Tréveris (Alemania) | AFP 24/06/2007

Constantino el Grande (275-337 DC), primer emperador romano convertido al cristianismo, es el centro de una gran exposición en Tréveris (oeste de Alemania), antigua capital de la Galia, que fue su primera residencia.

Cerca de 1.400 piezas provenientes de 160 de las más prestigiosas colecciones de una veintena de países (British Museum, museos de Roma, Prado, Louvre, entre otros), ilustran desde comienzos de junio y hasta el 4 de noviembre el Imperio Romano bajo Constantino, las relaciones del emperador con el cristianismo y su influencia en Europa.

Durante los 10 primeros días desde su apertura, esta muestra de 3.000 m2, distribuidos en tres edificios (Museo Histórico Regional, Museo Municipal Simeonstift y Museo del Arzobispado), atrajo a más de 58.000 visitantes.

Entre las piezas más espectaculares figuran un camafeo muy raro representando al emperador a caballo, un suntuoso casco de desfile confeccionado en oro y encontrado en Serbia, y un cofre de boda en plata y oro, ornamentado con escenas de rituales paganos y una inscripción cristiana, cedido por el British Museum.

Tréveris, que vivió su edad de oro en la segunda mitad del siglo IV y cuyas numerosas ruinas romanas son patrimonio mundial de la UNESCO, fue la primera residencia de Constantino, quien después de instaló en Roma y más tarde en Constantinopla (la actual Estambul), a la que proclamó en 300 DC nueva capital del Imperio.

Para Eckhart Koehne, arqueólogo y coordinador de la exposición, ‘Constantino marcó a la Europa de hoy como ningún otro emperador de la Antigüedad’.

Su reinado absoluto sobre un imperio que se extendía desde Marruecos a Escocia, hasta Egipto y Turquía, marcó un giro crucial entre la Antigüedad pagana y el Medievo cristiano.

Durante este último período de prosperidad del Imperio Romano, Constantino inició las construcción de las primeras iglesias cristianas monumentales, como la antigua basílica de San Pedro, en Roma.

‘Fue a todas luces un monarca cruel, pero también un político agudo, que modificó profundamente a la Iglesia al acercarla al Estado’, agregó Koehne.

Según la leyenda, Constantino ganó en 312 la batalla decisiva del puente Milvio (sobre el río Tíber, a tres kilómetros al norte de Roma) contra su rival, el entonces emperador romano Majencio (306-312), tras haber tenido la visión de una cruz.

Constantino ordenó entonces a sus ejércitos batirse detrás del lábaro, el estandarte imperial sobre el que hizo poner después de su victoria una cruz y el monograma de Cristo. El símbolo figura también sobre los cascos de legionarios exhibidos en Tréveris.

Sin embargo, el emperador no se convirtió al cristianismo hasta su lecho de muerte.

Hoy, la Iglesia Ortodoxa lo venera como un santo, lo que ilustra una reliquia prestada por el Kremlin para la exposición -un hueso del brazo derecho, atribuido a Constantino.

Otra de las piezas más impresionantes es una cabeza del emperador de tres metros de altura y siete toneladas de peso, en mármol de Carrara, copia perfecta del fragmento de la colosal estatua del emperador (original de 12 metros de altura) que se encuentra en los Museos del Capitolio, en Roma. Esta cabeza fue confeccionada especialmente para la muestra con un complejo procedimiento de digitalización por ordenador.