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artículo
3-05-2003 |
I.
D./POMPEYA,
Ideal,
Granada |
Y
también,
arqueología
del
perfume |
La
labor de
los
arqueólogos
de
Pompeya,
donde
actualmente
trabajan
120
equipos,
se ha
extendido
más allá
del
oficio
tradicional
e
intenta
desentrañar
los
aspectos
más
sutiles
de la
vida
cotidiana.
El
Laboratorio
de
Investigación
Aplicada,
que
trabaja
desde
1995,
estudia
los
ambientes
naturales
previos
a la
erupción
del
Vesubio
y el uso
que
hacían
los
vecinos
de
Pompeya
de sus
recursos.
El paso
siguiente
ha sido
rescatar
el
pasado
de forma
práctica,
con un
producto
que
acerque
al
público
a la
Antigüedad
y que
además
sea
vendible.
Después
del
vino, la
otra
idea en
curso es
la
preparación
de
perfumes
con las
técnicas
de los
romanos
y con
sus
mismos
materiales.
La Casa
de los
perfumes
, una de
las
domus
del
centro
de la
urbe,
acoge
hasta el
2 de
junio
una
muestra
explicativa
con un
mostrador
de venta
incluido.
Por un
precio
de entre
20 y 30
euros se
pueden
comprar,
por
ejemplo,
ungüentos
de
lavanda
o
cardamomo
y, por
12
euros,
esencias
para el
baño de
albahaca
y menta
o de
rosa y
melisa.
La
perfumería
de
Pompeya
distribuía
tres
tipos de
productos:
los
óleos
aromáticos,
utilizados
para
acicalarse
o con
fines
terapéuticos,
los
bálsamos,
como la
mirra o
el
incienso,
que se
quemaban
en ritos
de
culto, y
los
effluvium
,
plantas
secadas
y
metidas
en
saquitos
que
después
se
sumergían
en el
agua
para
perfumar
el baño.
La base
oleosa
de las
esencias
estaba
compuesta
por
aceitunas
o
almendras
machacadas.
«Es
curioso
que
algunas
de las
sustancias
que
usaban,
como el
jacinto
y el
iris,
todavía
se
emplean
hoy en
día,
mientras
otros,
como el
romero y
la
albahaca,
para
nosotros
son sólo
condimentos»,
explica
Anna
Maria
Ciarallo,
responsable
del
laboratorio
de
investigación. |
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