EFE 27/02/2009

El historiador inglés del mundo clásico Robin Lane Fox narra en «Héroes viajeros» los viajes de los griegos de tiempos de Homero, cuando en el siglo VIII antes de Cristo cruzaron «al otro lado» del Mediterráneo y «descubrieron un nuevo mundo», igual que los españoles siglos más tarde al llegar a tierra americana.

«Siempre pensé que el lector hispano iba a entender más fácilmente este libro acerca del viaje y el descubrimiento», ha declarado a Efe el profesor de Oxford, entrevistado en Madrid sobre su nuevo ensayo «Héroes viajeros», que aparece en una edición de Crítica (Planeta) tras el éxito de «El Mundo Clásico», que lleva 40.000 ejemplares vendidos en menos de dos años.

«Hay mucha literatura barata que trata sobre conflictos -del Este contra el Oeste, de las Cruzadas..-, pero esta obra se remonta a una época temprana, la de unos aventureros que ocho siglos a.C. viajaron por la cuenca mediterránea con sus relatos míticos y se encontraron con sus dioses y héroes», explica el autor (Eaton, 1946).

Lane propone pensar que cuando Homero compara los ejércitos griegos cruzando las llanuras de Troya con las ‘vistas y sonidos’ del mundo, «su visión y su oído llegan a Italia, a la isla de Ischia en la bahía de Nápoles, y las futuras investigaciones dirán si también a Túnez o incluso a Huelva, en España».

«Pero hoy hemos olvidado el Mediterráneo y hemos construido en las costas de Italia y España una barrera que no nos deja ver», señala, y recalca lo «esencial que es viajar para ver». «El viaje abre la mente o sólo confirma lo que ya estaba en ella», dice, crítico con el turista de hoy, mientras se entusiasma con la «desbordante imaginación» desplegada en las hazañas de Ulises.

Sus héroes, unos griegos, los eubeos, que desafiaron vientos y tormentas, inspiraron la Ilíada y la Odisea. Partieron de la isla de Eubea, hacia el norte de Grecia, Chipre, norte de Siria y, desde ahí, al Oeste, hacia Sicilia y la bahía de Nápoles.

«La cuestión es saber hasta dónde llegaron», plantea este historiador-viajero que sale cada tanto de su biblioteca en busca de la historia y de sus gentes. «Aquellos aventureros dejaron sus historias sobre el origen, pero sus historias no son el origen de la historia», precisa también y ofrece la pista para su libro en una cita de Salinger en «El guardián entre el centeno», irónico por verse exigido a «simplificar y unificar».

Homero, los poetas, la historiografía de Herodoto y las historias de Alejandro, junto a los objetos y cerámicas de la arqueología, sirvieron a Lane Fox para seguir las huellas dejadas por los mitos, y él mismo -asegura- visitó físicamente todos los lugares que menciona.

Su libro hace hincapié en «el impacto» que causó a sus viajeros descubrir civilizaciones más antiguas. «Encontrar los emplazamientos reales de los mitos que llevaban en sus mentes les abrió a otro mundo», indica, y llegaron al «país de nunca jamás».

«¡Debió de ser genial vivir en el siglo octavo si se viajaba!» exclama, cuando relata el descubrimiento, por aquellos griegos, de huesos de enormes animales prehistóricos en tres lugares homónimos -entre Italia, el norte de Grecia y Siria-, donde «vieron a todos los monstruos y gigantes de la ira de Zeus».

El historiador cuenta que él mismo sintió la evidencia cuando, en su visita a un yacimiento entre Siria y Turquía, se saltó la alambrada de una zona militar para pasar la noche en la montaña de Jabel Aqra donde pudo escuchar a las lluvias y al viento. «Ahí, en esas tormentas, estaban los dioses de Homero», confesó. «Y entonces entendí la experiencia».

Lane Fox asegura que el poeta Hesiodo nunca pisó tierras del cercano Oriente. «Sólo consultó al oráculo de Delfos y allí aprendió de Creta y de la historia», pero el autor de ‘La Teogonía’ «no viajó». «Luego, en un segundo tiempo, fue a Eubea y explicó a sus habitantes lo que ellos habían vivido pero él no pudo ver». ¿Hesiodo viajó con su mente y no con su cuerpo? «Cierto -responde-, pero no su padre, que se arruinó viajando y fue un emigrante y un hombre moderno».

Lane Fox advierte de que «entender por la propia experiencia puede ser peligroso si arriesgas demasiado de ti mismo y no lo suficiente del pasado». Y ahora, tras acabar este libro se confiesa «perdido», pues en sus páginas dejó la película que llevaba en su cabeza desde hace 30 años. «No sé que más escribir».

MÁS INFO: lee el primer capítulo del libro, EL VUELO DE HERA