Juan Carlos Sanz www.elpais.es 26/08/2006

El inicio de las obras de la segunda mayor presa de Turquía amenaza de muerte a la monumental ciudad de Hasankeyf, donde han dejado su huella sucesivas civilizaciones desde hace 10.000 años.
Asirios, romanos, bizantinos, árabes, otomanos… sucesivas civilizaciones han dejado su huella en Hasankeyf, un antiguo cruce de caminos del sureste de Anatolia. Pero más de 10.000 años de historia pueden quedar sepultados ahora bajo las aguas del río Tigris, detenidas en el segundo mayor embalse de Turquía. El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, acaba de resucitar la polémica obra de la presa de Ilisu, un faraónico proyecto de 1.200 millones de euros destinado a generar electricidad y poner regadío en un territorio mayoritariamente poblado por kurdos.
El 80% de Hasankeyf y cerca de 200 poblaciones de la zona desaparecerán bajo el gigantesco embalse, que forzará el desplazamiento de más de 75.000 personas y amenaza los restos bizantinos y otomanos de la ciudad medieval mejor conservada de Turquía.
Postergada desde hace más de 20 años, cuando fue proyectada dentro del plan hidrológico para el sureste de Anatolia, la construcción de la presa de Ilisu fue abandonada hace cuatro años por la compañía británica Balfour Beatty ante la campaña internacional lanzada para preservar los tesoros de Hasankeyf.
El Gobierno de Ankara se ha comprometido ahora a salvaguardar la herencia del pasado. «Hemos encontrado una solución para conciliar el progreso con la historia», aseguró Erdogan al colocar este mes la primera piedra de la presa. Cemal Tekkanat, consejero cultural de la Embajada de Turquía en Madrid, garantiza que los monumentos más valiosos serán salvados de las aguas.
El Gobierno de Ankara va a mantener las excavaciones arqueológicas durante los siete años que duren las obras, precisa Tekkanat. Cuenta para ello con un presupuesto de 25 millones de euros destinados al traslado de los restos históricos a un parque monumental situado por encima de la cota máxima a la que llegará el agua embalsada. Tres países europeos -Alemania, Austria y Suiza- van a colaborar en la financiación de la reubicación de los monumentos.
El proyecto de Ilisu no alcanza las descomunales dimensiones de la recientemente inaugurada presa china de las Tres Gargantas, pero se asemeja al del embalse de Asuán, culminado hace 30 años en el valle alto del Nilo, donde fueron rescatadas joyas del arte egipcio. Algunas, como el legendario complejo de Abu Simbel, terminaron aguas arriba. Otras -como el templo de Debod, reubicado en Madrid- fueron ofrecidas a los países que colaboraron en la operación internacional de salvamento cultural.
Hasankeyf fue declarado conjunto cultural protegido en 1978 por el Gobierno de Ankara. Abdüsselam Uluçam, el arqueólogo que dirige los trabajos de investigación en la ciudad, ha asegurado a la agencia Anatolia que su objetivo es excavar completamente la zona antes de que quede sumergida bajo 11.000 millones de metros cúbicos de agua.
Ante la reanudación de las obras de la presa ha surgido en Turquía la llamada Iniciativa para Mantener Vivo Hasankeyf, que reúne a un amplio frente de rechazo al proyecto de Ilisu. Sus responsables sostienen que muchas de las piezas que configuran las construcciones históricas son muy frágiles y no soportarán el traslado.
La ciudadela árabe, construida por la dinastía de los ayubidas en el siglo XIII y que se sitúa en lo alto de la cornisa que domina el curso del Tigris, es el tesoro más valioso de Hasankeyf, junto con los restos del puente viejo que emergen del cauce del Tigris, así como las tumbas y palacios otomanos, cubiertos de delicados azulejos. La vieja mezquita de El Rizk, erigida por el sultán Suleiman en el siglo XIV, desaparecerá bajo las aguas, excepto la parte superior de su alminar, si no es trasladada a tiempo a un lugar seguro.
La arqueóloga Maggie Ronayne, de la Universidad irlandesa de Galway y considerada una de las principales expertas en las antiguas culturas de Anatolia, no ha dudado en calificar la construcción de la presa de Ilisu de «arma de destrucción cultural masiva», según declaró al diario británico The Times.
Situada a escasos kilómetros de la frontera con Siria y cercana también a Irak, la polémica presa amenaza con reabrir además las disputas desatadas desde hace dos décadas por los embalses de los ríos Tigris y Éufrates para la utilización de sus aguas en Turquía en detrimento de los países vecinos.
El Gobierno de Ankara ha prometido compensar a los ciudadanos que perderán sus casas y propiedades por el recrecimiento del Tigris tras la construcción de la presa, aunque precisa que sólo ha contabilizado 11.000 afectados directos por el embalse y 32.000 indirectos, frente a los 78.000 registrados por los grupos nacionalistas kurdos.