Roma www.eleconomista.es 30/08/2010

La ciudad pretende atraer a nuevos turistas enseñándoles las técnicas de lucha del antiguo Imperio Romano.

Emular a Rossell Crowe en Gladiator o a Kirk Douglas en Espartaco. Ésta es la última atracción turística que ha desplegado la capital italiana para captar un nuevo perfil de turista: aquel que desea aprender la historia de la Antigua Roma convertido en un gladiador. Para ello, la asociación Grupo Histórico Romano ha creado un museo donde se pueden tocar, pesar y usar las armas de los gladiadores: cascos, viseras con agujeros para cubrir el rostro, escudos cuadrados, ovalados y circulares, correas entrelazadas, espinilleras, lanzas, puñales o cinturones…

Porque ése es el principal atractivo de la idea, ofrecer al turista la posibilidad de convertirse en un alumno de la mítica escuela de gladiadores romanos, con un curso que cumple un doble objetivo: por un lado, es una escuela sobre las técnicas de los célebres combates públicos que divertían a los emperadores romanos hace casi 2.000 años. Por otro, es una manera original y audaz de adquirir conocimientos sobre uno de los imperios más poderosos de la Historia.

Las lecciones duran de dos a tres horas y cuestan un promedio de 100 euros (126 dólares) si son individuales y 25 euros por persona para los grupos de diez. Para prepararse para la lucha que practicaban los esclavos o prisioneros de guerra en el siglo VI, los gladiadores contemporáneos se arman con espadas de madera y luego de metal.

«Lo que estamos haciendo aquí es arqueología experimental. Enseñamos a experimentar las sensaciones que vivía un antiguo romano», explica uno de los responsables de la escuela, quien desmiente lo que considera un error histórico: la creencia de que las autoridades indicaban con la posición del dedo pulgar el destino del vencido.