Ciudad del Vaticano | AFP 10/10/2006
El Vaticano inaugura esta semana un original museo sobre una necrópolis romana de la época imperial descubierta por casualidad en 2003 mientras se construía un aparcamiento dentro de los muros pontificios.
El museo, que será abierto al público el 12 de octubre con ocasión de las celebraciones del V centenario de la fundación de los Museos Vaticanos, ha sido construido sobre 250 sepulturas casi intactas, de distintas dimensiones, entre el siglo I al IV después de Cristo.
Gracias a pasarelas metálicas se pueden visitar desde lo alto las tumbas, lo que permite al visitante sumergirse en los tiempos de la Roma imperial, en las divisiones sociales, la vida diaria y la vida religiosa de la capital del imperio.
«Se trata de un retrato completo de la sociedad romana, donde conviven las tumbas de nobles y humildes, en una suerte de pequeña Pompeya sepulcral», comentó Giandomenico Spinola, uno de los encargados de los museos vaticanos.
Las tumbas, que fueron minuciosamente restauradas, tanto en el lugar como en los talleres del Vaticano, para luego ser de nuevo instaladas en su lugar original, permiten penetrar en la intimidad de la época.
Los arqueólogos quisieron voluntariamente limitar los labores de restauración, como reconstrucción de mosaicos, de urnas quebradas y protección de objetos, para que el visitante descubra la belleza de las sepulturas, las lajas escritas, los esqueletos y objetos emblemáticos dispuestos en los nichos.
Una operación imponente, que exigió la participación de unos 30 expertos y que indaga sobre tres siglos de historia, desde la época del emperador Augusto hasta Constantino, contó Francesco Buranelli, director de los Museos Vaticanos.
La presencia de un huevo depositado sobre el cuerpo de una joven, las escenas de caza esculpidas en el mármol, la tumba de un cazador y sobre todo la mujer que reza resultan señales concretas de los cambios de la época y el nacimiento del cristianismo.
Como todas las necropólis, el cementerio se encontraba a las afueras de la ciudad, cerca de la vía romana ‘Triunfal’, que conducía al norte del imperio.
El complejo arqueológico podrá ser visitado los viernes y sábados.
Philip Pullella | Ciudad del Vaticano | REUTERS 10/10/2006
El Vaticano descubre una necrópolis romana dentro de sus muros
Los amantes de la arqueología y el arte romano pueden estar agradecidos a los problemas de aparcamiento del Vaticano, que han provocado el descubrimiento de una de las necrópolis más antiguas y mejor conservadas del mundo dentro de la diminuta ciudad-estado.
La necrópolis se abrió al publico el lunes, tres años después de que fuese encontrada por unos trabajadores que estaban excavando para construir un nuevo garaje que solucionase la escasez de plazas de aparcamiento del Vaticano.
«Hemos encontrado el tipo de cosas que normalmente se habían perdido en anteriores excavaciones en Roma», dijo Giandomenico Spinola, director de la excavación y los trabajos de restauración.
Una de las novedades del hallazgo, situado junto a lo que una vez fue la antigua Vía Triumphalis que usaban los soldados romanos cuando volvían de sus conquistas, es que ofrece una mezcla de lugares de enterramiento de romanos ricos y de clase media.
«No es normal que haya necrópolis en el centro de Roma. Esta es la única de este tipo, para encontrar algo igual hay que ir a Ostia», apuntó Paolo Liverani, miembro del equipo del Vaticano que participó en la restauración, refiriéndose al yacimiento situado en el antiguo puerto al oeste de la ciudad.
Las excavaciones han sacado a la luz más de 40 mausoleos y cerca de 200 tumbas individuales colocadas en múltiples niveles, la mayoría bien conservadas y que datan de entre finales del siglo I a.C. y comienzos del siglo IV d.C.
Un derrumbe a finales del siglo II d.C. cubrió el lugar y ayudó a su conservación.
HOMBRE RICO, HOMBRE POBRE
Las tumbas más simples incluyen altares funerarios con urnas de terracota que contienen las cenizas de quienes fueron incinerados, lámparas y agujeros que muestran dónde estaban colgadas las guirnaldas.
Al lado de dos sepulcros de personas de la clase media romana, un «tabellarius» (cartero) y un «hortator» (entrenador de caballos en el circo), descansan los de los ciudadanos con más dinero, esculpidos con elegancia.
El suelo de uno de los mausoleos estaba decorado con un mosaico en blanco y negro, que aún se conserva, de un ebrio Dionisos, el dios del vino, en un viñedo sujetado por un joven sátiro.
En otro sarcófago decorado con elaboradas esculturas aparecía una persona rezando, indicando que podría haber sido rico si se hubiese convertido al cristianismo después de que emperador Constantino legalizase la religión en el 313 d.C.
Algunos de los esqueletos han sido exhumados, incluyendo el de un niño pequeño que sostenía un huevo en su manos, pero otros siguen estando semi enterrados, convirtiendo la visita al lugar en una experiencia bastante realista.