Por JESÚS
GARCÍA
CALERO
De antiguo
se conocen
las
palabras y
el fuego.
Prometeo
fue
condenado
por robar
el fuego
de los
dioses y
Sócrates
moriría
por un
gesto
similar,
por el
escándalo
de avivar,
con fuego
del verbo,
la
inteligencia
de los
hombres.
Pero desde
entonces,
si no
desde
antes, a
lo largo
de la
historia,
todos los
imperios
han temido
el poder
de las
palabras
que
incendiaban
la
paciencia
de los
pueblos.
Desgraciadamente,
la
Biblioteca
de
Alejandría
permanece
en nuestro
inconsciente
colectivo
como un
ejemplo de
fuego
destructor.
Alejandría
había
albergado,
en 700.000
volúmenes,
todo el
saber de
la era
helenística
que
ardería,
según la
tradición,
en tiempos
de Julio
César. Sin
embargo,
lo poco
que pudo
salvarse
de las
llamas de
la
Biblioteca
fue tan
sustancial
que hizo
posible
nuestro
Renacimiento.
Aristarco
de Samos,
uno de los
astrónomos
que
trabajó en
la
Biblioteca,
había
formulado
el
heliocentrismo
1.800 años
antes de
que
Galileo
tuviera
que pedir
perdón por
re-descubrir
que los
planetas
giran como
palabras
en torno
al Sol,
fuego de
fuegos. Y
cuando
quemar los
libros
«peligrosos»
pareció ya
no bastar,
llegarían
a quemar a
las
personas
que
creaban o
sabían sus
palabras,
como le
ocurrió a
Giordano
Bruno en
una plaza
de Roma,
en febrero
de 1600.
Ray
Bradbury
noveló
esta
relación
del fuego
y las
palabras
en
«Farenheit
451»,
título que
recuerda
la
temperatura
a la que
el papel
empieza a
arder.
Muchos
dijeron
que volver
a
construir
la
Biblioteca
de
Alejandría
en el
siglo XXI
era un
intento
inútil, ya
que existe
Internet.
Y visto el
pequeño
incendio
que ayer
puso en
vilo a
Egipto,
algunos
habrán
pensado
que son
ganas de
tentar a
la suerte.
Pero el
solo gesto
de poner
en marcha
esta
institución,
en un
mundo
dividido
aún por
las
guerras y
los
dioses,
por el
fuego de
sus
soldados y
de sus
emisarios,
merece el
riesgo de
otra
hoguera
como la de
ayer, o
como la de
entonces.
Vivimos
aún entre
las
palabras y
el fuego.
Y hemos de
defenderlas
cada día
de las
llamas de
la
intolerancia.
La palabra
sigue
siendo
nuestro
único
faro. |