Los hemeródromos eran corredores y mensajeros profesionales que tomaban todo tipo de sustancias dopantes para poder soportar las descomunales distancias que recorrían a diario
Marc Solanes www.lavanguardia.com 19/03/2023
Si participa hoy en la Marató de Barcelona, le deseamos todos los ánimos para que culmine con éxito los 42 kilómetros y 195 metros de la prueba. Esta extensión sería la misma que el héroe griego Filípides recorrió para anunciar la victoria griega frente a los persas en la primera guerra médica, y que dio origen a una de las pruebas más prestigiosas del deporte de élite. Pero, según parece, hay muy poco de cierto en todo ello.
Las historias sobre este personaje son únicamente conocidas por los textos que recogió Heródoto treinta años después de los acontecimientos, que ocurrieron el 12 de septiembre de 490 a. C., y por varias citas de Pausanias (110-180 d. C.) unos siglos más tarde, en las que hacía referencia a la efeméride del corredor.
Lo que allí se narra es, precisamente, el principal foco de controversia acerca de la veracidad de los hechos. Y es que, según los historiadores griegos, Filípides no recorrió solo los 42 kilómetros entre Maratón y Atenas, sino más de 500.
Ida y vuelta
Heródoto recoge en el libro VI de su Historia los pormenores que se conocen sobre el corredor. Se trata, concretamente, de unos pocos párrafos en los que describe la misión que le fue encomendada cuando los persas desembarcaron en Maratón.
Filípides fue enviado por los atenienses a Esparta para pedir apoyo militar en un momento en el que, a juzgar por los efectivos de ambos bandos, la guerra parecía decantarse a favor de los persas. La distancia que recorrió desde Maratón hasta el centro del Peloponeso fue ni más ni menos que de 246 kilómetros.
Y lo hizo, según Heródoto, en menos de dos días. Cuando llegó a su destino se encontró a los espartanos en plena celebración de las fiestas Carneas Lacedemonias, un acontecimiento sagrado que les impedía participar en cualquier conflicto armado antes de la siguiente luna llena. Aunque Esparta finalmente llegó al campo de batalla, no lo hizo hasta varios días más tarde. De hecho, los textos apuntan a que la aparición de su ejército tuvo lugar cuando el conflicto ya había terminado.
Ante esa situación, Filípides volvió a Maratón para comunicar la decisión de Esparta a los atenienses, lo que comportó que tuviera que recorrer otros 246 kilómetros de vuelta. En los registros del historiador griego se recoge que Filípides, en el camino de vuelta, experimentó la aparición del dios Pan en el monte Partenio, lo que se interpretó como un buen augurio para la victoria de los atenienses.
Así pues, en total, los pies de Filípides acabaron recorriendo cerca de 500 kilómetros en apenas tres días y medio. Todo un hito para cualquier ultramaratonista de la era actual. Una hazaña tan heroica que su veracidad fue puesta en entredicho por gran parte de los historiadores de la época clásica.
Veinticinco mil persas y diez mil atenienses
La bahía de Maratón asistió a la llegada del ejército aqueménida, compuesto por más de seiscientos barcos y veinticinco mil hombres listos para conquistar Grecia. Las tropas estuvieron capitaneadas en tierra por Artafernes, sobrino de Darío I –tercer rey de la dinastía aqueménida, que heredó el Imperio persa en su máximo apogeo–, y por Datis –uno de los generales más importantes del Imperio en el siglo V a. C.– como almirante marítimo.
En el bando contrario, el número de efectivos apenas llegaba a los diez mil hoplitas –nueve mil atenienses y mil platenses–, tal como se denominaba a estos guerreros, una clara situación de desventaja que, paradójicamente, acabó resolviéndose a su favor. Milicíades, que ya había luchado contra uno de los ejércitos de Darío en la batalla de los escitas, fue uno de los estrategos –comandante en jefe griego de un cuerpo militar– más destacados, viendo catapultada su carrera militar tras el fin de las hostilidades.
Los cinco días que duró la batalla de Maratón pasaron a la historia por la muerte de más de 6.500 soldados persas y tan solo 192 hoplitas –las estimaciones modernas sitúan las bajas entre 2.000 y 3.000–, enterrados en un túmulo cerca de la ciudad que todavía hoy puede visitarse.
La victoria helena se produjo gracias a un ataque por sorpresa que impidió a los persas preparar su defensa y mermó sus fuerzas hasta el punto de provocar su retirada. El resto del ejército aqueménida decidió zarpar hacia Falero, muy cerca de Atenas, para volver a desembarcar allí, pero los hoplitas llegaron antes corriendo. Cuando aparecieron las naves persas y sus soldados avistaron al enemigo, decidieron retirarse definitivamente y dar por finalizado el combate.
Drogas y alucinaciones
Filípides formaba parte de los hemeródromos, una de las figuras más fascinantes de la Grecia clásica. También llamados correos o heraldos, se trataba de hombres preparados para recorrer grandísimas distancias con la única finalidad de enviar mensajes entre las distintas polis. Su traducción literal se aproxima al concepto de “corredor mensajero profesional”, es decir, atletas entrenados para difundir mensajes lo más rápido posible de un punto a otro, cruzando distancias sobrehumanas.
Pero ¿por qué no utilizaban caballos para desplazarse? Según algunas teorías, para pasar desapercibidos ante el enemigo. Que pudieran atravesar cientos de kilómetros es algo que no deja lugar a dudas –las ultratrails extremas son una muestra irrefutable de las capacidades físicas a que puede llegar el ser humano–, ya que se preparaban única y exclusivamente para ello.
Además, algunos alteraban sus condiciones a base de ciertas sustancias de extraña procedencia, que hoy serían consideradas dopantes en cualquier deporte de élite, con el fin de soportar los centenares de kilómetros que debían cruzar sin pausa.
Un claro ejemplo de ello es la aparición del dios Pan en el caso de Filípides. La visita divina podrá ponerse en cuestión, pero no sorprende que los hemeródromos llegaran a tener visiones y todo tipo de alucinaciones durante sus trayectos, fruto de la combinación del esfuerzo físico a que se sometían y el efecto psicotrópico de lo que ingerían.
El hito de Filípides se recoge en los textos de Heródoto y Pausanias, pero no todo parece tan claro en lo que se refiere a su fallecimiento. La historia que sitúa su muerte justo después de recorrer la distancia entre Maratón y Atenas para anunciar la victoria helena con la frase “Nenikékamen” (hemos vencido) podría haberse confundido con la de otro hemeródromo, o incluso no haber sucedido, ya que, supuestamente, fue el ejército griego al completo el que recorrió la distancia entre Maratón y Atenas para espantar a los persas en Falero.
Más allá de vacilaciones históricas, esos 42 kilómetros y 195 metros siguen generando la misma expectación en cualquier prueba de maratón que se precie de todos los rincones del mundo, como se demostrará hoy en la Ciudad Condal.
FUENTE: www.lavanguardia.com