Aurelio Bermejo Fernández 12/11/2010

Reflexiones a propósito del homenaje que me rindió recientemente el Grupo Selene

El pasado día 4, se me brindó la oportunidad de revivir recuerdos y emociones, de tantos años en Segóbriga, con la representación de Electra de Sófocles por el Grupo “Selene”, en el Paraninfo de la Universidad Complutense, de Madrid, la cual tuvieron a bien dedicarme José Luis Navarro y Gemma López, directores del mismo, quienes me hicieron además entrega de una espléndida máscara de teatro, comprada por ellos en Grecia.

Si he de ser sincero, nunca busqué ni esperé reconocimiento alguno de aquello que hice altruistamente en favor de los demás. Sin embargo, cuando José Luis me informó por teléfono del mencionado acto, unos días antes de que se celebrara, le respondí, sin pensármelo mucho, que lo aceptaba gustoso. Lo hice así, en primer lugar, porque era consciente de que éste se me hacía como cabeza visible -que es lo que siempre me consideré- de los miles de profesores y alumnos que secundaron desde el principio el Festival Juvenil Europeo de Teatro Grecolatino, que comenzó su andadura en Segóbriga, por una iniciativa mía, hace 28 años, y , a los once años de iniciado, se extendió por toda España; y, en segundo lugar, porque los autores y “culpables” del mismo habían sido Gemma y José Luis, con quienes he tenido la fortuna de compartir en Segóbriga momentos inolvidables con las representaciones de sus grupos, Helios y Selene, superrespetuosas siempre con el texto original y de una esmerada puesta en escena y extraordinaria belleza plástica.

El acto resultó entrañable para mí por las muestras de afecto recibidas de J. Luis y de Gemma y de todos los integrantes del Grupo Selene, así como de los alumnos y profesores que se dieron cita esa tarde allí para ver la Electra de Sófocles, cuya puesta en escena fue magistral, como era de esperar, lo cual, unido a la belleza del texto, hizo que los espectadores (en su mayoría jóvenes estudiantes de Secundaria) fueran cautivados por ella desde el principio y la siguieran hasta el final con un riguroso y respetuoso silencio.

Contemplando aquel maravilloso espectáculo, me preguntaba, como hiciera numerosas veces antes, por qué las altas Instancias culturales y educativas del país no se habían hecho eco aún de una actividad modélica y única en el mundo, en la que participan cada año más de 100.000 profesores y alumnos, y que posee un valor educativo enorme para éstos, en diferentes aspectos, al ser ellos los protagonistas y destinatarios principales de la misma.

Analizadas las posibles causas de esto, yo destacaría estas dos: 1) No haberla sabido “vender” el ITGLS; 2) el nulo apoyo prestado, incomprensiblemente, a la misma por la SEEC -la cual (dicho sea de paso y sin ánimo de ofender) no ha aportado prácticamente nada en la difusión y acercamiento de la cultura y estudios clásicos a los estudiantes de Secundaria de nuestro país-, así como por los profesores que imparten Filología y/o Cultura clásicas en la Universidad, los cuales, salvo contadas excepciones, han obviado incluir en sus programas de curso la actividad más enriquecedora, posiblemente, y más atractiva para sus alumnos.

A todo esto habría que añadir el equivocado enfoque que, en mi criterio y en el de muchos otros, se dio desde un principio a los estudios clásicos, como lo demostraría, por ejemplo, el escaso poso que les dejan a la mayoría de los alumnos de Enseñanza Secundaria, al menos, después de cursarlos varios años, y, así mismo, el nulo prestigio del que goza en la sociedad actual la cultura grecolatina, que está en la base de nuestra civilización occidental.

A pesar de esto, yo, al menos, sigo creyendo que aún se está a tiempo de revertir esta situación y de demostrar a la sociedad, en general, que el conocimiento del espléndido legado grecolatino es, sin duda, el mejor medio para interpretar y gozar del mundo que nos rodea.

Para ello, habría que implicar, en un gran proyecto “ad hoc”, al mayor número de personas y colectivos relacionados con el mundo clásico, y, así mismo, propiciar el cambio de un sistema de enseñanza que tan escasos frutos culturales ha proporcionado a los alumnos, dando un mayor peso específico a la cultura grecolatina y enfocando el estudio del Latín y del Griego a proporcionar a los alumnos conocimientos eminentemente prácticos: El Latín y su evolución en las diferentes lenguas romances; estudio de las etimologías griegas y latinas y palabras y frases de origen clásico que han entrado a formar parte de nuestra cultura; etc.

Respecto a quién tenía que liderar este proyecto, dado el mal momento por el que está atravesando el ITGLS, por los motivos que expuse en otra ocasión, la única que podría y debería hacerlo, en mi opinión, es la SEEC, que cuenta con unos 4.500 socios (la mayor parte de ellos, profesores de Enseñanza Secundaria) y unos recursos anuales de cerca de 300.000 euros, correspondientes a las cuotas de éstos, para organizar y patrocinar actividades relacionadas con la cultura y estudios clásicos.

En cuanto al procedimiento a seguir, yo sugeriría el siguiente: 1) Crear y apoyar iniciativas y actividades serias que proporcionen a los alumnos una buena formación grecolatina, y que “justifiquen” el porqué de los estudios clásicos en el currículo escolar y la necesidad, incluso, de ampliar en él las horas que se les dedican actualmente; 2) impulsar el Festival Juvenil Europeo de Teatro Grecolatino, al que le auguro aún largos años de vida, y que tanto ha aportado en la línea expuesta más arriba, y, así mismo, actividades como el Concurso Nacional de Cultura Clásica, que fue muy bien acogido por los profesores y alumnos que cursaban o impartían esta asignatura, en los tres años que pudimos organizarlo, y el que habíamos previsto para 4º de la ESO, de carácter lingüístico y cultural, con el que pretendíamos demostrar lo mucho que puede aportar a los alumnos el Latín, marcando, eso sí, unos objetivos y aplicando un método de enseñanza muy diferentes a los de quienes han convertido su enseñanza en un entretenimiento absurdo; 3) implicar en este ambicioso y hermoso proyecto al gran colectivo de profesores de lengua y cultura clásicas de Enseñanza Secundaria y de la Universidad.

Espero que la SEEC acoja esta invitación.

Yo, por mi parte, obligado a “vivir la paz del guerrero”, cuando tantos proyectos le quedaban aún al ITGLS por realizar, seguiré a disposición, mientras mis facultades me lo permitan, de quienes soliciten mi concurso en todo aquello a lo que he dedicado lo mejor de mi vida.