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16-1-2003 |
ABC,
Madrid |
El fondo
de una
obsesión |
Aunque
Robert
Ballard
tiene
experiencia
en todos
los mares
del mundo,
el Mar
Negro se
ha
convertido
en su gran
obsesión
desde
1997. Por
una parte,
la
exploración
de esta
zona
rodeada
por las
costas de
Georgia,
Rusia,
Ucrania,
Rumania,
Bulgaria y
Turquía
estuvo
vetada
durante
décadas
como
consecuencia
de la
guerra
fría.
Dificultades
de acceso
que
contrastan
con las
características
ideales de
estas
aguas para
preservar
restos
submarinos,
con unos
niveles de
salinidad
aproximadamente
a la mitad
de los
existentes
en el
Mediterráneo,
bajas
temperaturas
y pocas
corrientes.
La clave
de este
fenómeno
de
conservación
natural se
encuentra
en la gran
pobreza de
oxígeno
del Mar
Negro, que
impide la
existencia
de vida
submarina
en sus
mayores
profundidades
de hasta
2.244
metros y
garantiza
la
perduración
de cascos
y mástiles
de madera.
A Ballard
no se le
escapa
tampoco
que hace
7.500 años
toda esta
zona
sufrió una
monstruosa
inundación
consistente
con la
descripción
del Gran
Diluvio
incluida
en la
Biblia y
en la
epopeya de
Gilgamesh. |
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