Carmen Villar | A Coruña www.laopinioncoruna.es 21/06/2010

Sólo 21 alumnos están matriculados en Filoloxía Clásica en la facultad de la Universidade de Santiago. En la clase de Francisco Millán, que cursa el último año de la carrera, sobra mucha aula para cinco compañeros.

«Las filologías están en decadencia, pero no me siento un animal en extinción», declara. En las pizarras, extraños caracteres, los griegos, junto a otros más familiares, incluso hoy en día, los latinos, dan testimonio de un viaje en el tiempo hasta la antigüedad.

A este joven pontevedrés le quedó claro que él deseaba leer a Virgilio o a Homero en su lengua original cuando tenía unos doce años y su tío, catedrático de griego, le llevó a ver la lápida de un sepulcro de un mártir del siglo II. «Me di cuenta de que aquí, en Santiago, había escrito algo en griego y que eso formaba parte de nuestra realidad, que sigue ahí latente, formando parte de nuestra vida más cotidiana», explica. «Lo último que pensé cuando me decidí fue en las salidas laborales», subraya.

«Para alguien interesado en la literatura es primordial entender la literatura clásica y para alguien que tenga un interés por la lengua, también», explica. «Latín y griego no son sólo los pilares de toda nuestra lengua. Igual que a un biólogo le puede interesar cómo vuela una mariposa, uno de Clásica entiende el origen etimológico de la palabra y el uso que recibe en una sociedad», añade. Además, a Millán, que se muestra muy crítico con el sistema educativo actual, que, opina, «ejerce una violencia tan brutal sobre los alumnos que no puede haber ningún tipo de motivación real», estudiar Latín y Griego le da una ventaja en una sociedad en la que los idiomas están tan de moda: «Puedo leer en lengua original a los clásicos, pero también, y gracias a ellas, puedo leer con un nivel bastante aceptable literatura decente en italiano, francés u otra lengua romance».