Jorge Consuegra | Colombia www.radiosantafe.com 28/05/2012
Para los jóvenes de hoy podrá parecer extraño decirles que hace veinte o más años la misa se oía en latín y con el sacerdote dándoles la espalda a los asistentes mientras celebraba la misa. Y aún más extraño decirles que el latín era una materia obligatoria en la educación media.
Y raro decirles que casi todos los años había grandes encuentros culturales en donde en la carta menú de la jornada, siempre el invitado especial eran los concursos de oratoria e improvisación en esa maravillosa lengua.
¿Latín? Escasamente logran saber que existen palabras que a veces, en algunos giros para enredar al juez o para “chicanear” frente al público, los abogados las dicen y muchos se “sorprenden” ante la “maravillosa erudición” del jurista. Las palabras Ad hoc, por ejemplo, las oyen en los mentideros o corrillos de la universidad, pero no saben su significado, sino que adivinan más o menos lo que quieren decir y jamás se atreven, ni siquiera por curiosidad, preguntar sobre lo que significan las palabras en latín que aparecen en el escudo de su Alma Mater -¡Alma Mater, por cierto!-.
Pero aunque no se crea, el latín es tan importante como el mismo español, pero por esas cosas extrañas de la vida, de pronto y casi como por arte de magia, su importancia se vino al piso después de que un “alto” funcionario de la Iglesia Católica decidió suspenderlo de la cotidianidad y de allí de los pensums académicos.
Hoy Carlos Murcia decidió vestirse de Quijote y publicar con la Universidad Sergio Arboleda, un libro, Latín para abogados, que no sólo le servirá a ellos, sino a todos aquellos que quieran ahondar mucho más en el origen de tantas y tantas palabras del español.
– ¿Por qué el latín era tan importante no sólo para juristas sino para todos los intelectuales?
– La importancia de latín para los juristas y los intelectuales se debe al hecho de es “la lengua máter”, de que en él se originan el italiano, el francés, el portugués y, por supuesto, el español, es decir las lenguas romances y el dominio del latín facilita el acceso a todas y ellas y a la comprensión de los “conceptos fundamentales” que se manejan en estos idiomas.
– ¿Por qué perdió fuerza en Colombia el latín?
– En Colombia la decadencia del latín se debe a dos causas principales. La primera, a la decisión gubernamental de suprimir el latín del pensum de bachillerato que, hasta mediados del siglo XX, fue materia obligada en 1° y 2° grado de enseñanza secundaria, inicialmente y en 5° y 6° después. Una segunda razón, fue la supresión del latín, por parte de la Iglesia Católica de sus actos litúrgicos: la misa, los bautismos, los matrimonios y sepelios, después del concilio Vaticano II, en 1968 ya que a través de estas ceremonias el latín se mantuvo entre la población.
– ¿Cree que el latín debería ser una excelente opción para todos los que viven en el mundo del intelecto?
– En mi concepto quienes profesamos una “afección” a la vida intelectual, tenemos en el latín una excelente coyuntura para acceder a la riqueza idiomática que de él se desprende y a todos los conceptos de la cultura latina que tienen que ver con la filosofía, el arte y la literatura e, incluso, con denominaciones científicas de ramas y objetos de las ciencias.
– ¿Cuál es la mayor virtud del latín?
– Una de las mayores virtudes del latín, a más de su riqueza lexicográfica, es la secuencia y la coherencia de su estructura lingüística en los esquemas de las declinaciones y de los verbos.
– ¿Cómo surgió en usted la idea de escribir este libro?
– La idea de escribir un texto de Latín para abogados, surgió dentro del contexto de renovación cultural y humanística que se generó a partir de la fundación de la Universidad Sergio Arboleda, donde sus fundadores y yo como profesor fundador vimos la necesidad de dotar a los futuros abogados de un instrumento como el latín que les permitiera acceder al conocimiento del Derecho Romano, base de toda la cultura jurídica de occidente.
– ¿Qué es lo más importante que tiene su texto?
– Los elementos más importantes de mi texto son: la sencillez y la precisión conceptual, la relación que establezco entre la gramática, el vocabulario y la estructura del latín con la del castellano. El diseño de ejercicios pensados en función de cada tema que se va explicando con una dimensión progresiva de dificultad.
– ¿Cree que es un libro destinado únicamente para abogados?
– Evidentemente, aunque el texto tiene un énfasis jurídico, contiene aristas de alta significación humanística y cristiana que permiten que pueda ser utilizado para la formación de filósofos y para otras profesiones, incluso para la formación de seminaristas.
– ¿Cree pretende usted con este libro?
– Mi pretensión fundamental es la de formar abogados “juristas” que cuenten con unos elementos básicos que les permitan acceder, primero, a los conceptos del Derecho Romano y acercarse, también, a los autores clásicos de la cultura latina.
– ¿Tiene preparado un libro similar a este?
– Por ahora, no me propongo escribir otro libro relacionado con el tema.