J. Mazorra | Cartagena (Murcia) www.ocholeguas.com (www.elmundo.es) 29/06/2009
La recuperación del teatro construido en época del Emperador Augusto por un Rafael Moneo en plena forma marca el comienzo de una nueva edad de oro en la historia de Cartagena y su lanzamiento como uno de los destinos más atractivos de nuestra costa.
El proceso de remodelación urbana ha sido lento y salpicado de obstáculos pero al final el resultado final es espectacular. Se puede decir que todo comenzó con el descubrimiento de este gran teatro a finales de los años 80 en pleno casco antiguo. El primero de muchos otros que fueron dando forma a un insólito rompecabezas que han permitido recomponer su historia y conocer algunos de sus monumentos más emblemáticos. Desde entonces, la ciudad ha dado un giro de 180 grados poniendo la vista en convertirse, una vez más, en uno de los grandes puertos del Mediterráneo. Una buena forma de seguir ese proceso es salir al encuentro de algunas de esas piezas clave que han salido a la luz durante estos últimos veinte años.
Nada mejor para comenzar que subirse en el futurístico ascensor panorámico que salva la altura existente entre el puerto y el Cerro de la Concepción, donde se encuentra lo que siempre se ha conocido como el Castillo de los Patos y que ahora ocupa el Centro de Interpretación de la Historia de Cartagena. Un lugar perfecto para contemplar su espectacular emplazamiento pero también para ir descifrando su compleja historia.
La siguiente parada no puede ser otra que el museo que recoge los restos de la muralla púnica que nos lleva a la fundación de Quart Hadast, hacia el año 227 a.C. por el general cartaginés Asdrúbal. Un periodo fugaz ya que Escipión conquista la ciudad 18 años más tarde durante la Segunda Guerra Púnica, pero que nos introduce en uno de los muchos estratos que constituye su historia.
La Casa de la Fortuna
Allí mismo, al lado de los 30 metros de ciclópeas defensas, se puede ver una cripta del siglo XVII cubierta de pinturas, que también había desaparecido durante siglos. Por toda la zona aparecen restos de calzadas, de casas aunque quizás ninguno se puede compararse con lo que nos aguarda en los bajos de la plaza de la Merced: la Casa de la Fortuna. El hogar de un rico comerciante que podía permitirse el lujo de decorar con pinturas de estilo pompeyano algunas de sus mejores estancias.
Sólo por ver estos restos pictóricos ya valdría la pena acercarse hasta aquí, pero hay mucho más que descubrir en un radio de menos de cien metros. Ahí está el Augusteum, un templo dedicado al Emperador, el Decumano donde se tiene el privilegio de contemplar la calle porticada que unía el puerto con el foro o lo que se conoce como Muralla Bizantina que en realidad no es otra cosa que el pórtico del Teatro, la verdadera estrella de esta recuperación. Si la obra es muy importante por sí misma, lo más espectacular quizás ha sido la remodelación de toda la zona que ha hecho Moneo, al recuperar un antiguo palacio barroco en la plaza del ayuntamiento que sirve de entrada al museo.
Desde su interior nos va desvelando diferentes aspectos del pasado romano de la ciudad, por un laberinto de espacios museísticos y túneles, hasta impresionarnos al final del recorrido con una visión sobrecogedora de este hermoso espacio escénico que ha integrado con el cercano cerro de la Concepción, abriendo al mismo tiempo su fachada marítima.
Metamorfosis urbana
Pero esta nueva época dorada no se para con la apertura del Teatro y ya se ha inaugurado ARQUA, el Museo Nacional de Arqueología Subacuática diseñado por Vázquez Consuegra, merecedor de forma parte de esa emblemática exposición del MOMA de Nueva York donde se destacaba lo mejor de la nueva arquitectura española. En su interior se pueden conocer los dos barcos fenicios encontrados en Mazarrón y otros muchos tesoros descubiertos en nuestra costa, como un cargamento de colmillos de elefantes descubiertos en un pecio de época púnica.
Este museo se encuentra en una nueva explanada marítima que se ha ganado al puerto frente a las murallas construidas en época de Carlos III y donde también llama la atención el prototipo de aquel carismático submarino de Isaac Peral.
Las fortificaciones y edificios de carácter militar que protegían Cartagena se encuentran en plena fase de transformación, y son otro de los grandes atractivos de la ciudad. Algunos han sido convertidos en centros universitarios, otros como el de Navidad ya está abierto como Centro de Interpretación de la Arquitectura Defensiva en el Mediterráneo. Para conocerlos lo mejor es utilizar el barco turístico que recorre la bahía varias veces al día.
Y las obras continúan… en el anfiteatro donde se tiene proyectado instalar un centro de arte contemporáneo, en el Cerro del Molinete, una inagotable fuente de hallazgos pero también en el entorno de la calle Mayor donde casi todas las casas de estilo modernista han sido ya remozadas.