S. Mascarell | Beniarjó (Valencia) www.lasprovincias.es 16/06/2010

La industria funcionó un siglo y exportaba ánforas de vino y aceite y tejas fabricadas junto al Serpis.

Las obras de construcción del canal de desvío de las agua del barranco de Piles al Serpis han dejado al descubierto una joya de la arqueología industrial romana. Ha sido en el término municipal de Beniarjó, en la ladera del Serpis. Y lo más destacado de los hallazgo es el excelente estado de conservación.

Se trata de cuatro hornos que se empleaban para cocer barro modelado en forma de ánforas de vino y aceite, así como tejas planas y curvas para construir casas. Fue una industria próspera que, además, estuvo funcionando durante casi un siglo.

Lo que se ha encontrado es el espacio en la vera del río donde funcionaban los cuatro hornos, uno de los cuales ha salido a la luz perfec tamente conservado.

Este horno es el más grande de todos y todavía conserva todas las arcadas sobre las que existía una pequeña caseta de ladrillo donde se cocían las piezas que se denomina laboratorio.

En la bóveda construida a ras de suelo para albergar la cámara de combustión se colocaba la leña y el calor llegaba a la caseta a través de unos agujeros practicados sobre el suelo de construcción.

La zona ha sido excavada bajo la dirección de la arqueóloga Silvia Pidal en colaboración con Paula Bernabeu. La excavación comenzó en enero de este año y ha permanecido en el anonimato hasta hoy que ya ha sido completamente cubierto con arena compactada para que puedan proseguir las obras del canal y proteger así la construcción.

El conjunto se ha datado aproximadamente en el siglo I Después de Cristo, en la época en la que gobernaban en Roma, los emperadores Augusto o Tiberio, es decir, una de las etapas más gloriosas del imperio.

La península Ibérica, y sobre todo la costa, había sido colonizada por los Romanos hacía tiempo y en ella prosperaban algunos señores que tenían a sus ordenes esclavos trabajando en la industria op el cultivo.

El señor de esta villa situada en la partida de Pardines debió de ser rico y su vivienda, magnífica, pero será difícil saberlo porque las especialistas creen que, en función de la orientación de la zona donde se encuentran los hornos, la villa debió estar situada donde ahora discurre la autopista AP-7 a su paso por Beniarjó.

Junto a los hornos se solía ubicar el testar, donde se tiraban los restos de cerámica que no se podían comercializar. De allí se han extraído durante seis meses miles y miles de piezas que han sido almacenadas en decenas de cajas para su posterior estudio.

A raíz del estudio de los sellos propios de cada alfarería romana podrán seguir la pista de los puntos a los que exportaba esta próspera industria de envases de vino y aceite.

La exportación de piezas en esa época se realizaba en barco, pero se desconoce si esta villa distribuía su producto en otras provincias romanas ubicadas en África o en Europa o si el área de venta era la misma península.

Hace dos años, el Museo Arqueológico de Gandia rehabilitó doce lápidas de la época del gran imperio y fragmentos de inscripciones sepulcrales sobre piedra que se habían hallado en los últimos años en diferentes municipios de la Safor.

Las estelas, tanto funerarias como referentes a rituales, pertenecieron a personas de diferentes estamentos sociales, como libertos o esclavos, que estuvieron asentadas en Gandia.

También hay grabados que hacen referencia a advocaciones sobre los dioses romanos, como por ejemplo, a Hércules. Entre estas piezas se encuentra una inscripción funeraria sobre piedra hallada en las obras del Consistorio de Beniarjó y que perteneció a una personas que tenía a su cargo a otras.

Las piezas descubiertas en Pardines están siendo trasladadas al Museo Arqueológico de Gandia y durante todo el verano serán estudiadas detenidamente.

Piezas de ánforas
El material recuperado es fundamentalmente restos de piezas de ánforas. Sólo ha aparecido un ánfora casi completa, así como algún pequeño ejemplo de cerámica doméstica. También se encontró parte de la inscripción de una estela funeraria perteneciente a una de las esclavas que pudo haber trabajado a las órdenes del señor de la villa.

Algunas de las piezas halladas también descubren la forma en la que los romanos construían los tejados. Empleaban dos tipos de teja. Una de ellas era plana y de ella se han encontrado algunos ejemplos. En la alfarería también se cocían tejas curvas que se colocaban encima de las planas para proteger la vivienda de la humedad y los agentes meteorológicos. El Museo Arqueológico de Gandia engrosa con estas piezas una de las mejores colecciones de epigrafía de la Comunitat Valenciana pese a que la Ciudad Ducal no era un municipio romano. Gandia sí poseía villas romanas, pero no era una ciudad romana propiamente dicha como Dénia, en la cual no se han encontrado tantas lápidas de esta época como en Gandia.

Este es el segundo hallazgo relacionado con asentamientos romanos en Beniarjó. El primero se produjo al descubrir una estela funeraria que durante muchos años estuvo tirada junto al río hasta que fue trasladada por expertos al Museo Arqueológico de Gandia para su custodia. Cerca de Pardines fue encontrado otro asentamiento romano pero esta vez en término municipal de Potries, donde salieron a la luz restos de una villa romana que estaba situada cerca de los molinos de agua de la zona. Estas excavaciones se realizaron a finales de la pasada década. En Daimús se encontró el túmulo de Baebia Quietae de los más importantes de la zona.

LA VILLA BAJO LA AP-7
Pocas veces se ha encontrado en una misma excavación cuatro hornos cerámicas por lo que los especialistas consideran que la villa debía de ser rica y próspera. Se calcula que los restos de la villa están situados bajo la AP-7 que fue construida a escasos 20 metros del yacimiento.

Los 4 hornos descubiertos en Beniarjó no estuvieron en funcionamiento al mismo tiempo, aunque sí lo hicieron dos a la vez, lo que hace pensar que esta industria estuvo durante casi un siglo en funcionamiento.