivinen quién desempeñará el papel protagonista. Sí, el simpar Valahfridus.

Aunque nacido en Stuttgart en 1939, su carrera profesional la ha desarrollado prácticamente en Baviera, la antigua provincia romana de Germania Inferior. Allí logró hacerse un hueco en el imaginario alemán al participar en los años 80 y 90 en algunas campañas protesta, por supuesto con el latín como lengua de combate. Así inventó una canción contra la planta de procesamiento de combustible nuclear Busch que coreaban los manifestantes. “Fornaculam plutonicam Pluto ipse devorato” (“el propio Plutón quiere devorar la fábrica de Plutonio”) fue su estrofa más coreada.

Más tarde ocupó las portadas de la prensa bávara al protagonizar una protesta, por supuesto en latín, contra el ruido del nuevo aeropuerto Franz-Josef Straus de Múnich. Y en sus entrevistas no es difícil verle recibir en toga y saludar al periodista con el sempiterno “Salve”.

Su lucha por resucitar el latín incluye numerosas obras publicadas. La última, El latín ha muerto, ¡viva el latín!, recorre de manera amena a lo largo de 400 páginas la historia de esta lengua y ha llegado a entrar en la lista de libros más vendidos de la prestigiosa revista Der Spiegel. Y para los amigos de las cifras, en Alemania en uno de cada tres institutos se imparte latín y desde 2000 son 808.000 más los estudiantes que han decidido aprenderlo, lo que equivale a un aumento del 30%.