Sevilla www.diariodesevilla.es 07/10/2009

La SEEC organiza en Sevilla un curso sobre ‘El agua en la cultura romana’.

La historia no debe mezclarse nunca con la literatura. Lo dijo ayer Narciso Santos Yanguas, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Oviedo. Vino desde la Vetusta de Clarín a la Hispalis de Valle para intervenir en un curso sobre el agua en la cultura romana organizado por la Sociedad de Estudios Clásicos.

Esa mezcla lleva a errores como llamar turcos o árabes a unos baños que en realidad son romanos o hablar de los caños de Carmona para referirse a unas aguas, las que llegaban a la capital, que procedían de Alcalá de Guadaíra. Pero la literatura siempre está presta para echarle un capote a la historia. Lo hizo en su ponencia María José Berlanga, profesora de Arqueología de la Universidad de Málaga, que reflejó la ambigua relación que los romanos tenían con los baños mediante un epitafio digno de Groucho: «Los baños, los vinos, Venus corrompe nuestros cuerpos, pero son la vida, los baños, los vinos, Venus».

El agua en las minas, en el Derecho, en la agricultura, en el deporte, en el ocio, en la guerra. Una cascada de exposiciones hidráulicas en el salón de la Caja Rural. Se habla mucho del oro de Moscú. El profesor Santos se extendió sobre el oro de Roma, que se almacenaba antes de ser enviado a la capital del imperio. Un oro muy rentable, pues en su extracción intervenían «esclavos, condenados a minas, indígenas que trabajaban a cambio de la comida y los que podían cobrar, capataces e ingenieros, como pertenecían al Ejército, cobraban por otro lado».

Será Trajano en la Dacia (actual Rumanía) el primero que establece contratos laborales para estos esforzados buscadores de tesoros, que nunca tendrán el derecho que Claudio les dio a quienes combatían en el Ejército de Roma de acceder a la ciudadanía.

Las termas, como los teatros y los anfiteatros, llegan a Roma por Pompeya, a los pies del Vesubio. Es un legado griego, aunque para los helénicos, tan olímpicos, primero era el deporte y después el baño, y los romanos, más epicúreos y de Rogelio de Coria, invierten la primacía. Recomiendan el agua del mar para los senos inflamados, las vísceras y la delgadez extrema, contó la profesora Berlanga. Una profilaxis tan extendida que hasta Nerón, asociado siempre con el fuego, hizo llevar agua hasta el corazón de la Roma imperial.

A Itálica llegaba el agua desde más de treinta kilómetros de distancia, desde Escacena, escenarios estudiados por el gran Francisco Presedo. «En la época republicana, los baños no estaban muy bien vistos», dice Berlanga. Séneca se mofa de Escipión el Africano, «el terror de Cartago», devaluado moralmente cuando lo retrata administrándose un baño cuyos horarios y separación por sexos reguló Trajano.

«La tradición popular asocia los baños públicos con la aportación árabe-musulmana y en realidad son una creación romana. Los baños llamados árabes de la calle Aire tienen una estructura romana». Lo dice Julián González, madrileño, presidente de la delegación para Sevilla y Huelva de la Sociedad de Estudios Clásicos.

Un legado artístico y lúdico que sigue vigente en nuestra civilización. La profesora Berlanga asegura que las estaciones ferroviarias de Nueva York y de Chicago están inspiradas en las termas de Caracalla, en cuya construcción trabajaron diariamente nueve mil operarios durante cinco años. Un baño al desempleo romano.

Buscaban pepitas de oro, pero el oro verdadero es el agua. Van juntos por el río Navelga, cerca de Luarca, donde buscadores de los más lejanos confines participaron en el campeonato del mundo de bateo. No hay tesoros. Sólo «un uno por ciento, un dos como mucho de las minas son interiores. Las demás son a cielo abierto», dice el catedrático Narciso Santos, que acompañó su charla con imágenes de las médulas, los santuarios geológicos del mineral.

Un percance automovilístico le impidió asistir a la primera jornada a María del Pópulo Antolín, que sí estuvo ayer protegida por un collarín. Es socia desde hace cuarenta años de la Sociedad de Estudios Clásicos y durante más de treinta enseñó Latín y Griego en la Preuniversitaria de Heliópolis donde se jubiló en 2001. No participa en los viajes de la Sociedad «porque van mucho a Mérida, donde yo hice mi tesina, y además nací en Almendralejo, me lo conozco muy bien. Además casi siempre se van en Semana Santa. Y yo en esas fechas nunca me muevo de Sevilla». Los días más romanos de la ciudad, que se engalana para hacer un master multitudinario de Estudios Clásicos.

ENLACES:
Programa del curso ‘El agua en la culturaromana: aprovechamiento y protección’

Agua y cultura en Roma: La cultura del agua en la Bética Romana