Miguel Mora | Roma www.elpais.com 28/01/2010

El derrumbe de 50 metros de muros romanos hace saltar las alarmas en el parque – Los sindicatos denuncian que el sitio lo controlan la Camorra y Protección Civil.

Pompeya, la ciudad romana que sepultó la ceniza del Vesubio, Patrimonio de la Humanidad protegido por la Unesco desde 1997, sigue sufriendo dos mil años después el abandono y la impericia de las autoridades. Bajo el acoso de la Camorra, que trapichea en la zona arqueológica y edifica donde le parece, la gestión de Pompeya fue entregada el verano pasado por el Gobierno a un comisario extraordinario, manager de la todopoderosa Protección Civil, dotado de atribuciones especiales.

Justificada como solución a la «grave degradación» y al «estado de riesgo» que amenaza el área, en la gestión del comisario Marcello Fiori ha primado la espectacularidad y la superficialidad sobre la calidad y la seguridad, según afirman expertos y trabajadores del campo.

«Pompeya, con 2,5 millones de visitantes y 20 millones de ingresos al año, se gestiona hoy con un estilo espectacular y populista incompatible con el tiempo, casi siempre lento e ingrato, de la arqueología», resume un funcionario del sitio que pide anonimato.

El síntoma más claro es que entre los 600 trabajadores de Pompeya reina la omertà. Sólo los sindicalistas hablan, desde fuera, con nombre y apellido. El resto no revela su identidad por temor a las represalias.

Un misterioso incidente ha sido convertido casi en asunto de Estado por la dirección. Los trabajadores denuncian que se ha intentado minimizar daños muy graves. Y esto ha hecho estallar en el sitio arqueológico una tensión latente desde hace meses.

El 14 de enero, una obra puesta en marcha a toda prisa, en turnos de siete días, según los sindicatos, para dar brillo a la inminente visita al sitio de un político (no está claro si es el presidente Giorgio Napolitano o el primer ministro Silvio Berlusconi), causó el derrumbamiento de dos muros, uno de 30 metros y otro de 20. Dos paredes de casas antiguas, según algunas fuentes decoradas con frescos, se vinieron abajo.

El sindicalista Gianfranco Cerasoli, de la UIL, explica que la obra fue decidida por el comisario Fiori y afectaba a la zona de la Vía de la Abundancia, donde se encuentran la Casa de los Castos Amantes -descubierta en 1987 y cerrada con andamios desde entonces- y la Casa de Polibio. «Colocaron una grúa muy grande sobre un terraplén frágil, y con la lluvia la grúa cayó sobre el muro que rodea la Isla de la Casa de los Castos Amantes; éste a su vez derruyó una pared contigua», explica Cerasoli.

El comisario Fiori ha negado que los desperfectos hayan sido graves, ha desmentido que los hubiera causado una grúa y los ha achacado a las fuertes lluvias. Siguiendo al milímetro la línea oficial, Fiori ha preferido anunciar que «en febrero será posible ver la excavación de la Casa de los Castos Amantes a través de un plástico transparente y un sistema de cámaras de televisión».

El director de la excavación de Pompeya, el arqueólogo Antonio Varone, ha acusado a los sindicatos de alarmismo y ha quitado hierro al percance, limitándolo a un «pequeño corrimiento de tierras».

Pero la denuncia parte de la prestigiosa asociación privada Italia Nostra, que vela por el patrimonio cultural. Italia Nostra habla de omertà y de «distorsiones» en la gestión y ha exigido «transparencia inmediata».

Una funcionaria del parque da su versión mientras se aleja de la oficina para hablar sin ser oída: «Tenemos miedo, el clima aquí es de intimidación. No sabemos siquiera qué daños reales ha habido porque la consigna es no hablar, y ni siquiera han dejado entrar a los técnicos a hacer fotos».

Los sindicatos explican que las obras en curso costarán 33 millones de euros, y que el día 20 el comisario firmó una entrega de 200.000 euros para reparar los daños. Además, señalan que 12 días después del incidente no se había mandado el preceptivo informe al director general del ministerio, Stefano de Caro.

Según Bagio de Felice, del sindicato CGIL, «la actuación de Fiori y la falta de reacción del ministerio que dirige Sandro Bondi revelan que el Estado ha abdicado de tutelar el patrimonio de Pompeya y Nápoles y certifica el fracaso de la política cultural».

«En ese desierto hace carrera la presunta eficacia de la Protección Civil, que usa los mismos métodos en Pompeya que en L’Aquila. Entre nosotros circula este chiste: habéis llegado 2.000 años tarde a la erupción, ahora no hace falta que os deis prisa».

Fiori es un hombre versátil y de probada capacidad de trabajo. Pero los técnicos dudan de que sea el hombre que necesita Pompeya. «Es un lugar muy delicado, no puedes hacer obras como si fuese una autopista», señala Pietro Giovanni Guzzo, responsable estatal (superintendente) del sitio desde 1994 a 2009. El arqueólogo recalca que «en Pompeya lo más importante es combatir la infiltración de la Camorra, que edifica viviendas ilegales donde quiere y controla los negocios en la zona». Según el diario L’Unità, que destapó el incidente, un comerciante del área, Nicola Mercurio, se ha convertido «en el brazo derecho de Fiori». En junio de 2009, la policía de Nápoles descubrió un túnel secreto de 30 metros lleno de objetos robados que iba desde la excavación hasta una vivienda cercana.