EL CAIRO /
BARCELONA
El
edificio
fue
evacuado y
el
incendio
se había
controlado
una hora
después AP
Las llamas
no
destruyeron
ningún
libro ni
documento
de
importancia
y, gracias
a la
rápida
actuación
de los
bomberos,
se
limitaron
a una
planta de
oficinas
Un
cortocircuito
causó ayer
un
incendio
en la
recién
inaugurada
Biblioteca
de
Alejandría
(norte de
Egipto),
que fue
controlado
en una
hora y
causó 35
heridos,
según ha
informado
Efe. El
incendio
se
localizó
en el área
administrativa
de la
cuarta
planta de
la
Biblioteca
y los 35
heridos
tuvieron
que ser
trasladados
a un
hospital
por
intoxicación
tras
inhalar
humo.
Asimismo,
la
dirección
del centro
confirmaba
ayer a ABC
que no ha
resultado
dañado
ningún
libro ni
documento
de
importancia,
entre los
más de
doscientos
cincuenta
mil que
alberga
actualmente,
aún una
cifra muy
menor, si
se tiene
en cuenta
que sus
instalaciones
aspiran a
guardar
nada menos
que ocho
millones
de
volúmenes
cuando se
hayan
desarrollado
las fases
del
proyecto
previstas
para el
futuro.
Una utopía
¿Cómo es
la
Biblioteca
de
Alejandría
que
renació de
sus
cenizas el
16 de
octubre de
2002, en
una
ceremonia
que
presidieron,
junto al
presidente
egipcio,
Hosni
Mubarak,
la Reina
Doña Sofía
y las de
Suecia y
Jordania,
así como
el
presidente
francés,
Jacques
Chirac? Se
trata,
entre
otros
elementos,
de una
inmensa
sala de
lectura de
160 metros
de
diámetro
-algo más
de dos
campos de
fútbol-
que ha
materializado
lo que
durante
siglos fue
una utopía
imposible:
crear una
Biblioteca
de
Alejandría
que
evocara
aquella
joya de la
remota
Antigüedad,
cuando era
considerada
una de las
siete
maravillas
del mundo
conocido.
Allí, el
astrónomo
Hiparco
ordenó el
mapa de
las
constelaciones
y estimó
el brillo
de las
estrellas;
allí fue
donde
Euclides
determinó
sus
Elementos
de
Geometría,
donde
Aristarco
descubrió
que la
Tierra
giraba
alrededor
del Sol,
donde
Dionisio
de Tracia
instauró
las partes
del
discurso,
donde
Herófilo
estableció
que no era
el corazón
sino el
cerebro el
órgano que
el hombre
empleaba
como
plataforma
de la
inteligencia,
donde
Herón
inventó
cajas de
engranajes
y aparatos
de
vapor...
Allí, 24
siglos
después de
que los
Tolomeos
crearan el
núcleo del
saber más
importante
del mundo,
hoy se
puede
trabajar
con las
tecnologías
de archivo
y
comunicación
más
avanzadas
del mundo.
Hablamos
de una
macrobiblioteca
capaz de
albergar,
como ya
hemos
señalado,
hasta ocho
millones
de libros
como
alternativa
a los más
de 400.000
rollos que
desaparecieron
con el
incendio
de la
ciudad
ordenado
por Julio
César en
el año 47
a.C. o
durante la
invasión
de Omar
cuatro
siglos
después
(algo que
no aclaran
los
historiadores).
El
edificio,
situado
hoy junto
a la bahía
de
Alejandría,
no está
muy lejos
de donde
pudo
encontrarse
la antigua
Biblioteca,
cerca de
los
palacios y
del museo.
Se ha
encargado
de
levantarla
el equipo
de
arquitectos
noruego
formado
por
Dykers,
Kapeller y
Thorsen,
que además
han
asumido el
proyecto
de
adecuación
paisajística
exterior y
la
creación
del
mobiliario
interior.
No era
ésta su
primera
incursión
en el
mundo de
la
cultura:
en el
elenco de
obras de
este
equipo se
encuentran
la
National
Opera
House de
Oslo y la
sede de la
Organización
Internacional
de la
Propiedad
Intelectual
en
Ginebra,
así como
cuatro
bibliotecas
urbanas en
Noruega.
Ni tampoco
es el
primer
encargo en
territorio
árabe:
tiene su
firma el
Centro de
Patrimonio
Cultural
de Dubai.
En forma
de tambor
seccionado
en
diagonal,
la
Biblioteca
de
Alejandría
quiere ser
el
recordatorio
del sol
cuando
emerge de
las aguas
al
amanecer.
Son siete
plantas en
la zona
más alta,
cerradas
en su
parte
superior
por
ventanales
de acero y
cristal en
forma de
paneles
solares
(hay quien
dice que
tiene
aspecto de
chip). En
total,
nada menos
que 70.000
metros
cuadrados
de
superficie
que miran
al
Mediterráneo.
¿Antídoto
contra la
censura?
La fachada
redondeada
es, sin
duda, la
mayor
pizarra
del mundo:
sobre el
hormigón
se han
grabado
letras de
todos los
alfabetos
conocidos
hasta el
momento,
lo que da
idea de la
universalidad
que se
pretende.
Pero, en
contraste
con los
70.000
metros
cuadrados
que dedica
a la
cultura
universal,
el
Gobierno
de Hosni
Mubarak se
ha
enfrentado
a una de
sus
mayores
contradicciones:
la falta
de
libertad
de
expresión
propiciada
por los
extremistas
islámicos.
Uno de los
episodios
más
recientes,
y por
desgracia
no el
último,
ocurrió el
7 de enero
de 2001,
cuando el
ministro
de
Cultura,
Faruq
Hosni,
ordenó que
se
retiraran
del
mercado
tres
libros y
destituyó
a los tres
cargos
oficiales
que habían
aprobado
su
publicación,
por
considerar
que se
trataba de
«obras
indecentes».
Además, el
23 de
diciembre
de 2000 la
Policía
había
arrestado
al
escritor
Saladín
Mohsen en
el
Aeropuerto
de El
Cairo, por
considerar
que sus
obras
atacaban
al Islam.
Una
situación
a la que
se deberá
poner
remedio si
se quiere
pronfundizar
en el
proyecto
universalista
que anima
desde su
puesta en
marcha la
Biblioteca.
En fin,
han hecho
posible
esta
quimera
(cuya
inauguración
debió ser
aplazada
del 23 de
marzo al 2
de octubre
de 2002,
por la
conflictiva
situación
entre
palestinos
e
israelíes)
gracias a
la Unesco
y al
Gobierno
egipcio,
que se
comprometieron
a llevarlo
adelante
en 1990 al
firmar la
Declaración
de Asuán,
con el
presidente
Mubarak a
la cabeza
y otros
dignatarios,
entre
ellos la
Reina Doña
Sofía.
Al
inaugurarse,
quedó
cerrado el
gran
interrogante
que, sin
pretenderlo,
abrió el
presidente
de Estados
Unidos
Richard
Nixon
cuando en
su visita
a Egipto
lanzó la
inocente
pregunta:
¿Y dónde
están los
restos de
la
Biblioteca?
Era el año
1974 y
entonces
nadie le
supo
contestar. |