Cristina Fanjul | León www.diariodeleon.es 10/11/2010
El análisis de un lavabo hallado en Puerta Obispo confirma su importancia monumental.
La investigación acaba de ser publicada en Zephyrus , la revista de prehistoria y arqueología de la Universidad de Salamanca, y revela las características que debieron tener las termas de la Legio VII a tenor de un descubrimiento del año 1996 cuyo análisis sale ahora a la luz. Se trata de los restos de un labrum , un lavabo romano que apareció en las excavaciones realizadas por Victorino García Marcos en Puerta Obispo. La importancia de este hallazgo no es baladí, puesto que, como señala el arqueólogo Ángel Morillo -autor de la investigación junto a Javier Salido Domínguez- estos objetos se encuentran escasamente documentados en las provincias hispanas de Roma.
Piezas similares
Hasta el momento, se han hallado vestigios similares en las termas de Tarraco, Baelo Claudia, San Pedro de Alcántara, Itálica y Segóbriga. «Los pocos ejemplares citados arrojan medidas de entre uno y 2,50 metros de diámetro. Fueron fabricados en mármol o piedras similares blancas o de color, aunque se han documentado también en granito. La pieza inédita de León viene a completar este panorama tan limitado», explica Morillo. Añade el investigador que la concavidad de la pila y la curvatura de sus paredes permiten enmarcarla dentro de un tipo denominado a bacino y precisa que correspondería a formas muy abiertas de dimensiones grandes, con ombligo interior y fondo plano, cuyas paredes se curvan en ángulos casi rectos. Se trata de un lavabo similar a los aparecidos en los caldaria de las termas Stabians de Pompeya, en las termas de los Cisiarii de Ostia, en el ágora Mesenia o en el ninfeo de Herodes Ático de Olimpia.
Otra de las características que hacen especial esta pieza es su cromatismo. Ángel Morillo revela que la tonalidad violácea escogida para tallar el labrum pone de manifiesto cómo debió ser el programa decorativo de las termas legionarias, de las que proceden también numerosos restos de revestimientos arquitectónicos de mármoles de tonalidades blancas y grises. «Todo ello, contrastaría cromáticamente con nuestra pieza, buscando un efecto de claroscuro muy llamativo», subraya. Este detalle se completa además con el descubrimiento de un fuste de columna tallado asimismo en el mismo tipo de piedra que el labrum , que podía formar parte de la decoración interior de las estancias termales. Ángel Morillo hace hincapié en el hecho de que se utilizó piedra de Espejón, cuyas canteras -en Burgos- se encontraban a una distancia de 300 kilómetros de la Legio VII. «Sólo el transporte del bloque de piedra desbastado de más de dos metros de diámetro y varias toneladas de peso a través de vías y caminos terrestres entre las canteras de procedencia y el territorio astur augustano debió plantear notables problemas de infraestructura, resueltos en este caso gracias a la administración militar», describe. El historiador llega a la conclusión de que su presencia en León confirma la importancia del programa monumental acometido en las termas legionarias. Es decir, por todo lo dicho anteriormente puede concluirse que las termas legionarias tuvieron unas características -«tanto desde el punto de vista ornamental como de sus dimensiones-» sobresalientes.