Imagínense una tarde en una isla mediterránea, esperando lánguidamente a que el sol se
ponga, con la compañía de un grupo de amigas y compañeras… No, no se engañen, no es Ibiza.
Retrocedamos unos cuantos siglos atrás. No hay sonidos estridentes, ni puestas de sol repletas
de influencers. Es todo mucho más sencillo, más íntimo, más de andar por casa.
Un grupo de “alumnas” y su “profesora” se reúnen antes de la caída del sol, momento de irse a
la cama porque en la antigüedad clásica no existía el suministro eléctrico. Eso que ahora se
llama “la hora mágica” porque es la hora a la que las fotografías salen siempre bien…
Ese fue el lugar y el momento elegido por Andrés Pociña para situar su obra «Atardecer en
Mitilene».
El final de la jornada en la que el grupo de chicas y su maestra, Safo, conversan, ríen,
conviven y ponen en común sus experiencias personales. Es tan agradable, tan idílico que
cualquiera quisiera pertenecer a ese grupo.
Y estas mujeres nos hablan del amor, del deseo, del respeto, de la aceptación resignada, de la
subyugación del género femenino porque no se les permite ser conscientes de su propia
situación. Bueno, Safo sí lo es y por ello reclama que las mujeres atisben que la situación algún
día cambiará y que por ello hay que estar preparadas para cuando ese día llegue.
Un texto moderno pero no por la fecha en la que fue escrito (principios del siglo XXI) sino
porque enfrenta a la mujer con su situación y acaba saliendo victoriosa porque, aunque las
mujeres, tanto antes como ahora, hayan vivido postergadas, deben ser valientes y tener una
actitud positiva porque la situación antes o después acabará cambiando.
El público recibió el texto con una cerrada ovación y el festival se prepara para recibir esta
noche «Las Suplicantes» de Silvia Zarco. Prepárense que vienen curvas.

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Más información en la página del XIV Sexi Firmum Iulium

Antonio Cantudo 02/09/2022