Hibai Arbide Aza elpais.com 03/09/2021
Famoso por la música de la película ‘Zorba, el griego’, fue encarcelado en los sesenta por la junta militar de su país y cuando llegó la democracia ejerció de ministro.
Mikis Theodorakis lo fue todo en la cultura de la Grecia moderna. Ningún otro compositor, poeta o artista tuvo tanto reconocimiento. En la política helena también lo fue todo. Ningún intelectual fue tan influyente como él. Tras su muerte, Nueva Democracia, Syriza, el Partido Comunista y el resto de partidos han mostrado una unanimidad muy poco habitual en ellos: han elogiado al “creador panhelénico y al mismo tiempo universal”, como le ha llamado la presidenta de la República, Katerina Sakellaropoulou.
Theodorakis se implicó en política mientras descubría que sería músico. Con solo 17 años se enroló en el Frente de Liberación Nacional (EAM) y poco después en el Partido Comunista de Grecia (KKE). Luchó en la resistencia contra la ocupación nazi y en Dekemvriana, la batalla de Atenas en diciembre de 1944 que perdió el EAM y dio lugar al Terror Blanco, un periodo de represión anticomunista. El joven Mikis fue arrestado, enviado al exilio en la isla de Icaria y luego deportado a la isla de Makronisos, donde fue torturado y enterrado vivo dos veces. No fue la única represión anticomunista que padeció en propias carnes. En 1967 fue detenido por la Dictadura de los Coroneles, encarcelado y torturado de nuevo. La junta militar prohibió sus canciones y éstas se convirtieron en himnos antifascistas. Su salud se deterioró mientras estaba detenido en el campo de concentración de Oropos. “Oh, pueblo torturado, no olvides Oropos”, dice su canción homónima. Personalidades griegas y extranjeras se movilizaron por su liberación. El compositor Dimitri Shostakovich, el dramaturgo Arthur Miller y los actores Laurence Olivier e Yves Montand crearon un comité internacional para exigir su liberación. La dictadura accedió en 1970 con la condición de que abandonara Grecia. Instaló su exilio en París. Probablemente, los conciertos más importantes de su carrera fueron los del estadio Karaiskaki del Pireo en 1974, donde decenas de miles de personas celebraron el fin de la dictadura.
Entre exilio y exilio consiguió estudiar música en los conservatorios de Atenas y París y comenzó a componer: 12 sinfonías y conciertos, 19 obras de música de cámara, cinco óperas, siete cantatas, decenas de ballets, teatro… Su obra clásica es inabarcable. Pero, además, a partir de 1960 comenzó a escribir canciones que incorporan elementos tradicionales. En 1965 publicó su canción más conocida, Zorba el Griego. Su línea de bouzouki (instrumento de cuerda griego similar a la mandolina) es una de las más reconocibles del mundo. Empezó a colaborar con cantantes de laïkó, el folk urbano surgido a partir de los años 50. Mediante la introducción de esas voces en sus discos, Theodorakis hizo estallar la división entre la alta cultura y la cultura popular.
En 1978 fue candidato del KKE a la alcaldía de Atenas. En 1981 y 1985 fue elegido diputado comunista. También fue diputado de Nueva Democracia, el partido de la derecha. En 1990 aceptó el cargo de ministro sin cartera en el Gobierno presidido por Constantinos Mitsotakis, padre del actual primer ministro Kyriakos Mitsotakis. Después volvió a defender posiciones de izquierda. Durante la crisis griega se opuso a las medidas de austeridad impuestas por la Troika. En 2010 creó un movimiento ciudadano independiente llamado Spitha y, en 2012, el movimiento político ELADA junto al veterano izquierdista Manolis Glezos. Su objetivo era formar un frente amplio contra el rescate europeo. En 2013 anunció su retirada de la vida política, pero no lo cumplió del todo. En enero 2015 apoyó la llegada de Alexis Tsipras y SYRIZA al Gobierno, pero el idilio duró muy poco. En agosto de ese mismo año promovió una iniciativa que criticaba duramente que el Gobierno de Tsipras hubiera “traicionado” el resultado del referéndum sobre la austeridad. En 2017 encabezó una manifestación contra recortes sociales aprobados por el Eurogrupo.
En 2018 vivió el último enfrentamiento con la izquierda al participar junto a la extrema derecha en las movilizaciones contra el acuerdo con Macedonia del Norte. Desde la tribuna de una manifestación bramó: “Fascistas, racistas, anarquistas, terroristas, matones, sois mis hermanos”. A raíz de ello, Ilias Kasidiaris, portavoz del partido neonazi Amanecer Dorado, publicó el siguiente tuit: “Mikis comenzó en las juventudes de [Yannis] Metaxas y termina junto a los nacionalistas y patriotas. Lo de en medio se le perdona”. Tras su muerte ha salido a la luz una carta personal que el compositor envió a Dimitris Kutsubas, secretario general del KKE, en octubre de 2020. “Ahora, al final de mi vida, en el momento de ajustar cuentas, los detalles desaparecen de mi mente y solo permanecen las Grandes Cosas. Veo que pasé mis años más críticos, fuertes y maduros bajo la bandera del KKE. Por eso, quiero dejar este mundo como comunista”.
En 1971 visitó Israel para presentar La balada de Mauthausen, que luego formaría parte de una trilogía. Yasir Arafat, entonces líder de la OLP, le dijo: “Hiciste bien y compusiste Mauthausen para los israelíes. Los israelíes son un pueblo que sufre ¡Pero nuestro pueblo, los palestinos, también sufre! ¡Quiero que escribas para nosotros también!”. Así, Theodorakis compuso el himno de la OLP. Y también el del Partido Socialista Francés. Y el de Gamal Abdel Nasser y tantos otros. Su Canto General con letra de Pablo Neruda es casi un himno.
Pero sería reduccionista quedarse con este recuento de hazañas en la élite. Theodorakis era, sobre todo, una celebridad popular. Sus canciones se cantan como si fueran tradicionales. Cada 17 de noviembre ―conmemoración de la revuelta estudiantil contra la dictadura de los coroneles― los estudiantes de toda Grecia cantan a Theodorakis en las escuelas. Seguirá siendo así. Antes de cada manifestación en las huelgas generales, por megafonía seguirá sonando Tis dikaiosynis ilie noite. En las tabernas de Mykonos los turistas seguirán pagando precios absurdos mientras unos músicos tocan “Zorba”. Los conciertos se volverán a convertir en karaokes multitudinarios con Ena to Chelidoni o Asteri mou feggari mou. Porque Theodorakis se ha ido pero su obra es ya inmortal.
FUENTE: elpais.com