Fernando Nicolás Flores, Profesor de Latín y Griego
Desde hace mucho tiempo la Filología Clásica está viendo como delante de sus propias narices desaparece lenta e irremediablemente toda su influencia en los distintos campos del conocimiento. Son muchos los sabios que salen a la palestra de los medios de comunicación y se lamentan de la desaparición del Latín y del Griego en los planes de estudio del Bachillerato y de la Universidad. Sin embargo también son muchos los ámbitos en los que la Cultura Clásica sigue estando vigente (no voy a enumerarlos uno a uno, pues precisamente el foro en el que hablo es experto en estos temas). Todos nosotros somos conscientes de la fuente inagotable, preciosa y valiosísima que se descubre a través de los textos, pero muy pocos beben de ahí. Nuestros mayores nos enseñaron que la cultura occidental se sostiene gracias a la pervivencia de instituciones, valores, conceptos y preceptos clásicos,… Mientras tanto nosotros, sus pupilos, dejamos que una de sus herramientas, la asignatura de Latín, ceda terreno en el bachillerato a otras asignaturas y que el Griego se convierta casi en un reducto vergonzoso (perdóneseme la expresión pero es directamente proporcional al nivel de impotencia que siento al referirme a ella).
Fernando Nicolás Flores, Profesor de Latín y Griego
Desde hace mucho tiempo la Filología Clásica está viendo como delante de sus propias narices desaparece lenta e irremediablemente toda su influencia en los distintos campos del conocimiento. Son muchos los sabios que salen a la palestra de los medios de comunicación y se lamentan de la desaparición del Latín y del Griego en los planes de estudio del Bachillerato y de la Universidad. Sin embargo también son muchos los ámbitos en los que la Cultura Clásica sigue estando vigente (no voy a enumerarlos uno a uno, pues precisamente el foro en el que hablo es experto en estos temas). Todos nosotros somos conscientes de la fuente inagotable, preciosa y valiosísima que se descubre a través de los textos, pero muy pocos beben de ahí. Nuestros mayores nos enseñaron que la cultura occidental se sostiene gracias a la pervivencia de instituciones, valores, conceptos y preceptos clásicos,… Mientras tanto nosotros, sus pupilos, dejamos que una de sus herramientas, la asignatura de Latín, ceda terreno en el bachillerato a otras asignaturas y que el Griego se convierta casi en un reducto vergonzoso (perdóneseme la expresión pero es directamente proporcional al nivel de impotencia que siento al referirme a ella).
Y es que la pervivencia de estas asignaturas en el terreno educativo depende lógicamente de muchos factores, pero estoy convencido de que uno de ellos es en estos momentos el más importante, a saber, el Latín y Griego del Bachillerato no tienen continuidad en la Universidad: mientras que un chico, que va a estudiar Ingeniería, las matemáticas estudiadas en el bachillerato le serán muy útiles, así como la Física o el Dibujo Técnico, y, de la misma manera, un alumno que quiere estudiar Empresariales, las Matemáticas del Bachillerato le serán objeto de repaso constante en la Universidad, el alumno, en cambio, que estudia Psicología apenas recordará las palabras de su profesor de Griego, si lo tuvo, acerca de quién era Edipo o qué es la psique (pero eso sí, estaremos orgullosos de haberle metido en la cabeza que el Griego y el Latín son muy importantes para todo, cuando este argumento, tal y como están las cosas, resulta muy pobre para promocionar dichas asignaturas -¡seamos realistas!-). Es por eso que ¡es necesaria una Filología Clásica aplicada! Hace falta que esté presente en los planes de estudios de varias carreras, debemos empezar por ahí la reconstrucción. Si los alumnos de 1º o 2º de Bachillerato saben que en la carrera de Magisterio hay una asignatura llamada, por ejemplo, Latín Aplicado al mundo de la Educación posiblemente la escoja en la elección de su vía o modalidad, si desean cursar esa carrera; si otros alumnos saben que en la carrera de Periodismo existe una asignatura llamada Latín Aplicado al Periodismo, posiblemente se vean más atados a nuestra modalidad,… El motivo, por lo menos, de no cursarla, ya no será: “el latín y el griego no me sirven para nada”.
No se trata de enseñar a los universitarios la primera y segunda declinación o los verbos contractos, más bien de presentar una Cultura Latina, o Griega, o ambas, adaptada a los contenidos de determinadas carreras. No cabe duda de que asignaturas, como las siguientes, podrían aparecer en el currículo del primer y/o segundo curso de algunas carreras:
-La cultura grecolatina y la Comunicación Audiovisual
-La Cultura grecolatina y la Publicidad
-La Cultura grecolatina y la Psicología
-La Cultura grecolatina y el Periodismo
-La Cultura grecolatina y el Magisterio
Quizá alguno de los lectores más reacios tache esta perspectiva como servil, poco seria e impura. Sin embargo, en mi opinión, es necesario cambiar el cliché y pensar que para estudios hermenéuticos del Latín y del griego ya está la Filología Clásica.
Mientras que otras ciencias han sabido encontrar en su entorno la aplicación de su conocimiento, la Filología Clásica, por culpa nuestra, se ve condenada en el Bachillerato a un estudio teórico, insuficiente, superficial y útil tan sólo para los que después profundizamos en ella.
Quizá algún otro lector podrá criticar este planteamiento arguyendo que estas asignaturas apenas tienen profundidad y las relaciones que se podrían establecer entre la cultura grecolatina y las citadas carreras son muy forzadas y poco naturales. Y yo creo que tendría en parte razón, pues deberíamos volcar nuestros esfuerzos intelectuales, nuestras investigaciones, no sólo en lo que estamos haciendo, sino también en profundizar en la aplicación de la Filología Clásica. Aun así, estoy seguro de que hay materia suficiente hoy en día para abordar con total garantía esas supuestas asignaturas. De hecho estamos elaborando ya materiales al respecto. Espero que pronto puedan salir a la luz para que puedan ser objeto de una discusión más real y concreta.
Tan solo me gustaría que estas líneas sirvieran simplemente de sugerencia y entre todos hagamos que el legado del Mundo Clásico, que sabemos que forma parte de nuestra cultura actual, se haga patente y sirva realmente en bastantes planes de estudios de nuestra educación universitaria.