Mérida | EFE 01/03/2011

Tras casi 2.000 años, Mérida ha recuperado hoy el Templo de Diana y su entorno como una plaza que ha sido restaurada para que los emeritenses y los turistas puedan volver a usarla como un espacio público, tal como hacían los romanos, un actuación que es rechazada por sectores que la creen «un atentado».

En un acto en el que ha tomado parte, entre otros, el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, se ha inaugurado la nueva plaza que rodea el monumento, que incluye un pórtico de dos pisos que, al modo romano, lo circunda y que acogerá establecimientos comerciales y, en general, lúdicos. En este lugar se podrá pasear, hacer compras y contemplar el podio y las columnas del Templo, las piscinas laterales que se usaban en el culto y otras estructuras originales.

Desde que comenzara a desarrollarse el proyecto de recuperación en 2005 a instancias del Consorcio de la Ciudad Monumental, se ha excavado el recinto, se ha levantado un edificio perimetral y se ha acondicionado una plaza en la que, entre otras actuaciones, se han repuesto en su lugar losas romanas.

El hormigón utilizado en las nuevas estructuras, que tapan las medianeras de edificios posteriores, es de un color semejante al del granito del podio del Templo y, en una fase posterior, se habilitará un centro de interpretación en el interior del monumento, que guarda aún estancias del Palacio de los Corbos, que en siglos anteriores ocupó su interior. Además, se han instalado diversos paneles explicativos para que los visitantes puedan conocer y comprender lo que ven.

Sin embargo, una veintena de detractores de la intervención han mostrado pancartas con lemas como «Cultura del hormigón», «Destructores de la cultura» o «El templo no es un negocio», y ha coreado consignas a la llegada del presidente de la Junta y del alcalde de Mérida, Ángel Calle.

Calle ha asegurado que esta actuación ha servido para restaurar «una herida» que había en la ciudad, en alusión al estado anterior de esta zona, sobre el que ha comentado que «nadie protestaba de cómo estaba antes».

En cambio, ha defendido la intervención porque servirá para «compartir el patrimonio», pues ha asegurado que «tiene que dejar de ser una bella postal enmarcada por una valla» para que se convierta en un espacio compartido por todos los ciudadanos y ha añadido que, para protegerlo, el Ayuntamiento creará una sección especial de la Policía Local dedicada a velar por su conservación.

En este sentido, el presidente de la Junta de Extremadura ha mostrado «cierta preocupación» por la forma en que, en ocasiones, se trata el mobiliario urbano y ha alertado que «hay cosas que se pueden reponer, pero otras no», por lo que ha pedido que la generación actual «no pase a la historia por hacer algo que no se debió».

Además, ha sostenido que la nueva plaza entorno al Templo de Diana es «una pata más» para atraer visitantes a Mérida y ha defendido que el turismo debe convertirse en el «sector tractor» de la economía extremeña.

No obstante, frente a todo esto la Plataforma para la Protección del Templo de Diana y su Entorno de Mérida considera que esta actuación constituye «un atentado frontal, una agresión» contra el patrimonio cultural y el urbanismo de la ciudad.

En este sentido, afirma que se han destruido restos históricos, ocultado estructuras arqueológicas, alterado cotas y cortes estratigráficos, descontextualizado restos de diversa cronología, acotado el lugar para la recuperación de futuros restos y limitado y entorpecido las perspectivas de contemplación del monumento y su espacialidad.

En materia urbanística, según la Plataforma, «se rompe el ambiente de la arquitectura popular de la zona de manera agresiva y discordante», tanto en las formas como en los materiales empleados, al tiempo que algunas de sus calles han sufrido merma en su configuración e imagen.