Antonio López Eire | 18/01/2008

Estimado consocio y amigo:

Permíteme unas breves explicaciones a los tres fundamentos del programa electoral que, para ocupar la presidencia de la SEEC, hace poco presenté.

Había, si recuerdas, tres puntales básicos en los que se apoyaba todo el programa, porque de otras cuestiones, como, por ejemplo, que habrá una revista y será de calidad y que se luchará con denuedo por la Cultura Clásica donde sea menester y que seguirá habiendo congresos y se realizarán múltiples actividades en nuestra sociedad, etc., no traté por considerarlas obvias y no relevantes para el votante a la hora de decidirse por una candidatura o por otra.

Me habían dicho en la SEEC que debía limitarme en extensión a una cuartilla por los dos lados y así lo hice. Hay que ser obedientes a las normas que a uno le dictan estén o no escritas, gane uno o pierda. Eso es el juego limpio.

Pero sí me refería, en cambio, en el mencionado documento a mi especificidad como nuevo presidente dispuesto a cambiar para mejor nuestra Sociedad.

En primer lugar, me mostraba partidario de respetar la “ley no escrita” de la alternancia de un latinista y de un helenista en la presidencia de la SEEC.

El respeto a las “leyes no escritas” en una sociedad es más importante de lo que a primera vista pudiera parecer. Obedecerlas significa que uno respeta a esa sociedad y sus anteriores normas beneficiosas, que uno se somete a ellas y que uno lo hace porque le guían legítimos y honrados fines y no intereses particulares.

Sabido es qué ocurrió en nuestra sociedad cuando esa norma fue conculcada en toda regla: el descontento de unos, el desánimo de otros, la falta de ilusión de casi todos. De aquellos polvos vienen estos lodos.

En relación con esto último, establecemos como segundo deseo el de restaurar el entendimiento entre socios antiguos y actuales, llamando a la unidad a cuantos en un determinado momento se disgregaron y dieron nacimiento a otras sociedades que pueden coexistir con la nuestra en perfecta paz y armonía. Yo mismo pertenezco a varias convencido de que ahora estamos en un momento en el que debemos volcarnos por defender nuestros estudios y hacerlos cada vez más interesantes y aceptables por nuestros conciudadanos. En este empeño trabajaremos mejor si estamos bien avenidos y formando una piña que si se nos percibe enfrentados y dispersos.

En tercer lugar, me refería al profesorado de Instituto, a los profesores de Enseñanza Secundaria, que han recibido, evidentemente, un trato poco justo en nuestra sociedad.

Una vez ingresados en la SEEC y situados en ella, todos sus miembros somos socios y no nos dividimos en dos castas, la de los profesores de Universidad y la de los profesores de Instituto. Al fin y al cabo, universitarios somos todos y el propósito y los fines que nos guían al hacernos socios es uno y el mismo.

Por eso es incomprensible en el siglo en que vivimos que no haya en una candidatura para presidir la SEEC al menos un vicepresidente que sea profesor de Instituto.

Si la enseñanza del Griego y del Latín en los Institutos se hunde aún más de lo que lo está, ya podemos despedirnos todos afectuosamente los unos de los otros (los socios profesores de Instituto y los socios profesores de Universidad), ponernos los flotadores de supervivencia y echarnos al mar.

Nuestra área de acción está fundamentalmente en los Institutos. Es ahí donde tenemos que volcarnos, animando a nuestros compañeros, dando la cara por ellos, colaborando con ellos codo con codo, intentando unos y otros que se reconozca la importancia de la Cultura Clásica (la guerra no está aún perdida) y esforzándonos por encontrar nuevas vías que la hagan más atractiva y asimilable.

Hoy no podemos seguir explicando nuestras materias de clase como lo hacía el dómine Cabra ni sin aprovechar todo lo que se sabe de nuevo sobre la enseñanza de lenguas, de literaturas y cultura.

A todos nos interesa que sea atractiva la Cultura Clásica, que se la valore debidamente, y eso, como todas las labores importantes de la vida, hay que conseguirlo a base de trabajo ilusionado, colaborando todos con humildad pero sin desfallecimiento.

Por último, permíteme que señale dos puntos que en apariencia no tienen importancia, pero para mí la tienen y mucha, porque así es mi carácter, y no tengo por consiguiente razón ninguna para ocultarlos.

La paridad de hombres y mujeres que presenta nuestra candidatura es justa y nos permite presentarnos como una sociedad con deseos de progreso. Y, por otro lado, el deseo de ayudar a los más necesitados es una norma que debiera inspirar a todo aquel que, con sus necesidades vitales bien cubiertas, se dedica con convencimiento a la enseñanza de una cultura, la Cultura Clásica, en la que se considera que es muy hermoso ser hombre cuando uno es de verdad hombre.

Por todo esto, querido consocio, porque nuestra sociedad tiene que cambiar – nos va en ello mucho a todos – y tiene que cambiar ya, cuanto antes, te pido que me apoyes, que votes por correo, que movilices a otros para que lo hagan.

Te agradezco en el alma y te lo agradeceré siempre cuanto hagas en este sentido. Como sabes, las causas, por justas que sean, no logran imponerse por sí solas, sin defenderlas y sin luchar con esfuerzo por ellas.

Por mí no va a quedar. A ti te pido que me ayudes.

Muchas gracias.

Antonio López Eire
Socio de la SEEC

ENLACES:
Programa de D. Antonio López Eire: www.estudiosclasicos.org/Manifiesto_Lopez_Eire.pdf
Programa de D. Jaime Siles: www.estudiosclasicos.org/Manifiesto_Siles.pdf
Calendario electoral: www.estudiosclasicos.org/Convocatoria_electoral.doc