El clasicista Josiah Osgood presenta un magnífico trabajo sobre el periodo triunviral, iniciado por la muerte de un tirano y finalizado por el nacimiento de otro

Antonio Miguel Jiménez www.eldebate.com 08/04/2023

ues puedes pensar de mí como quieras (desde luego, me gustaría, de la mejor manera); si la situación actual fluye como parece (permite que te lo diga), los idus de marzo no me gustan. Pues aquél [César] nunca habría vuelto [de la campaña contra los partos], a nosotros el miedo no nos habría obligado a dar por buenas las actas de César, […] para una edad como la mía, puesto que una vez muerto el dueño no somos libres, aquél no era un dueño del que huir. Enrojezco, créeme, pero ya lo he escrito; no he querido borrarlo» (Cartas a Ático XV, 4, 3).
En mayo del año 44 a.C., dos meses después del asesinato de César, las cosas en Roma no solo no habían vuelto a la normalidad, ni se había restaurado la legalidad republicana, sino que se presagiaban cambios que los Libertadores no habían calculado. El sagaz y experimentado Marco Tulio Cicerón, en aquel mayo del 44 a.C., empezaba a comprender que los posibles resultados del magnicidio serían mucho peores que el gobierno mismo del tirano, y por ello escribió sin arrepentirse aquellas palabras de «aquél no era un dueño del que huir». Estas líneas contrastan fuertemente con lo que Cicerón escribió a su amigo Ático en abril del 44 a.C., un mes antes: «Pero, aun cuando todo se acumule, me consuelan los idus de marzo» (Cartas a Ático XIV, 4, 2). ¿Cómo es posible que en el plazo de un mes, Cicerón pasara del «me consuelan los idus de marzo» a «los idus de marzo no me gustan»? Debido, precisamente, a la vertiginosa deriva que habían tomado los acontecimientos, principal característica del periodo 44-29 a.C.
De este periodo, denominado «triunviral», se ocupa profusamente Josiah Osgood en El legado de César. La guerra civil y el surgimiento del Imperio romano, volumen publicado originalmente en 2006 pero cuya calidad ha movido el buen hacer de Desperta Ferro Ediciones para traer esta obra al ámbito hispanohablante. Osgood, doctor por la Universidad de Yale y profesor de Clásicas en la Universidad de Georgetown, toma su principal inspiración en la clásica obra del erudito Ronald Syme La revolución romana (1939), si bien añade necesarias aportaciones como la ampliación del foco de estudio más allá de la élite romana, especialmente a los hombres que integraron las legiones. Pero La revolución romana no es la única inspiración de Osgood. Otra fuente, de fuera del ámbito romano, aporta una interesante visión a la cuestión: La Gran Guerra y la memoria moderna de Paul Fussell, obra dedicada a comprender los horrores de las trincheras a través de la literatura de los años posteriores. Esta perspectiva propone una interesante lectura de la información ofrecida por Apiano de Alejandría, entre otros autores.
Portada de «El legado de César. La guerra civil y el surgimiento del Imperio romano» de Josiah OsgoodDESPERTA FERRO / 584 PÁGS. + 8 A COLOR

El legado de César

Josiah Osgood

Si bien La revolución romana de Syme puede parecer acotada a la lectura de un público limitado, la obra de Osgood viene a acercar el tema al público general. Un tema, por cierto, bastante relegado al cajón de los «periodos intermedios». Así, señala Osgood muy acertadamente que «a menudo, este periodo entre la dictadura de César y el nuevo principado de Augusto se ha considerado transicional, por lo que tiende a perderse entre las crónicas de la República y las del Imperio. Sin embargo, estos «años silenciados» componen una época en sí misma. Una época «confusa, caótica, atroz», caracterizada por una forma de gobierno radicalmente nueva, el triunvirato».
Desde las proscripciones decretadas por los triunviros, listas en mano, hasta el establecimiento del poder indiscutido del joven César (Octaviano) tras la victoria sobre Antonio y Cleopatra, pasando por las confiscaciones de tierras de los triunviros y la redistribución del poder en Italia; desde las batallas de Forum Gallorum y Mutina (43 a.C.) hasta la de Actium (31 a.C.); desde la publicación de la Lex Titia (43 a.C.) hasta el quinto consulado de Octaviano (29 a.C.), todos los grandes hitos de este fundamental periodo son trufados por las experiencias de personajes que vivieron aquellos tiempos: Cicerón, Horacio, Virgilio… Así como otros posteriores, cuya visión es analizada por Osgood con solvencia, sin dar nada por sentado. Especial mención merece el uso que hace el autor de otras fuentes, como la numismática y la epigrafía, conformando un estudio digno sucesor de La revolución romana de Syme.