DOLORS
MASSOT
Conversación
mantenida
la semana
pasada con
Ismail
Serageldin
en
Barcelona:
Él cree
que la
Biblioteca
de
Alejandría
redefinirá
la imagen
de esta
ciudad de
2.300 años
de
historia,
fundada
por
Alejandro
Magno y
que
durante
siete
siglos fue
centro
intelectual
del mundo.
Una ciudad
que ha
inspirado
a poetas
desde
Calímaco a
Kavafis y
a
novelistas
como
Durrell.
La
Biblioteca
«dará
contenido
a este
renacimiento»,
dice, con
sus tres
museos,
cinco
institutos
de
investigación,
un
planetario,
seis
galerías
de arte,
dos
exposiciones
permanentes,
un centro
de
conferencias
para 5.000
personas,
seis
bibliotecas
especializadas,
los
archivos
de
Internet
-la única
copia que
hay fuera
de
California-
y la gran
biblioteca).
-¿Como se
ve desde
la
Biblioteca
el
analfabetismo
de Egipto?
-No lo
compensa
en
absoluto.
La
Biblioteca
es una
institución
de
aprendizaje
elevado.
Las
campañas
de
alfabetización
son
difíciles.
Colaboré
con el
Gobierno
en algunas
para
asegurar
la
asistencia
del cien
por cien
de los
niños a
las
escuelas,
sobre todo
las
chicas.
Hace
veinte
años, más
del 25 por
ciento de
las niñas
no iban a
la escuela
primaria.
Esta cifra
se ha
reducido a
un 5 por
ciento y
vamos a
por el
cero. Pero
quizá su
pregunta
es otra...
-¿...?
-¿Por qué
Egipto se
ha
permitido
este lujo?
Le diré
que no es
tanto
dinero.
Costó 200
millones
de
dólares,
de los que
cien
llegaron
por
donación y
el resto
se ha
pagado en
doce años.
Además, la
razón
fundamental
es que
todos los
países
necesitan
centros de
excelencia.
Hace años,
India creó
doce
institutos
de
ingeniería
y se le
criticó
esta
política.
Pero el 49
por ciento
de los
ingenieros
de Silicon
Valley son
hoy indios
y han
orientado
las
sucontrataciones
de sus
empresas
hacia la
India. Su
Instituto
Agrícola,
al mismo
tiempo, se
encarga de
la
cobertura
calórica
de la
población
del país.
Si no se
crean
centros de
excelencia,
es difícil
salir de
la
pobreza.
Egipto
tiene
derecho a
tener uno
como la
Biblioteca
de
Alejandría.
Entre el
chimpancé
y el
hombre
sólo nos
distingue
un dos por
ciento del
ADN. En
ese dos
por ciento
está la
poesía, la
arquitectura,
la
creatividad
humana.
Para la
estructura
educativa
de un
país, los
centros de
excelencia
son
equivalentes
a ese dos
por ciento
del genoma
humano.
Este dos
por ciento
marca la
diferencia
entre la
mediocridad
generalizada
y la
innovación,
la
expresión,
el diálogo
con el
resto del
mundo y la
capacidad
de
inventar
el futuro.
-¿Es
posible
crear un
museo
subacuático
en la
Bahía de
Alejandría?
-Es una
sugerencia
que se
estudia
junto a
otras como
la de una
estructura
superior
con acceso
al mar por
unas
escaleras.
Otra sería
contar con
barcos con
suelo de
cristal. O
sacar el
material
del agua y
reconstruirlo
sobre
tierra
firme. Con
la euforia
de la
reconstrucción
de la
Biblioteca,
la gente
quiere
reconstruir
el antiguo
Faro,
tener
museos
flotantes,
subacuáticos,
desarrollos
urbanos...Hay
mil
proyectos,
unos
locos,
otros
buenos.
-¿Es
locura un
museo
subacuático?
-Hay
problemas
técnicos,
en parte
porque no
es fácil
para una
persona
ver
piedras
-esculturas-
y
visualizar
lo que
son.
Algunas
piezas
están
expuestas
en el
museo y
son
maravillosas.
Los
grandes
arquitectos
y artistas
habrán de
debatir
cómo se
presentan.
-Como
autor de
un libro
sobre
arquitectura
y cultura
musulmana,
¿qué
opinión le
merece la
Biblioteca?
-La
referencia
de los
arquitectos
fue el
disco
solar, una
idea
faraónica
más que
islámica,
muy
apropiada
ya que la
Biblioteca
se creó en
tiempos de
los
Tolomeos.
Estoy con
los
arquitectos
en que lo
importante
era crear
un espacio
cálido. A
la gente
que lo
visita le
sorprende
la luz y
la
belleza.
La
conexión
con la
cultura
islámica
se halla
en una
entrada
extremadamente
modesta.
Al cruzar
el umbral,
se da a la
enorme
sala, que
da
sensación
de
descubrimiento.
Este
tratamiento
basado en
la
experiencia
del
individuo
es muy
similar en
espíritu a
la
arquitectura
islámica. |