«Tenemos chicos para nuestro placer, concubinas para nuestras necesidades sexuales y esposas para llevar la casa y darnos hijos». Este antiguo dicho griego muestra lo increíblemente compartimentado que estaba el sexo en el mundo clásico, ya que las mujeres normales se quedaban encerradas en casa, mientras los hombres se iban sin ningún reparo con prostitutas y adolescentes. Con la ayuda de las ricas imágenes de la literatura griega y romana, la escultura y la pintura, así como con la presentación de nuevas excavaciones arqueológicas, en este espacio se examina el cambio gradual de un mundo donde los hombres explotaban sexualmente a las mujeres, hasta otro cuyo comienzo marcó Jesucristo y en el que se abrió la puerta a una relación más igualitaria y duradera.