Ofrece en «Pequeña historia mítica de España» claves para comprender «cómo somos hoy y cómo pensamos», apunta
Cocha García www.larazon.es 03/05/2024
Ante una población cabizbaja, se necesita curiosidad para entender el entorno, y cuidarlo. Sólo haciendo preguntas se vive en paz con el propio conocimiento, y una gran herramienta para responderlas es el pensamiento mítico. El escritor, docente y catedrático en Filología Griega David Hernández de la Fuente viene rindiendo homenaje a la belleza del saber a través de sendos ensayos, a los que suma «Pequeña historia mítica de España» (Alianza). Una obra que aborda «un tema inabarcable, pretendo dar claves de la historia de nuestro país a través de sus mitos», resume. Es decir, una guía para entender «a las personas y sus pueblos, para comprender mejor cómo somos hoy y cómo pensamos», añade.
Son esquemas de la narrativa de nuestro país. Por ejemplo, la idea de la eterna decadencia frente a un pasado de oro siempre está ahí, incluso en épocas de esplendor. Otra idea es la del conflicto entre lo nuevo y lo viejo, entre los héroes y traidores. Son maneras de pensar muy arraigadas, y vemos cómo los mitos van explicando la historia de España desde la narrativa. También hay una manipulación política, dependiendo de los intereses de cada momento, y nos permite ver cómo nos hemos formado a lo largo de las culturas.
¿Existe mitología corrupta?
Más que corrupta, se utiliza para justificar diversas posturas, desde los fueros hasta el absolutismo o la democracia liberal. Yo propongo para la reflexión del lector cómo cada nacionalismo ha utilizado la mitología de una manera, desde las leyendas sobre Galicia y los fuegos o sobre cómo Castilla representa el corazón de la España auténtica. Cada región ha ido nutriéndose de un discurso mítico y lo ha incorporado a su propia cosmovisión. Hablaría del uso partidista de ciertas figuras míticas, como Pelayo, Wifredo el Velloso o Hércules, que está en el escudo de la bandera de Andalucía.
David Hernandez, escritor y colaborador de La Razon. David JarDavid JarFotógrafos
¿Hay interés hoy hacia esa simbología o se está perdiendo?
Las Humanidades están en declive, y esto ya no es por la idea mítica de la decadencia. Nos preocupamos menos por el estudio de la literatura, las lenguas clásicas o la historia. Y en este sentido la mitología tiene un papel importante, porque es un material muy hermoso. Lo vemos en el cine o en los videojuegos: seguimos narrando mitos también en la ficción. La mitología es una manera de que volvamos a cogerle el gusto a las grandes Humanidades.
¿Qué riesgos conlleva no acudir a esos conocimientos?
Es una lástima. Si uno visita el Museo del Prado y no conoce los mitos clásicos o las historias bíblicas, es imposible que reconozca los grandes lienzos y temas del arte. Si perdemos las Humanidades en cuanto a la narrativa mítica, perderemos también nuestras referencias culturales. Tenemos que conocerlas para agudizar el pensamiento crítico, ver qué es mito y qué realidad. Además, con la historia mítica entendemos a nuestra comunidad, nos da sentido.
En España se presume poco de lo propio, ¿ocurre con la mitología?
Se conocen menos nuestros mitos y leyendas. Son devaluados. Merece la pena entender que no son una excepción, que todos los países tienen esas leyendas fundacionales. Tendemos a minusvalorar lo nuestro, pero un libro como este te hace darte cuenta de que la herencia de nuestra narrativa mítica es riquísima.
¿Cómo debemos cuidarla?
Siempre se pone la dicotomía ciencias o letras, pero son dos lados de nuestra personalidad, mito y logos. En nuestra época todo es tecnológico, lógico, se da una gran primacía a lo racional. Pero también tenemos que conocer nuestra parte emocional e intuitiva, y el mito refleja todo esto.
David Hernandez, escritor y colaborador de La Razon. David JarDavid JarFotógrafos
Hay que tomar el mito en serio.
Está presente día a día, es algo muy serio, a la vez que cercano y divertido. La edad fundamental para aprender sobre ello es la primera juventud, la adolescencia. Conforma nuestra manera de pensar, sin creer a pies juntillas esas historias fantásticas, pero sabiendo que es una descripción antropológica de quiénes somos.
FUENTE: www.larazon.es