3-3-2003

ABC, Madrid

Entrevista a Isrmail Serageldin, director de la Biblioteca de Alejandría

DOLORS MASSOT

Conversación mantenida la semana pasada con Ismail Serageldin en Barcelona: Él cree que la Biblioteca de Alejandría redefinirá la imagen de esta ciudad de 2.300 años de historia, fundada por Alejandro Magno y que durante siete siglos fue centro intelectual del mundo. Una ciudad que ha inspirado a poetas desde Calímaco a Kavafis y a novelistas como Durrell. La Biblioteca «dará contenido a este renacimiento», dice, con sus tres museos, cinco institutos de investigación, un planetario, seis galerías de arte, dos exposiciones permanentes, un centro de conferencias para 5.000 personas, seis bibliotecas especializadas, los archivos de Internet -la única copia que hay fuera de California- y la gran biblioteca).

-¿Como se ve desde la Biblioteca el analfabetismo de Egipto?

-No lo compensa en absoluto. La Biblioteca es una institución de aprendizaje elevado. Las campañas de alfabetización son difíciles. Colaboré con el Gobierno en algunas para asegurar la asistencia del cien por cien de los niños a las escuelas, sobre todo las chicas. Hace veinte años, más del 25 por ciento de las niñas no iban a la escuela primaria. Esta cifra se ha reducido a un 5 por ciento y vamos a por el cero. Pero quizá su pregunta es otra...

-¿...?

-¿Por qué Egipto se ha permitido este lujo? Le diré que no es tanto dinero. Costó 200 millones de dólares, de los que cien llegaron por donación y el resto se ha pagado en doce años. Además, la razón fundamental es que todos los países necesitan centros de excelencia. Hace años, India creó doce institutos de ingeniería y se le criticó esta política. Pero el 49 por ciento de los ingenieros de Silicon Valley son hoy indios y han orientado las sucontrataciones de sus empresas hacia la India. Su Instituto Agrícola, al mismo tiempo, se encarga de la cobertura calórica de la población del país. Si no se crean centros de excelencia, es difícil salir de la pobreza. Egipto tiene derecho a tener uno como la Biblioteca de Alejandría. Entre el chimpancé y el hombre sólo nos distingue un dos por ciento del ADN. En ese dos por ciento está la poesía, la arquitectura, la creatividad humana. Para la estructura educativa de un país, los centros de excelencia son equivalentes a ese dos por ciento del genoma humano. Este dos por ciento marca la diferencia entre la mediocridad generalizada y la innovación, la expresión, el diálogo con el resto del mundo y la capacidad de inventar el futuro.

-¿Es posible crear un museo subacuático en la Bahía de Alejandría?

-Es una sugerencia que se estudia junto a otras como la de una estructura superior con acceso al mar por unas escaleras. Otra sería contar con barcos con suelo de cristal. O sacar el material del agua y reconstruirlo sobre tierra firme. Con la euforia de la reconstrucción de la Biblioteca, la gente quiere reconstruir el antiguo Faro, tener museos flotantes, subacuáticos, desarrollos urbanos...Hay mil proyectos, unos locos, otros buenos.

-¿Es locura un museo subacuático?

-Hay problemas técnicos, en parte porque no es fácil para una persona ver piedras -esculturas- y visualizar lo que son. Algunas piezas están expuestas en el museo y son maravillosas. Los grandes arquitectos y artistas habrán de debatir cómo se presentan.

-Como autor de un libro sobre arquitectura y cultura musulmana, ¿qué opinión le merece la Biblioteca?

-La referencia de los arquitectos fue el disco solar, una idea faraónica más que islámica, muy apropiada ya que la Biblioteca se creó en tiempos de los Tolomeos. Estoy con los arquitectos en que lo importante era crear un espacio cálido. A la gente que lo visita le sorprende la luz y la belleza. La conexión con la cultura islámica se halla en una entrada extremadamente modesta. Al cruzar el umbral, se da a la enorme sala, que da sensación de descubrimiento. Este tratamiento basado en la experiencia del individuo es muy similar en espíritu a la arquitectura islámica.

 

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