Virginia Fernández | Valladolid www.elnortedecastilla.es 14/12/2011

El catedrático Antonio Alvar recita a Virgilio a la manera de la antigua Roma en Filosofía y Letras.

El poeta romano Virgilio visitó ayer la Universidad de Valladolid. Subió de los infiernos que él describe en su ‘Eneida’, allá donde habitan los muertos y los que están por nacer, para tomarse un café con un puñado de estudiantes a ritmo de hexámetro dactílico. Hizo su viaje un poco más fácil que el periplo del héroe legendario Eneas tras la destrucción de Troya; llegó a la ciudad en AVE y se presentó en la cafetería de la Facultad de Letras con un portátil bajo el brazo.

Tuvo que encarnarse en el cuerpo de Antonio Alvar, catedrático de Filología Latina de la Universidad de Alcalá de Henares. «Permítanme la travesura de traer a Virgilio a la cafetería, pero es que soporta bien que se le engolfe», recibía divertido a los presentes el profesor instantes antes de prestar su voz a algunos pasajes escogidos del «poema latino más importante de la Antigüedad». Alvar no es el primero ni será el último en querer sustraerle el alma al poeta latino y sacudirle el polvo acumulado en las bibliotecas durante algunas épocas de la Historia. «Le robaría a Virgilio cualquier verso si fuera capaz también de robar su cara y su voz cuando recita», decía ya el autor Julio Montano, testimonio de la relevancia de las recitaciones públicas de grandes obras literarias en la Roma de Augusto en el siglo I a.C.

El propio Virgilio recitaba su obra fuera de los espacios académicos al uso. Lo hacía, por ejemplo, para deleitar a la familia del Emperador, como muestra casi veinte siglos después el pintor francés Ingres en ‘Virgilio leyendo La Eneida’ (1812). «El escritor antiguo no escribe y el lector antiguo no lee. Normalmente era un esclavo el que se manchaba los dedos con la tinta, tomando notas de las palabras que iba recitando el escritor. Habida cuenta de lo caro que era obtener copias de libros, eran frecuentes las recitaciones públicas», explica Alvar. De esta manera, muchos lectores accedían a la literatura por la vía oral y en espacios destinados a compartir las creaciones con la colectividad: teatros, plazas, exedras de las villas romanas. En la recitación de poemas épicos como ‘La Eneida’ era tan importante el fondo como la forma.

La acentuación rítmica dotaba de sentido al relato -el profesor lo demostró en su emocionada declamación-, por lo que para el catedrático de Filología resulta fundamental ajustar la traducción al texto original en latín: «Entre la traducción literal y la literaria la única posible es la primera. Si se cree en la potencia de ‘La Eneida’, la traducción literal resultará literaria y el lector comprenderá el universo expresivo original en que se creó la obra».

No aparecerán pintadas en las paredes de la Facultad de Letras que recen versos de Virgilio (o sí) como aún hoy se pueden ver en grafitos sobre los muros de la ciudad de Pompeya, pero esta iniciativa (orquestada por el Departamento de Filología Clásica de la UVA y la Sociedad Española de Estudios Clásicos) ha sacado felizmente de las aulas a uno de los grandes de la cultura occidental. Una experiencia que Antonio Alvar insta enérgicamente a vivir: «Estas cosas llenan, alimentan, esponjan el espíritu».

FUENTE: http://www.elnortedecastilla.es/v/20111214/cultura/virgilio-frente-cafe-20111214.html