Jacinto Antón www.elpais.com 18/01/2011
La policía italiana asegura haber descubierto los restos del emperador. El anuncio provoca un gran escepticismo entre los estudiosos.
La noticia de que la tumba de Calígula, el emperador romano sinónimo de depravación y locura, habría sido encontrada cerca del lago Nemi, 30 kilómetros al sur de Roma, donde el césar que quiso nombrar cónsul a su caballo (Incitato) disponía de una gran villa y de grandes barcos que servían de palacios flotantes, se deshincha. El anuncio del hallazgo lo hizo la policía italiana y ha tenido eco profusamente en la prensa internacional. Los especialistas, sin embargo, alzaron desde el principio la ceja con gran escepticismo. Y el martes por la noche la sobreintendente de antigüedades del Lazio, Marina Sapelli, puso más sordina al descubrimiento.
El hallazgo se habría producido tras la detención en Ostia de un hombre que trataba de sacar de contrabando una estatua de 2,5 metros de altura proveniente de una excavación clandestina. El ladrón habría conducido a la policía hasta el sitio de procedencia de la escultura. Sin embargo, Sapelli matizó que aún se desconoce el lugar exacto, y que la pieza, sin cabeza, que representa a un emperador divinizado, podría o no ser Calígula. La sobreintendente no descarta que la escultura sea exhibida en el Museo de las Naves de Nemi, donde se exhiben reproducciones y restos de las dos majestuosas naves del emperador excavadas en el lago durante el fascismo y destruidas durante la II Guerra Mundial.
Pocos césares romanos más (im)populares que Calígula (12 después de Cristo- 41 d. C), que en la imagen arquetípica de decadencia y amoralidad romanas está sólo un peldaño por debajo de Nerón. Suetonio dejó un retrato terrible de él: caprichosamente cruel, incestuoso y lunático, se lió con su propia hermana Julia Drusila, se disfrazaba de Venus y humilló y aterrorizó a los senadores. Puso a las legiones a recoger conchas y celebró con ellas un triunfo sobre el mar. Entre sus excentricidades, arrebatarle la coraza a la momia de Alejandro Magno al visitar su sepulcro en Alejandría. Fue novelado por Robert Graves (lo interpretó luego John Hurt en la producción de la BBC de su novela Yo, Claudio -su tío y su-su-sucesor-), llevado al teatro por Camus y erotizado hasta el porno por Penthouse en la película de Tinto Brass con Malcon McDowell.
Estudiosos, como la directora del Instituto Catalán de Arqueología Clásica (ICAC), Isabel Rodà, y la historiadora británica Mary Beard, mostraron escéptica cautela por el hallazgo desde el principio. El emperador fue asesinado «de mala manera», recuerda Roda —incluso le pegaron una puñalada en los genitales— por los pretorianos en una galería de su palacio en el Palatino, en Roma (el lugar fue hallado precisamente en 2008). Según Suetonio, su cadáver fue llevado a unos jardines en el Esquilino (los horti Lamiani)y allí rápidamente incinerado y sepultado bajo el césped. Más tarde fue vuelto a quemar y enterrado con más propiedad quizá en el Mausoleo de Augusto, donde reposaban varios miembros de la familia, pero no hay ninguna evidencia de que lo fuera en Nemi. Parece inconcebible que el símbolo asesinado de la monstruosidad imperial —con lo que les costó librarse de él—, y cuya memoria fue condenada, hubiera tenido un gran monumento. Calígula se llamaba en realidad Cayo Julio César Germánico. Su apodo, que significa «botita», se deriva de las botas militares, las caligae, que usaba desde niño.
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